Respetar la vida humana

El hecho
En la actualidad, la configuración de la jornada laboral en muchas empresas prioriza la productividad sobre el bienestar de las personas trabajadoras. Jornadas prolongadas, escasos descansos y una exigencia constante son realidades cotidianas que impactan profundamente en la salud física y mental. El agotamiento no es solo una sensación; para muchas personas, se traduce en un deterioro físico acumulado, tensiones familiares y dificultades para encontrar un equilibrio entre la vida personal y profesional.
Un ejemplo claro es la situación de los trabajadores y trabajadoras en sectores como la sanidad, transporte o comercio, donde las largas horas y el ritmo frenético son la norma. Estas condiciones, lejos de ser una excepción, evidencian un sistema que valora más el cumplimiento de objetivos que la calidad de vida de quienes los tienen.
El dato
Las cifras son alarmantes. Según diferentes estudios de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, trabajar más de 48 horas a la semana aumenta en un 33% el riesgo de padecer problemas de salud mental como ansiedad o depresión. Además, las jornadas excesivas están vinculadas a enfermedades cardiovasculares, trastornos musculoesqueléticos y un mayor riesgo de accidentes laborales. Además, personas expertas en neurociencia han cuestionado la eficacia de las jornadas laborales tradicionales de 8 horas, sugiriendo que la capacidad de concentración del cerebro humano es limitada y que prolongar las horas de trabajo sin descansos adecuados puede ser perjudicial para la salud mental.
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Militante de la HOAC de Canarias