Nuevos y viejos argumentos para la reducción de la jornada laboral

Nuevos y viejos argumentos para la reducción de la jornada laboral
Imagen: I AHMED KABIR (vecteezy)
La última vez que se redujo la jornada laboral en nuestro país fue en 1983, por Ley de 29 de junio. Un año antes el PSOE había conseguido un histórico resultado en unas elecciones generales con la propuesta de reducir la jornada laboral como argumento estrella.

El 23 de diciembre de 1982, ABC dedicaba su portada a la versión de la CEOE respecto a esta propuesta. Conviene ahora recordar la hostilidad con la que fue recibida por la parte empresarial y el uso de un argumentario que, a lo que se ve, no ha cambiado sustancialmente.

El entonces presidente de la CEOE, Carlos Ferrer Salat, enfatizaba que el coste de la medida podría ascender a 180.000 millones de las antiguas pesetas (un dineral para la época) y la consiguiente pérdida de competitividad de nuestro tejido empresarial, además de las dificultades insalvables para la pequeña y mediana empresa. Salat añadía que si la reducción de la jornada se producía debería ir acompañada de una reducción de salario correspondiente para que «todos pudieran colaborar en la creación de empleo».

Ni que decir tiene que todos aquellos malos presagios se demostraron tan inconsistentes como lo fueron en 1919, cuando la jornada, por primera vez en nuestra historia, se redujo a ocho horas diarias, 48 horas semanales y 240 horas mensuales.

Viene a cuento esta introducción para situarnos en el debate suscitado por la perspectiva de una pronta propuesta del Ministerio de Trabajo en nuestro país relacionada con el tema y su previsible paso por las Cortes.

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