Superar la polarización: tarea urgente para el bien común

Superar la polarización: tarea urgente para el bien común

Vivimos un cambio de época marcado por profundas divisiones sociales, políticas y culturales que amenazan con fragmentar todavía más nuestras sociedades.

En lugar de tender puentes, nos encontramos atrapados en una dinámica de «conmigo o contra mí», donde la polarización no solo domina el discurso político, sino que también afecta a todo el espacio público, a nuestras relaciones personales y afectivas y nuestra capacidad de trabajar juntos por el bien común. Esta realidad, señalada por el papa Francisco en Fratelli tutti, requiere nuestra atención para ayudar a promover, en los lugares que nos corresponda, un cambio de rumbo.

Francisco denuncia que la polarización rompe el tejido social y debilita el diálogo, elemento esencial para construir una convivencia sana. En su encíclica, señala que esta tendencia, alimentada por intereses políticos y económicos –muy en la línea plutocrática que promueve y potencia el presidente Trump–, deshumaniza a las personas al reducirlas a etiquetas o enemigos. Las redes sociales, con su capacidad para amplificar discursos extremos –cada vez más intransigentes–, contribuyen a este fenómeno al crear «burbujas» donde cada persona se refugia en su propia verdad y desconfía –en el mejor de los casos– de quienes piensan diferente.

Todo el espacio político, lamentablemente, ha adoptado esta lógica polarizadora. Líderes y partidos alimentan el conflicto, no para resolver problemas, sino para consolidar poder y despreciar al adversario. El resultado es un contexto más fracturado, que tiende a no respetar «al otro» y dejar de construir consensos en temas cruciales como, por ejemplo, el trabajo decente, los derechos sociales, el cambio climático, la vivienda o la integración de personas trabajadoras migrantes. En este sentido, Francisco nos recuerda que la política no puede reducirse a un enfrentamiento de intereses, sino que debe estar al servicio del bien común, especialmente hacia las personas que peor lo están pasando.

El Papa propone un camino alternativo: la cultura del encuentro. Este planteamiento no implica ignorar las diferencias, sino reconocerlas y valorarlas como una riqueza, un valor humano. La verdadera unidad no es uniformidad, sino la capacidad de construir juntos desde la diversidad. Esto exige escuchar al otro con respeto, abrirnos al diálogo sincero y buscar soluciones que beneficien a todos, particularmente a quienes han sido marginados por un sistema que privilegia a unos pocos. A la propuesta de un «nosotros cada vez más grande», se responde con un «nosotros primero».

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La cultura del encuentro es un desafío, pero también una necesidad urgente en un mundo donde las crisis globales requieren respuestas colectivas. Nadie se salva solo, insiste Francisco que nos invita a mirar hacia adentro y más allá de nuestras fronteras para construir una «amistad social» que trascienda. Como dice en Fratelli tutti, solo reconociendo que compartimos un destino común podremos superar la polarización y avanzar hacia una sociedad más justa, solidaria y fraterna.

Este emplazamiento no es únicamente para los líderes políticos, sino para cada uno de nosotros y de vosotras, para cada persona. En nuestras comunidades, familias y lugares de trabajo y militancia, tenemos la oportunidad de promover el diálogo y rechazar la lógica del enfrentamiento. La polarización no se combate con más polarización, sino con gestos concretos de reconciliación y escucha.

Superar la polarización es una tarea que requiere audacia y compromiso. No podemos permitir que las divisiones nos roben la esperanza de un futuro común. Tomemos nota. Es hora de abandonar la lógica de «conmigo o contra mí» y abrazar la cultura del encuentro –un permanente compromiso de Noticias Obreras–, construyendo puentes, como camino que nos llevará a un entorno más humano y fraterno. Aquí y ahora.