Ana Richarte, trabajadora de atención domiciliaria: «Lo que más nos duele es el poco valor que se nos da»

Ana Richarte, trabajadora de atención domiciliaria: «Lo que más nos duele es el poco valor que se nos da»
Ana Richarte, de 55 años, casada, con dos hijos y hasta nietas y nietos, lleva trabajando 22 años en la atención domiciliaria. Aunque ahora es presidenta del comité de empresa por CGT deja muy claro que «somos muchas Ana», «con circunstancias laborales mucho peores a las mías».

Es la cara visible de este colectivo en Andalucía, después de que, junto a una compañera, se recorriera las provincias organizando a las trabajadoras y luego, ya como delegada, dentro de la «marcha blanca». Ha trabajado para Claros y Clece, en manos de Florentino Pérez, hasta que el Ayuntamiento de Sevilla dividió el servicio en cuatro lotes. Ahora trabaja para Serveo, que antes se llamaba SACYR.

¿Por qué se ha organizado una acampada frente al Ayuntamiento de Sevilla?

Debe haber un cambio y aunque hemos conseguido muy poco, para muchas nada, ya es algo importante para mí que nos movilicemos. Nos hemos puesto todas a trabajar por lo mismo, nos hemos puesto cara unas a otras. Nos hemos dado a conocer.

Hemos cambiado el término «ayuda a domicilio» por «atención domiciliaria». No es del todo la palabra que nos identifica, puesto que somos sociosanitarias, pero, al menos, ya se empiezan a entender la diferencias y nos sentimos un poco más respetadas.

¿Cómo está siendo la respuesta del resto de trabajadoras y de la sociedad en general?

Hemos recibido vídeos y cartas de apoyo de todas partes de España. Las compañeras se acercan y están con nosotras, algunas se quedan a dormir. Luego están los sindicatos mayoritarios, no entiendo que no nos apoyen esta acción y no quieran unir fuerzas. No se trata de siglas, sino de un colectivo.

Hay mucha repercusión mediática y muchas personas que nos animan, nos dan consejos, nos cuentan sus experiencias, pero políticamente aún no ha tenido la repercusión que debe tener, el señor alcalde se niega a abrir los ojos para vernos.

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¿En qué consiste exactamente un día habitual de trabajo para una trabajadora de la atención domiciliaria?

Acudimos al domicilio, vemos qué necesidades hay y tratamos de cubrirlas. Cada persona usuaria es diferente, a veces solicitan más cuidados de la persona, otras requieren más atención al hogar. Desempeñamos todo tipo de tareas: aseo personal, elaborar comidas, acompañamiento, compras, limpieza, arreglo de ropa, entretenimiento, papeleo, pastilleros, etc. Normalmente vamos solas. Si, por un casual, van dos sociosanitarias a un hogar, el tiempo se reduce. En vez de una hora para el aseo y otra para otras tareas, se queda en una.

Los principales problemas van desde no tener una cama a una buena altura a tener que asear a una persona en un baño de dos por dos metros con todo de por medio. Hay personas con trastornos que nos llegan a acusar de llevarnos cosas y nos tratan mal, otras que creen que tenemos que limpiar la casa a fondo y hay barrios conflictivos donde te da miedo entrar. Lo que más nos duele es el poco valor que se nos da. Por supuesto, hay quienes nos tratan bien y, en general, para los dependientes somos como ángeles de la guarda.

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