Acogiendo en comunidad

Como consecuencia de la reubicación en distintos lugares de la península de las personas que llegan a las Islas Canarias, más de 300 migrantes procedentes de Senegal y Malí fueron alojados en Guardamar (Alicante).
Su llegada produjo en Guardamar distintas reacciones, desde la empatía ante el sufrimiento pasado y la incertidumbre a la que se enfrentan hasta el rechazo por imaginar que representaban un peligro público.
Desde Cáritas parroquial, en su objetivo de convertirse en comunidad de acogida, más que centrarse en los problemas que su presencia en el pueblo pudieran generar entre nosotros y nosotras, nos centramos en las dificultades que cada persona migrante traía en su mochila. Problemas que, después pudimos comprobar, estaban relacionados con situaciones dramáticas o complejas.
En consecuencia, y a petición de los responsables de la ONG que se hizo cargo de ellos, se les fue proporcionando ropa y calzado deportivo a los que lo necesitaban, posteriormente, fueron trasladados hasta las instalaciones del antiguo Seminario Marista (hoy Hotel Costa Blanca Explore) con instalaciones más acordes para su edad y sus necesidades, aulas, espacios abiertos e instalaciones deportivas, para poder participar en el programa de acogida de estos jóvenes.
Invitada por los responsables de la acogida, integrantes de Cáritas y militantes de la HOAC comprometidos con el Secretariado de Migraciones visitamos las instalaciones, conocimos a los jóvenes allí atendidos y fuimos informados de la procedencia, situación personal y familiar y régimen de vida que siguen.
En el centro, aprovechan el tiempo para aprender español, a la espera de poder obtener permisos de residencia, algunos de ellos asilo político, que les posibilite acceder a un puesto de trabajo.
A cada ser humano que se ve
obligado a dejar su patria en busca
de un futuro mejor, el Señor lo confía
al amor maternal de la Iglesia
En relación con el aprendizaje del idioma, desde nuestra Cáritas parroquial y contando con la colaboración desinteresada de varias personas voluntarias, se organizaron unas clases de español-alfabetización para aquellos jóvenes con más dificultad de aprendizaje ya que solamente hablaban el idioma wólof, lengua nativa en las aldeas de Senegal y que se han estado impartiendo hasta el preciso momento en que los jóvenes que estaban acudiendo a ellas obtuvieron un contrato de trabajo en Valencia y abandonaron las instalaciones donde fueron acogidos.
Los profesores y profesoras de estas clases han valorado muy positivamente la experiencia y han manifestado su disponibilidad para continuar prestando su colaboración cada vez que surja una necesidad y se solicite su ayuda
Y, desde esta Cáritas parroquial queremos manifestar que, siguiendo la enseñanza de Jesús de que «mejor es dar que recibir» (Hechos de los Apóstoles 20, 35), desde el principio quisimos centrarnos en las necesidades e inquietudes de estos jóvenes y no tanto en nuestras preocupaciones.
No por capricho nuestro sino porque, la hospitalidad, la acogida y el acompañamiento «no es algo opcional para los cristianos, sino que se trata de un mandato ineludible». •
Proteger y defender los derechos humanos
La exhortación pastoral «Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes», de la Conferencia Episcopal Española, plantea que «la Iglesia lleva la protección de la dignidad de la persona y la hospitalidad en su ADN desde los inicios».
Recogiendo el Mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado 2018 del papa Francisco, entiende que «a cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia. Es una gran responsabilidad que la Iglesia quiere compartir con todos los creyentes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que están llamados a responder con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras –cada uno según sus posibilidades– a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas».
El documento episcopal señala que «el pueblo de Dios se preocupa por todo aquello que está impregnado de sufrimiento, pues se trata de la cruz, donde se hace presente Jesucristo y donde opera la fuerza del Resucitado».
En este sentido, afirma que «las migraciones constituyen, así, uno de los principales dolores en el momento actual y pueden ser interpretadas como manifestación de las estructuras de pecado (Sollicitudo rei socialis, 36). Se trata de dinámicas o estilos de vida que hemos normalizado, egoísmo, estrechez de miras, cálculos políticos errados, decisiones económicas imprudentes, a los que nos hemos acomodado…».
Como Iglesia, «abrazar la “cultura de la vida” en todas las circunstancias que componen una biografía nos lleva a decir que no es tolerable que se siga dejando morir a las personas en las fronteras o en su intento de cruzarlas, en los desiertos, en el mar o en cualquiera de las situaciones que implica el viaje de los migrantes. Muchas de las rutas que siguen son trampas mortales, lugares de violencia y abusos frecuentes. Por ello hemos de trabajar para vigilar que, en ellas, toda vida humana y sus derechos fundamentales sean custodiados».
La Pastoral con Migrantes reafirma el «valor y la protección de la vida de los migrantes, refugiados o desplazados, en coherencia y continuidad con el primer e inherente derecho natural que es el de nacer».
«La defensa de la dignidad humana y la fraternidad que Jesús predicó nos alerta contra la indiferencia que endurece las conciencias y nos deshumaniza. La indiferencia también mata. Aprendamos a no ponernos “de lado”, sino del lado de entidades y personas que salvan y rescatan vidas», dice este documento.
La exhortación también contiene una serie de orientaciones para la conversión personal y pastoral; unas claves de transformación: de una pastoral para a una pastoral con migrantes; y una serie de propuestas y buenas prácticas.
TÚ CUENTAS
Manda tu historia o danos una pista: redaccion@noticiasobreras.es
WhatsApp: 629 862 283

Militante de la HOAC de Orihuela-Alicante y voluntaria de Cáritas