Rosana Pastor: «La cultura tiene un papel fundamental en la recuperación de la memoria colectiva»

La actriz Rosa Pastor ha dirigido el documental Siete días en mayo, un título que homenajea la película que Juan Antonio Bardem filmó en 1979 para narrar el terrible atentado de Atocha ocurrido dos años antes. Lo hace actualizando el retrato de los verdugos y las realidades laborales precarias que aquellos letrados trataron de combatir.
En Siete días en mayo se entremezcla ficción y realidad, ¿cuáles son los principales planos que se superponen en la trama?
En esta película la ficción está en el marco. Un director italiano de cine viene a documentarse a España sobre los asesinatos de los abogados laboralistas para escribir su guion. Esto le permite entrevistarse con diferentes personas con las que se va encontrando. En la no ficción, algunos personajes están interpretados por personas reales que nos hablan de cómo fueron aquellos años, de lo que vivieron en su propia carne y experimentaron por sí mismas, como Manuela Carmena, Paca Sauquillo, Alejandro Ruiz Huerta o José María Mohedano.
¿Qué se extrae de lo que supuso para la transición aquellos crueles asesinatos?
En el documental podemos apreciar cómo aquellos terribles hechos fueron, con todo respeto, un hito fundacional en el camino hacia la democracia y de ese periodo de la transición. La crudeza de esos asesinatos sirvió, en parte, para que el pueblo saliera a la calle a expresar su dolor y hacerlo con una responsabilidad democrática y un sentido de lo que es la vida colectiva que, verdaderamente, hizo que se pudiera llegar a legalizar al Partido Comunista y a los sindicatos. Además, que se diera un margen un poco más amplio a la libertad que se estaba estrenando en nuestro país.
¿Qué tipo de connivencia se dio con los asesinos?
El economista Bruno Estrada, al que se entrevista en el documental, nos habla de que, en esos años en los que recién había muerto el dictador y en los posteriores, se dio con bastante frecuencia una connivencia con los estamentos policiales y parapoliciales. Bruno está también escribiendo un libro sobre ello y no estaría bien que yo lo destripara.
¿Qué es lo que más te impactó del testimonio de Alejandro Ruiz-Huerta, único superviviente que todavía sigue vivo?
Asistir con él a ese acto generoso por su parte, de volverse a poner en esa situación, a rememorar aquel momento que fue terrible para él, por lo que supuso y por lo que ha significado a lo largo de todos estos años, me dejó muy impresionada. Observo, ante todo, su convicción de que la historia ha de ser narrada y de que es importante la transmisión de lo que supuso aquel atentado. Todo ello para que no caiga en el olvido, para que sepamos de la crueldad y de la sinrazón de aquellos asesinos que llegaron allí y provocaron la muerte de quien se encontraron, sin saber si era la persona a la que buscaban o si tenía algún sentido asesinarla.
¿Cuál fue el papel de los novedosos despachos laboralistas relatados por sus contemporáneas Manuela Carmena y Paca Sauquillo?
Se sirvieron de leyes que estaban en vigor, pero que no se utilizaban, para defender los derechos de los trabajadores y las trabajadoras en aquel momento. Las personas que estaban al frente de esos despachos se implicaron en la causa, a pesar de que pudieran tener represalias, a pesar de que pudiera suponer un señalamiento para ellas. Me interesó mucho cuando contaron la forma en la que se estructuraba ese trabajo y cómo recurrieron a leyes vigentes. Eso, en mi opinión, ocurre en muchos aspectos de la Constitución, que quedan recogidos, pero que de una forma u otra no se están haciendo efectivos. Por citar un ejemplo, la vivienda es una muestra clara de un derecho que no se está garantizando.
Unai Sordo, secretario general de CCOO ha manifestado que «esta historia debe contarse no solo desde la academia y la investigación histórica, sino también a través de la cultura», ¿qué importancia crees que tiene para recuperar la memoria colectiva?
La cultura tiene un papel fundamental en la recuperación de la memoria colectiva o, como la hemos llamado en nuestro país, la memoria histórica o memoria democrática. Vivo la cultura como un poliedro con múltiples facetas y cada una de ellas puede ser de apoyo, de utilidad, de recreo, en momentos distintos de nuestra vida. Puede servir para distraernos, para sacarnos de un momento de individualidad, para darnos a conocer aquello que nos rodea; una realidad que a veces, por muy cercana, se desdibuja a nuestros ojos. También como espacio de reflexión, como espacio de debate, como confrontación con nosotros mismos.
El cine puede servir mucho
a la recuperación de esa memoria
colectiva y ayuda también a explicarnos
quiénes somos
La cultura juega ese papel muy vasto de podernos ofrecer multiplicidad de aspectos, todos necesarios para nuestro desarrollo como seres humanos. Y, en este caso, creo que el cine puede servir mucho a la recuperación de esa memoria colectiva, porque ayuda a explicarnos quiénes somos, por esa característica de que se puede empatizar con unas imágenes que reflejan parte de la vida de otros seres humanos.
¿Qué tienen en común y en qué se diferencian la actual extrema derecha y la que perpetró los asesinatos de Atocha?
En la película vemos, a través de una mirada colectiva, las diferencias y las similitudes de esa extrema derecha que perpetró el asesinato de Atocha con la de ahora. Son también similares en nuestro país y en otros países de nuestro entorno. Diría que lo que unifica los discursos de aquella extrema derecha de los años 70 con la de ahora, es la estigmatización de quien piensa diferente, de quien tiene un aspecto diferente, de quien expresa su sexualidad, sus ideas, su forma de relacionarse con el trabajo de una forma diferente. Esta extrema derecha que está en auge, lamentablemente, en muchos países de nuestro entorno, tiene en la columna vertebral que «si no piensas y vives como yo, si no tienes el mismo aspecto que yo, no mereces los derechos que yo tengo y eres un enemigo a batir».
Tenemos clarísima la penetración y el manejo que la extrema derecha hace de una comunicación muy agresiva, basada en falsedades que cuesta mucho más desmontar que enunciarlas a través del manejo de las redes sociales. Ahí hay elementos que diferencian mucho la de entonces de la de ahora.
¿A qué consideras que se debe el auge de este movimiento y la escalada de los discursos de odio?
No es sencillo, hay una multiplicidad de factores que hacen que esté triunfando ese discurso y subiendo como la espuma. Si me puedo quedar con uno, diría que en nuestras sociedades actuales existen todavía muchos derechos que no están garantizados para una parte de la población o no lo están con un nivel de dignidad. Es ahí donde aparecen los discursos de extrema derecha, fáciles y falaces, de que no estás teniendo acceso a unos derechos porque te los está robando otro que viene detrás de ti y que a lo mejor viene de otro país; un otro que siempre es más vulnerable. Si te enfrentas y aniquilas a ese otro, vas a garantizarte los derechos que deberías tener a tu alcance. No es una solución real, crea un espejismo.
La extrema derecha quita
el foco de donde verdaderamente
está el problema y lo pone en combatir
a otro que siempre es más débil
Basan su mensaje en soluciones simples, que no son tales, porque nunca es una solución el confrontar a unos contra otros. Los problemas complejos probablemente requieren mirar un poco más arriba. Seguramente hay grupos económicos que están queriendo hacer negocio con algunos derechos, como la sanidad, como la educación, como la vivienda. La extrema derecha quita el foco de donde verdaderamente está el problema y lo pone en combatir a otro que siempre es más débil.
A lo largo del documental, especialistas de diferentes disciplinas como Zira Box, Steven Forti, Silvia Díaz Fernández o Miquel Ramos reflexionan sobre el fenómeno fascista, ¿cómo plantean que podemos combatirlo?
Además de las cuatro personas que vivieron muy directamente el atentado, tenemos a siete especialistas que reflexionan y analizan este fenómeno del ascenso de la extrema derecha y que intentan apuntar algunas soluciones para combatirlo. Pero no es fácil una respuesta sintética.
Desde el sindicalismo se da una respuesta que tiene que ver con organizarnos en asociaciones, en colectivos, no estar aislados. También el periodista Miquel Ramos habla de la importancia de no permanecer aislados ante las pantallas. Es muy importante la información, ser conscientes de que no podemos contar con una sola fuente y darle toda la credibilidad del mundo. Es necesario hablar, compartir las opiniones, las dudas, tener una mirada inclusiva. Hay otra cuestión que es fundamental, que es el participar activamente como ciudadanas y ciudadanos en la toma de decisiones. No basta con dejar un voto en las urnas, tenemos que estar revalidando muchas veces los derechos en las calles, expresándonos, articulando nuestra participación a través de asociaciones. Estas son algunas de las cuestiones que se apuntan para tratar de despertar ante este fenómeno. •

Periodista