Los beneficios de la reducción de la jornada laboral

La reducción de la jornada laboral a 37,5 horas a la semana no es solo un avance social histórico, sino que tendrá una repercusión económica positiva, convirtiéndose en la punta de lanza para la racionalización horaria en España y un avance hacia una organización más equilibrada del tiempo, que se adapte mejor a nuestras vidas.
La inminente reducción de la jornada laboral máxima legal ha intensificado un debate que venía dándose en España en los últimos años: el de la necesaria reducción del tiempo de trabajo, evidenciando su idoneidad para reformar el modelo laboral en favor de la mayoría. Veamos los principales argumentos que consideran esta política la forma más barata y eficaz de solucionar los principales problemas laborales y sociales derivados del exceso de tiempo dedicado al trabajo remunerado.
La reducción del tiempo de trabajo es una medida barata y eficaz, teniendo en cuenta que afectará a 10 millones y medio de personas empleadas, así una mejora salarial para dos millones y medio de, en su mayoría, trabajadoras a tiempo parcial, entre otros beneficios cuantificables como la mejora del bienestar y la calidad de vida de las personas trabajadoras, más contrataciones, el aumento de la productividad, o la reducción de costes por bajas laborales y por ahorro energético, entre otros.
El más importante de remarcar es su bajo coste, al tratarse de un primer paso que no supone una reducción del tiempo de trabajo sustancial, estando además ligado a las nuevas contrataciones y a la mejora de los salarios de las, en su mayoría mujeres, personas empleadas a tiempo parcial, cuyas remuneraciones totales se verán incrementadas al aumentar su parte de jornada respecto al nuevo tiempo completo de menos horas.
La jornada de 37,5 horas semanales va a ser fuente de nuevos ingresos por salarios y por una pequeña reducción del paro, generando, por tanto, aumentos en las cotizaciones, ahorro en prestaciones sociales y nuevos ingresos por impuestos directos e indirectos.
Junto a Verónica Castrillón, hemos calculado en un reciente artículo de la revista Lan Harremanak que el retorno fiscal neto será de alrededor de dos tercios de los costes laborales generados por la reducción del tiempo de trabajo que, en el mejor de los casos, rondarán los 6.800 millones de euros. Mejor significa que suponga más contrataciones y nuevos salarios, es decir, también mayores retornos para las administraciones públicas, generando así margen para compensar esos costes laborales con medidas de financiación para ayudar a las empresas a aplicar la reforma, escollo principal a solventar durante el debate, proceso de enmienda, obtención de apoyos y aprobación parlamentaria que se dará durante la primavera.
¿Por qué tantas resistencias, entonces, de algunos sectores empresariales? De hecho, los beneficios económicos y sociales de la reducción del tiempo de trabajo van a suponer mejoras automáticas en la productividad horaria, así como aumentos del consumo local y las ventas de pequeñas empresas ligadas a la mayor disponibilidad de tiempo y a la mejora salarial.
Este último «efecto multiplicador» ha sido estimado por Paloma Villanueva y Luis Cárdenas en diversos trabajos, contrarrestando las proyecciones económicas negativas que realizan los representantes patronales y entidades ligadas al gran capital.
Numerosos beneficios sociales y económicos
Los más importantes se destacan en el argumentario publicado por la Time Use Initiative: el primero es que millones de personas trabajarán menos horas, mejorando su calidad de vida, reduciendo sus riesgos laborales y favoreciendo la conciliación de su empleo remunerado con su vida y cuidados familiares. En esa misma línea, no hay que olvidar que más tiempo para vivir es también una mejor salud física y emocional, más tiempo para dormir, descansar, estar con familia y amistades, dedicarse a otras actividades importantes para su realización personal. Entre ellas, la que más relevancia tiene en el modelo social es la de mejor reparto del trabajo de cuidados, ya que la reducción de las largas jornadas, siendo además acompañada por un derecho a la desconexión y un control efectivo del tiempo de trabajo, permitirá que se reduzca la división sexista de las tareas domésticas, en especial porque menos tiempo en el empleo remunerado permitirá a muchos hombres asumir la parte que les corresponde, y que ahora mismo no realizan, del trabajo en los hogares.
Pero la reducción de la jornada no es solo una medida social, como apuntábamos, sino que tiene efectos económicos positivos, especialmente en términos de mejora de las remuneraciones, aumento de los salarios hora y de los salarios totales de las empleadas a tiempo parcial, al tiempo que generará una mejora en la productividad, tal y como afirma el economista Joan Sanchís, al reducirse los costes económicos para las empresas y la sociedad ligados a las enfermedades, el estrés y las bajas laborales, así como una reducción del gasto energético ocasionado por la reducción de trayectos y tiempo de estancia en el puesto de trabajo.
Millones de personas trabajarán
menos horas, mejorando su calidad
de vida, reduciendo sus riesgos laborales
y favoreciendo la conciliación
En ese sentido, hay que recordar que una menor jornada favorece comportamientos más sostenibles como caminar, utilizar el transporte público o cocinar y realizar otro tipo de tareas que evitan el consumo de determinados productos y servicios. En último lugar, no por ello menos importante, se encuentra la necesidad que se identifica por amplios sectores de la población de una mejora de las posibilidades de atención a la población infantil, pasar más tiempo con hijos e hijas y demás personas de la familia, lo que debe darse junto a las condiciones idóneas para que ese tiempo sea repartido entre hombres y mujeres por igual dentro de las familias.
Para terminar, nos gustaría recordar la importancia de que la generalización de la semana de 37,5 horas no sea una medida aislada, sino que se debe acompasar de un programa de acompañamiento para pequeñas y medianas empresas que les ayude a implementar la medida. Tal y como indica el acuerdo de coalición, a continuación «se constituirá una mesa con los interlocutores sociales que evalúe los resultados de la reducción y siga avanzando en la disminución de la jornada legal». Igualmente, se debe a probar también la ansiada y reclamada Ley de Usos del Tiempo, sobre la que ya se hizo un anteproyecto y que permitirá una organización del tiempo más equilibrada entre mujeres y hombres fomentando el bienestar de las personas y la eficiencia del tejido empresarial. •

Profesor de Economía en la Universidad del País Vasco