Un relato complementario de la Transición

Un relato complementario de la Transición
FOTOGRAMA | Concentración por "la matanza de Atocha". Vía La conquista de la Democracia
La presentación de la serie documental La conquista de la Democracia, que Radio Televisión Española (RTVE) tiene previsto emitir en marzo, se convirtió en un acto de homenaje a personas y movimientos sociales que lucharon por recuperar las libertades durante el franquismo.

Con la música de la Orquesta de RTVE acompañando algunas canciones míticas de la Transición y la moderación del periodista Xabier Fortes, se avanzaron los contenidos de los seis capítulos que componen esta sería que recupera imágenes inéditas del archivo de la televisión pública y de otras emisoras internacionales.

Ente actuación y actuación, los responsables de la serie y personalidades de la cultura como Elvira Lindo y Natalia Junquera o el antiguo sindicalista Nicolás Sartorius, justificaron este ejercicio de memoria histórica ante el auge de una extrema derecha revisionista y también la displicencia de cierta izquierda de nuevo cuño, pero, sobre todo, la ignorancia de las generaciones más jóvenes sobre este periodo de nuestra historia.

Las palabras desde su butaca en la platea de Dolores Sancho, esposa del sindicalista asesinado, Pedro Patiño, así como las referencias personales del presentador de la gala, cuyo padre militó en la Unión Militar Democrática, evidenciaron que más que un acto de investigación histórica se trataba de recuperar vivencias, a veces, dolorosas de muchas personas que arriesgaron mucho, su vida y su libertad incluso, por recuperar la democracia.

Con un Teatro Monumental cuajado de ministros, sindicalistas, personalidades de la cultura y amigos y familiares de muchos de los protagonistas que aparecen en la serie, los responsables de la filmación trataban de justificar esta obra colectiva por la necesidad de contar y dejar testimonio de “la lucha de los de abajo”, habitualmente despreciada, por la historiografía oficial que se centra en los grandes personajes.

Faltó, quizás fruto del apretado programa organizado en torno a pequeños debates, avances de la serie e intervenciones musicales, una representación más amplia de los movimientos sociales antifranquistas, más allá de las organizaciones sindicales y el PCE, como fueron las asociaciones vecinales, estudiantiles, feministas y culturales, así como de algunas entidades cristianas que, poco o mucho, pusieron también de su parte.

Una realidad que sí reflejaron los rótulos, en los que se informaba de que parte de la Iglesia contribuyó a traer la democracia, y algunas imágenes de reuniones y asambleas en parroquias.

Más allá de las preferencias particulares y las limitaciones de un evento pensado para llamar la atención sobre una serie a estrenar, la obra colectiva filmada parece una oportunidad para completar la narrativa oficial sobre la Transición y de paso estimular la reflexión sobre cómo mejorar los sistemas democráticos y avanzar pacíficamente en libertades y derechos.