No a una paz armada, sí a la seguridad compartida

No a una paz armada, sí a la seguridad compartida

El futuro de Europa se juega en las decisiones de hoy, que deberían poner en el centro las necesidades reales de la ciudadanía y de los pueblos.

Los recientes acontecimientos han revelado a mucha gente una realidad que algunas venimos denunciando hace mucho tiempo: Europa está alimentando una guerra nefasta para el pueblo ucraniano y para el resto de pueblos del continente, que nada tiene que ver con la defensa de unos supuestos valores europeos.

Los dirigentes europeos nos han conducido a un seguidismo suicida de EEUU, cuya agenda es contraria a los intereses de Ucrania y de Europa. Se han plegado a los intereses de EEUU, que se ha beneficiado de esta guerra infame y que boicoteó, junto a Gran Bretaña, un acuerdo diplomático en 2022 que hubiera evitado miles de muertes.

En 2022 a las pocas personas y organizaciones que defendimos la apuesta por la diplomacia, oponiéndonos al rearme y a alimentar la guerra con una potencia nuclear, nos ridiculizaron y criminalizaron. Hoy queda claro que esta guerra se hubiera podido evitar, y que la apuesta belicista ha conducido a Ucrania y Europa al desastre. Pero nuestros dirigentes quieren seguir profundizando en una economía de guerra.

El alineamiento otanista y la subordinación a EEUU de las élites europeas han conducido al saqueo y reparto colonial de Ucrania, a una Europa humillada desde la voladura del Nord Stream al desprecio del fascista de Trump, sin estrategia común, que no pinta nada en el tablero internacional y dispuesta a seguir enriqueciendo el complejo militar.

Hablan de tropas de paz en Ucrania, estarán al servicio del saqueo de EE.UU. allí, y habrá jóvenes que regresarán en ataúdes.

Planean invertir 800.000 millones de euros en “seguridad”, y el secretario general de la OTAN propone reducir los presupuestos de pensiones, sanidad y protección social. ¿De qué seguridad hablan?

Las personas necesitamos seguridad alimentaria, ambiental, trabajo y pensiones dignas, servicios públicos de calidad… Todo esto estará en peligro con el aumento de gasto militar comprometido con Trump.

Hoy la mayor amenaza a la seguridad de Europa son los fondos buitre que se apropian de nuestros recursos, especulan con los bienes comunes y amenazan nuestra soberanía; Los peligros son el fascismo belicista que mina nuestra democracia, o el cambio climático, mientras se abandonan las políticas de transición ecológica.

Trump ha dejado claro que EEUU es una amenaza a la seguridad de Europa. Urge abandonar la OTAN, que sólo sirve los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos, sacar las bases militares estadounidenses de nuestro territorio, y propiciar un orden mundial multipolar, no basado en alianzas militares.

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Urge la negociación para una paz justa, con una Ucrania soberana, democrática y no alineada con ninguna potencia. Debemos liderar un cambio de rumbo, proponer a los socios europeos el control común de los recursos defensivos para una seguridad compartida.

La autonomía estratégica debe fundamentarse en la promoción de la paz y los derechos humanos en todo el mundo (es absolutamente indecente la complicidad de la UE, y de EEUU, con el genocidio que Israel perpetra en Palestina) y también en las relaciones sensatas con nuestros vecinos.

Es esencial proponer una alternativa real de seguridad a la ciudadanía, un proyecto pacifista en favor de la vida y la justicia social

Es esencial proponer una alternativa real de seguridad a la ciudadanía, un proyecto pacifista en favor de la vida y la justicia social. Plantear que la mejor política es la de la distensión y la coexistencia pacífica, detener la espiral armamentista e impulsar políticas de desarme como se hizo después del fin de la guerra fría.

En este contexto, el papa Francisco viene defendiendo la necesidad urgente de “desarmar las palabras, para desarmar las mentes y desarmar la Tierra” y “de reflexión, de calma, de sentido de la complejidad”, en un mundo donde la inmediatez y la polarización a menudo dificultan la comprensión profunda de los conflictos.

Ya expresó en 2017 “que la espiral de la carrera armamentista no conoce descanso y que los costes de modernización y desarrollo de las armas representan una partida considerable de gastos para las naciones, hasta el punto de tener que poner en segundo plano las verdaderas prioridades de la humanidad que sufre: la lucha contra la pobreza, la promoción de la paz, la realización de proyectos educativos, ecológicos y sanitarios y el desarrollo de los derechos humanos”.

Y también ha señalado, con enorme lucidez, que “hay sistemas económicos que deben hacer la guerra para sobrevivir. Luego se fabrican y se venden armas y, con ello, se sanan evidentemente los balances de las economías que sacrifican al hombre a los pies del ídolo del dinero.

Francisco hace un llamamiento a la acción y a la esperanza, “Todo esto exige compromiso, trabajo, silencio, palabras”.

Así es, el futuro está en nuestras manos, todas y todos podemos contribuir a la reflexión y al debate público para cambiar el rumbo y posibilitar un futuro en paz y un horizonte de esperanza para todos los pueblos.