Combatir la discriminación en el trabajo informal en la economía asistencial

La región de Asia Oriental del MMTC organizó un seminario regional en cooperación con el FMC de Singapur en noviembre de 2024. Los doce participantes inscritos (dos delegados y un capellán de cada movimiento) provenían de Japón, Corea del Sur, Taiwán y Singapur.
La reunión siguió el proceso de «VER, JUZGAR, ACTUAR», y los participantes tuvieron la oportunidad de conocer las realidades específicas de cada país. A través de informes concretos sobre la labor asistencial de los distintos movimientos, se constató la existencia de problemas laborales comunes a casi todos los países, que se alejan del nivel mínimo de dignidad humana y trabajo decente.
Las familias están empobrecidas económicamente y enfrentan problemas relacionados con el cuidado de niños y la educación. La mayoría de los cuidadores de niños y ancianos son mujeres. Mientras que el empleo a tiempo completo disminuye y el empleo a tiempo parcial aumenta, los salarios no suben y trabajar muchas horas para criar a los hijos y financiar la familia se ha convertido en la norma. La disparidad en los niveles de vida es cada vez mayor y las madres solteras luchan por llegar a fin de mes, lo que afecta al estado mental de sus hijos. La pobreza infantil también se está convirtiendo en un problema. Por ello, aumenta la necesidad de personal para el cuidado de los niños. En Japón, están surgiendo comedores para niños que no pueden permitirse tres comidas al día.
Esta situación genera desigualdades laborales y de género, así como importantes diferencias salariales para los trabajadores informales. El trabajo informal de los cuidadores y los trabajadores inmigrantes también genera discriminación racial.
Trabajo informal de cuidados
Muchos de estos trabajadores son cuidadores en el sector informal. En el caso de las familias de estos trabajadores, se han denunciado casos de violencia doméstica y malos tratos provocados por el esfuerzo que implica su duro trabajo. Aunque ambos cónyuges trabajen, no pueden pagar la educación de sus hijos debido a los bajos salarios. Como consecuencia, los niños no pueden recibir una educación adecuada y a menudo se convierten en delincuentes o sufren acoso escolar. Esto supone una auténtica ruptura familiar y dificulta el futuro de estos.
En algunos países, los trabajadores migrantes trabajan en condiciones similares a la esclavitud, lo que podría considerarse trata de seres humanos. Pagan tasas de colocación exorbitantes para conseguir empleo y se endeudan mucho antes de poder obtener ingresos. Tienen poca o ninguna libertad para cambiar de trabajo. En realidad, se les trata como objetos, no como seres humanos.
Trabajan muchas horas por salarios irrisorios
Las trabajadoras migrantes del sudeste asiático (Filipinas, Bangladesh, Nepal, Indonesia, Vietnam, etc.) realizan tareas domésticas y cuidan a ancianos. Estas mujeres se convierten en trabajadoras migrantes muy endeudadas porque sus familias están empobrecidas. Algunas de ellas dejan a sus hijos en su país de origen y vienen al extranjero a trabajar muchas horas por salarios bajos, sin poder atenderlos.
Los trabajadores migrantes son objeto de una discriminación institucional inherente. El matrimonio y el embarazo están prohibidos. Las trabajadoras inmigrantes se ven obligadas a abortar. Se han suprimido las prestaciones médicas para los trabajadores migrantes. A los trabajadores migrantes que sufren lesiones o enfermedades se les niega con demasiada frecuencia la asistencia sanitaria.
Nuestros movimientos trabajan por las personas vulnerables y precarias en cooperación y solidaridad con la Iglesia católica y los sindicatos.
«Todo lo que hicisteis con uno de estos hermanos míos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mateo 25:40).

Acción Católica Obrera (ACO) de Japón