Junior sigue promoviendo el protagonismo de niños y niñas al estilo de Jesús

Junior sigue promoviendo el protagonismo de niños y niñas al estilo de Jesús

El movimiento Junior lleva más de 50 años defendiendo una idea bien sencilla pero que, dos mil años después de que nuestro amigo Jesús la planteara, sigue sin entrarle en la mollera a un mundo que resiste a cambiar.

La idea radical de que el reino de Dios pertenece a los niños, y a los que intentamos ser como ellos. Frente a un sistema que sigue tratando a los niños como seres incompletos y sin voz en el mejor de los casos, y como mero nicho de mercado en la mayoría; un mundo al que le encanta hacerse fotos con los más pequeños y decir que los niños  y niñas son el futuro para no asumir que son el presente; seguiremos trabajando para que las niñas y niños de hoy puedan ser protagonistas de su realidad.

Aunque nuestra organización ha pasado por momentos duros, lo cierto es que en los últimos años el espíritu del Padre nos ha empujado a no rendirnos, a crecer y tratar de llegar cada vez a más niños. Por ese motivo, desde Junior Madrid, en colaboración con el resto de movimientos que componen la Federación de Movimientos Junior, hemos dado un impulso grande a la formación de nuevos jóvenes que puedan seguir acercándose a los niños con el estilo de Jesús.

Así, hemos logrado multiplicar el número de educadores en la última década, muchos de ellos antiguos niños de la organización, y hemos podido comenzar a trabajar no solo en la parroquia de San Lucas, en San Cristóbal de los Ángeles, sino también en la parroquia de San Pablo en Vallecas.

No somos una simple actividad de tiempo libre,
aquí los niños y niñas crecen y comparten su vida
para transformar su realidad

Aún así, siguen siendo muchos los retos a los que tenemos que hacer frente. Por un lado, vivimos en una sociedad en la que el compromiso ha pasado de moda, y es complicado hacer entender a las familias de los peques que no somos una simple actividad de tiempo libre, que aquí los niños crecen y comparten su vida para transformar su realidad en colectivo.

También nuestros jóvenes educadores tienen cada vez más complicado compaginar una actividad militante que muchas veces exige mucho tiempo y dedicación con unos trabajos cada vez más precarios, con horarios cambiantes e inestabilidad, que ponen a prueba su compromiso cada semana.

Sin embargo, aquí seguimos, con más de 80 niños y niñas en todo Madrid que cada sábado a las 11 de la mañana se reúnen para jugar y reflexionar, que se van de excursiones y campamentos, que se atreven a expresar y compartir sus preocupaciones en un ambiente que muchos sienten, que muchos sentimos de hecho, como una verdadera familia. Y seguimos viendo qué problemas nos afectan en el cole, la familia o los amigos, juzgando con Jesús y los compañeros qué cosas son injustas y por supuesto comprometiéndonos para actuar, individual y colectivamente, poniendo nuestro granito de arena para construir ese reino de justicia que Él nos anunció.

Muchas cosas han cambiado en estos años, los espacios para conectar con los chavales son cada vez más digitales, las problemáticas varían, el perfil demográfico de las familias que componen el Junior también ha cambiado, pero un mismo espíritu permanece.

El mismo que generación tras generación vamos pasando, el que nuestros educadores más antiguos nos regalaron, el que se cuela en los versos de nuestras canciones, el que habitan en nuestras celebraciones, el que se viene al ‘campa’ cada verano, el que alumbra nuestra reunión de cada semana. Un espíritu que guardamos como un tesoro, pero que también compartimos con todo aquel que quiera acercarse a conocernos, y que tratamos de llevar a todos y todas aquellas que se sienten excluidos de nuestra sociedad.

En el Junior, niños y educadores nos cuidamos, y nos recordamos unos a otros cada semana que otro mundo es posible, porque también una versión mejor de nosotros mismos es posible. Somos una familia que se quiere como Él nos enseñó a querernos.