Marcial Morales: “Esto no va a cambiar sin la gente”

Marcial Morales: “Esto no va a cambiar sin la gente”
Marcial Morales Martín es vicepresidente de la Fundación Yrichen de ayuda a personas drogodependientes. Quien ha sido consejero regional de Asuntos Sociales, alcalde y presidente del Cabildo de Fuerteventura, será el próximo ponente de la Escuela de Formación Sociopolítica y Fe Cristiana, con el tema “Desigualdad y exclusión social”, que se celebra este martes 26, a las 19:00 horas en la Casa de la Iglesia, y puede seguirse por zoom. Para Morales, “la ciudadanía debe exigir al Estado que esté al lado de las personas más pobres”.

¿Cuáles son las ideas centrales de tu ponencia sobre desigualdad y exclusión social?

Constatar una realidad en la que los datos hablan claramente de una situación de desigualdad, de una muy desigual distribución de la riqueza y bienes, lo que significa que hay una parte de la población significativa que tiene muchísimas menos oportunidades. Esto se hace efectivamente visible en la mitad de los niños y niñas condenadas a no tener presente ni futuro, que afecta también a colectivos más vulnerables como las personas con discapacidad y las mayores. Y ahora, especialmente en los últimos años, la población joven de 18 a 25 años, fundamentalmente por el tema de vivienda y la precarización de las condiciones de empleo, pasa a formar una parte muy activa del colectivo perjudicado por esa desigual distribución de riqueza y bienes.

¿Cómo ves la situación de desigualdad en Canarias?

Es terriblemente paradójica, difícil de comprender porque la principal industria que tenemos es el turismo con cifras de récord histórico. Estaremos en casi 18 millones cuando acabe este año, y eso contrasta con una población del 11% en exclusión y de gran pobreza; un tercio largo en situación de vulnerabilidad y dos tercios de la población con dificultades para llegar a fin de mes, mucho más alta que la media española y la europea. Eso implica que algo en el modelo no funciona bien, no es sostenible ni es un modelo de futuro. La economía está casi recalentada y no se traduce en bienestar para la mayoría.

¿Cuáles son las causas que provocan la desigualdad en las islas? 

En Canarias hay un modelo de monocultivo que se repite a lo largo de la historia, que precariza más, desde un punto de vista estructural, la situación de nuestra economía. Hay un modelo de acumulación y de crecimiento sin objetivos, que lo que único consigue es que a más riqueza peor distribución de la riqueza. Este modelo concentra la riqueza en muy pocos, cuya riqueza crece de manera exponencial, y, sin embargo, crece el número de personas, por un lado, en situación claramente precaria y, por otro lado, en esa franja de vulnerabilidad que define esta larga coyuntura de personas y familias con un debilitamiento importante de las clases medias, un síntoma muy claro de una sociedad que se hace estructuralmente más insegura.

¿Esa desigualdad es la que produce el riesgo de exclusión social de un tercio de la población?

Sin duda. Hay que añadir la grandísima problemática, y más de cara al futuro, de acceso a la vivienda. Antes cualquier joven que aspira a independizarse aspiraba como primer objetivo tener una vivienda, aunque fuera en alquiler, hoy ya tiene que conformarse en quedarse en la casa de los padres o alquilar una habitación. Ese es un primer síntoma, incluso en zonas turísticas, con ofertas de trabajo que no se pueden aceptar porque no hay cerca posibilidad de vivir y que la vivienda no impacte de manera insostenible en lo que ingrese la persona o la unidad familiar. El impacto es muy duro y eso está significando un crecimiento exponencial de personas en la calle, y, desde luego, un colectivo cada vez mayor de personas que malamente escapan porque no tienen una alternativa de vida que les permita un mínimo de espacio.

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¿Qué salidas hay para lograr una sociedad más igualitaria e inclusiva?

Evidentemente esto no es una cuestión que pueda resolverse de la noche a la mañana. Apunto varias fórmulas combinadas: en primer lugar, tenemos que exigir más Estado. La situación de los ERTE demostró sobradamente que hace falta una Administración fuerte que responda a momentos como este. Es la mejor garantía que tiene la gente empobrecida que le asegure un mínimo de igualdad, un reparto de renta, con cargos impositivos a quienes más tienen, que permita distribuir a quienes menos tienen. En segundo lugar, que ese Estado fuerte lo sustente y lo exija una sociedad civil, que sea como un quinto poder, una vez que los tres poderes y el cuarto, que son los medios de comunicación, no son suficientes.

¿Qué se necesita?

Hace falta una sociedad civil articulada, fuerte, informada, formada, comprometida que exija, por una parte, Estado, y, por otra, a través de las mediaciones que se da esta sociedad, se comprometa a una acción continuada que vaya modificando la situación. Y estos actores combinados con una serie de herramientas como la vivienda, el trabajo digno, la formación, el sistema público de sanidad, las ayudas no cronificadoras, sino todo lo que aporta la comunidad y todo ello, muy importante, siempre en clave de procesos. No se trata de medidas aisladas sino de procesos integrales de acompañamiento y de desarrollo de la comunidad. Por lo tanto, desarrollo comunitario, trabajo en red y, desde luego, siempre en perspectiva global con muchísima importancia de lo local, lo cual implica acciones locales, y un protagonismo importante de los ayuntamientos, que no están en su mejor momento porque están debilitados para liderar ese desarrollo que les corresponde.

¿De quiénes dependen esas soluciones?

El protagonismo importante es el de la sociedad civil, que exija, por un lado, que el Estado esté al lado de las personas más pobres, porque tiene la responsabilidad de equilibrar una sociedad que continuamente tiende a un mayor desequilibrio, y, por otro lado, la dimensión comprometida que a través de todas las mediaciones políticas, sociales, sindicales, ambientales, habitacionales, etcétera, en colaboración y en procesos siempre largos que camine hacia una situación que vaya virando la situación que, si miramos las cifras con perspectiva del tiempo, no ha hecho sino empeorar la desigualdad. Lo que decía Felipe González, que lo primero es tener tarta y después repartirla, no es cierto, porque cuanto más tarta hay menos se reparte porque se concentra. Una sociedad civil fuerte es la clave, y corresponde a la ciudadanía, con ese concepto de cuidadanía de las personas y del medio ambiente, tener un papel fundamental. Esto no va a cambiar sin la gente.