Pastoral del Trabajo de Getafe apuesta por cuidar el trabajo para cuidar a las personas y al planeta
La responsable general de Difusión de la HOAC, Pili Gallego, defendió la necesidad de “cuidar el trabajo”, en la XXX Jornada Diocesana de Pastoral Obrera de Getafe, celebrado ayer sábado en parroquia de San Eladio, de Leganés.
El encuentro, convocado con lema “Cuidar el trabajo para cuidar la vida”, sirvió para profundizar en “el nuevo paradigma de los cuidados, frente a la lógica actual de consecuencias devastadoras”, como “una manera de sentir, pensar y actuar que busca crear las condiciones de una convivencia más justa y humana que ponga la vida en el centro”.
Como dice Luis Aranguren, “sin cuidarnos unos a otros, sin cuidar la vida social y sin cuidar el planeta, no podemos vivir dignamente. Somos para cuidar y sobre todo cuidar la fragilidad”. La responsable de la HOAC, sin embargo, admitió que la sociedad parece atrapada en una lógica destructiva que persigue la máxima rentabilidad a través del crecimiento material ilimitado, dentro de la cual “el cuidado es un coste”.
Por eso, en Fratelli tutti, el Papa insiste: “Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo”. Francisco no se cansa de repetir que lo primero que se debe cuidar es a las personas que realizan el trabajo.
Dentro de esta apuesta por la cultura del cuidado, el trabajo juega un factor clave, capaz de desplegar el cuidado pero también necesitado de cuidado. “Cuidar el trabajo es buscar que sea humano, es decir, que se realice en condiciones dignas y de manera que cuide la sociedad y la casa común”, defendió Gallego.
El cuidado del planeta
Además, como actividad humana, el trabajo también tiene importantes implicaciones para el planeta. De hecho, aseguró la ponente, “el descuido del planeta también es un descuido del trabajo y de la vida porque pone en peligro la vida en condiciones dignas de las futuras generaciones y hace más difícil la vida de las personas empobrecidas y hasta la propia supervivencia de la humanidad”.
El trabajo “está llamado a cuidar de la creación, del planeta como casa común, inseparable del cuidado de la humanidad que lo habitamos”, continuó. Desde esta perspectiva, la organización del trabajo ha de orientarse a cuidar de la vida social.
Esto implica una transición hacia trabajos que respondan a las necesidades humanas, garantizando socialmente que todas las personas puedan aportar sus capacidades, destacando, en opinión de Gallego, la urgencia de reconocer y valorar “los empleos esenciales para la vida social” e incluso aquellos que no son empleos, pero sí “trabajos esenciales para el cuidado de la vida y el funcionamiento de la sociedad”.
Para ello, hacen falta marcos institucionales que favorezcan también “cuidar el valor y sentido de las empresas”, entendidas como “comunidad de trabajo al servicio de la sociedad”, que cuidan el trabajo y a las personas trabajadoras y revisar las prácticas de consumo, para apostar por trabajos que respondan a verdaderas necesidades sociales, y, muy especialmente, “apoyar la labor de las organizaciones de trabajadoras y trabajadores”.
El cuidado de las personas
Gallego explicó que “cuidar a la persona trabajadora es cuidar y promover su seguridad y la salud integral, favorecer un empleo estable que permita desarrollar un proyecto de vida y respetar los derechos de las personas trabajadoras”.
Pero también, supone “promover los derechos sociales de todas las personas y familias, porque protegen a las personas a lo largo de su vida y ante diversas circunstancias liberándolas de quedar a merced de la rentabilidad económica para sobrevivir”.
Trabajo digno
En definitiva, “cuidar el trabajo, cuidar la vida es reconocer y respetar la dignidad del trabajo” Benedicto XVI en la encíclica Caritas in veritate plantea que trabajo digno es un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer. Así que “reconocer y respetar la dignidad del trabajo es también “cuidar el trabajo”.
Como recordó Gallego, la Doctrina Social de la Iglesia parte de que la dignidad del trabajo está directamente vinculada a la dignidad de la persona, por lo que el primer fundamento del valor del trabajo es el hombre mismo (la persona), su sujeto. El trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo. (Laborem exercens, 6)
Para la enseñanza católica, el trabajo es lo que hace al hombre semejante a Dios, porque con el trabajo el hombre es un creador. Es la dignidad de la persona y la dignidad del trabajo lo que reclama que el trabajo sea humano y lo que nos hace plenamente humanos es el amor. Por eso, “cuidar el trabajo es una expresión del amor que nos humaniza”.
Por lo tanto, para el pensamiento cristiano, el trabajo, un don que no tiene precio, forma parte de nuestro ser y vocación, cuya finalidad más honda del trabajo es servicio a los demás, llamado a ser instrumento en la construcción de la sociedad, para cuidar la vida social y del planeta, camino para construir comunión y fraternidad.
La comunidad cristiana, según la responsable de la HOAC, no puede perder la capacidad de imaginar y pensar otra realidad distinta a la que dominante. Soñar juntos tiene un gran valor porque “es lo que nos puede mover a la acción concreta en defensa de la dignidad de cada persona”.
Gallego animó a “caminar en la esperanza, imaginando otra realidad más humana y buscarla construirla juntas y juntos”.
Redactor jefe de Noticias Obreras