Cuidar el trabajo, cuidar la vida

Cuidar el trabajo, cuidar la vida
Foto: Selim Arda Eryilmaz (unsplash)

Defender un trabajo que cuide, un trabajo saludable implica pararnos a pensar en que nos hace “humanos a los seres que nos llamamos humanos”. El trabajo no es simplemente, ni desde la perspectiva cristiana ni la social, un mecanismo instrumental, un modo de ganarse la vida, sino que también es el ámbito donde se juega el bien de la persona, en palabras del papa Francisco «no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo».

Los cambios en el mundo del trabajo, con el aumento de la economía informal, la precariedad, la digitalización… son un gran impacto en las condiciones de trabajo más allá de los derechos  laborales, están siendo muy profundos ya que cada día hay más personas que trabajan en remoto, es decir, se trabaja más directamente en la calle (no hay espacio físico, fábrica…) y se reciben órdenes a través de una aplicación informática. No hay lugar físico ni tampoco institución con reglas claras, con derechos y obligaciones, con responsabilidades diferenciadas, y todo esto resiente el mundo del trabajo. Esto genera un cambio en el significado de seguridad y salud laboral.

Todo esto hace que nos preguntemos ¿qué relaciones existen hoy en día en el mundo del trabajo, y si estas propician el cuidado de la salud?

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), cerca de tres millones de personas pierden la vida cada año debido a accidentes laborales y enfermedades laborales. En España cada día dos personas mueren por siniestralidad laboral. El aumento de la carga de trabajo y el miedo a perderlo disparan la tensión que soportan las personas trabajadoras (en España se conoce que la primera causa de muerte es infarto y derrame cerebral, que guarda estrecha relación con el estrés).

Según los sindicatos (CCOO y UGT), en Granada se ha cerrado un 2023 negro de muertes en el trabajo, 16 personas pierden la vida. Todos los accidentes se producen durante la jornada laboral y todos hombres. Ambas instituciones hablan de dos causas principales: la falta de formación (empleados recién contratados) y el segundo la falta de coordinación entre empresas contratas y subcontratas que nos les informan de los riesgos laborales y el plan de prevención, y esto provoca siniestralidad. También mencionar que hay muchos siniestros y enfermedades en donde no se puede demostrar su origen laboral. Basta pensar en la salud mental.

También puedes leer —  Fiscalía especializada: una necesidad contra la siniestralidad laboral

Asistimos a un descarte estructural. Según dice el papa Francisco, hay personas sobrantes, superfluas, consideradas desechos humanos, llegando a afirmar que «esta economía mata». Este descarte estructural lleva al descarte social, es decir como eres un parado, un inmigrante, un sin hogar… quedas fuera, en el margen, no me sirves, y de ahí que ese «no sirvo, no valgo social, lo vamos interiorizando».

Ante este panorama desolador la Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de la espiritualidad como una de las dimensiones básicas de la salud integral. Cuidar la salud laboral es también cuidar la espiritualidad, luchar por unas condiciones dignas de trabajo para sostenerse desde lo más profundo y hondo, quedando cubierto todo ese ámbito relacional, pues como dice el papa Francisco «el individualismo es la causa de gran parte de nuestros problemas sociales». Si solos no podemos nada, toda dignidad de trabajadores, trabajadoras, reside en la capacidad de las causas colectivas defendidas comunitariamente.

Con el lema “Cuidar el trabajo, cuidar la vida” la campaña de la Hermandad Obrera de Acción Católica( HOAC) quiere ser respuesta comunitaria a la deshumanización y las injusticias de las que son víctimas las personas en el mundo obrero y del trabajo. Reivindicamos mantener unas relaciones humanas en el mundo laboral, cuidando que no se nos individualice cada vez más, pues en estas relaciones vamos contrayendo nuestra humanidad colectiva.