Vínculos

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Imagen I Suriyawut Suriya (vecteezy

«Somos soledades en convivencia»
—María Zambrano

Ojalá el desencanto no cierre los caminos,
ni dudas ni lamentos
arruinen corazones solitarios.

Porque el aliento impredecible,
que nos remueve lo hondo,
ofrece su maná
como don compartido;
la soledad que no está sola,
lejos de ser renuncia, se vuelve hallazgo.

Los vínculos que nacen del dolor,
en nuestras manos ponen sus acentos,
deshacen egoísmos;
pues ahora son levadura y raíz,
la lección aprendida del abrazo
como una eternidad.

Porque hay una memoria que nos fue arrebatada
cuando el corazón era puro.
Hoy
un tímido barbecho, que en sus grietas
lleva la sed de entonces,
quiere recuperar
el latido de humanidad
cuando nos mecen con el temblor y el miedo.

Nos miraremos donde la alegría
trasformará nuestro pesar,
nos miraremos todos.
Recoged el aliento de la infancia,
olvidad lo que rompe los recuerdos,
seamos por un día
el niño en su inocencia
–prodigio y gozo–,
y busquemos sin pausa
esa amistad que se hace territorio y llanura,
impulso que construye
la generosidad que va contracorriente.

Al otro lado de la luz

(Beber de mi peligro, 2013)

Es tu silencio, madre,
la voz que necesito.
[…] ¡Si al otro lado de la luz aún me esperaras
con la blanca merienda de la nada
y el hilo a punto de coser mi nombre
en la bata de cuadros de la muerte
para aprender la eternidad contigo!

Beber de mi peligro
Isabel Abad
Editorial Torremozas 2013
80 págs.

Isabel Abad nació en Barcelona en la segunda mitad del siglo XX y es una notable filóloga.

Su obra está vinculada con las Humanidades, desde la traducción a la docencia de las Lenguas Clásicas. Tiene varios poemarios publicados. Muchas de ellos han recibido premios, entre los que se encuentra II Premio de Poesía Ámbito Literario, Juan Boscán, Carmen Conde, el Ciudad de Toledo y el Vicente Aleixandre de poesía, entre otros.

Desde hace varios años, Isabel escribe crítica literaria en varias revistas nacionales e internacionales; además, su poesía ha aparecido en numerosas antologías y ha sido traducida a varios idiomas. Algunos de los temas presentes en su lírica son el amor, el dolor y la muerte, desde una mirada filosófica y poco convencional.

El libro contiene 50 poemas, repartidos en las tres partes en que se divide: Los labios en la sed, El cauce silencioso y Olas en la ceniza. En la primera parte, el recuerdo, el alma de los nombres y la esperanza hacen su recorrido por los versos, la mayoría en verso libre, pero con esa musicalidad interna. En la segunda, la presencia de la madre está patente, siguen los recuerdos y los sueños: «Hospital de mis sueños, / ¿dónde te ocultas, madre, / que no hay venda ni abrigo?». «Esta es mi cama, madre. / Mira conmigo el río de la colcha / atravesando el frío del recuerdo». En la tercera parte estallan las emociones y sentimientos, la nostalgia: «el lienzo que en tu piel / es cortina hacia el alba». «Cántaro y pan para este fuego quieto».

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Azar

Monólogo del entreacto (cien poemas, 1982-2005)

No es el azar
quien desploma tinieblas
en la claridad indecisa del suburbio.
Tampoco es el azar
quien concede penumbra a la piel de sus moradores.
Es la labor sin tregua de las cifras,
la inquietud que en los números
crepita con la llama de la usura.
[…]

Monólogo del entreacto (cien poemas, 1982-2005)
Manuel Rico
227 págs. Hiperion Poesía, 2007

Manuel Rico nació en Madrid el 27 de octubre de 1952. Empleado de banca desde los 17 años, combinó durante años ese trabajo con la literatura, con los estudios universitarios y con su militancia clandestina en el Partido Comunista, partido al que se afilió en 1972. Realizó en la Universidad Complutense de Madrid sus estudios de periodismo, de los que se licenció en 1982. Se incorporó en 1995 al Partido Socialista.

Monólogo del entreacto es un recorrido por la obra poética de Manuel Rico a través de cien poemas, seleccionados por el propio autor. Son poemas que tienen que ver con lo cotidiano y la memoria, donde se amalgaman «palabra reveladora y conciencia crítica».

Los poemas son regreso y memoria, desde la calma o la tormenta que se graban e intentan salvar la nostalgia. Nos abruma su cerco. / Porque ya es imposible / recobrar la blancura o el olor a lejía / de la ropa lavada, tendida sobre el prado.

En el muro trasparente nos habla de las confidencias del lenguaje, el fuego de la palabra: «el muro a levantar entre las sombras», un muro de palabras que siempre presente «no nos deja tranquilos, nos sorprende / y nos cerca y quizá nos emborrache / un segundo quizá».

Como dice Marta Sanz en su estudio preliminar de la obra: «La palabra, en Rico, es un instrumento al servicio de una intención que, en su deriva, permite al autor mirar con otros ojos la realidad, lo que duele y lo que hace reír, lo que nos atrevemos a pensar y lo que oímos a todas horas».