La crisis de los precios de los alimentos
«Si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados, denle mejores alimentos. Somos lo que comemos». Esta frase la enunció, en su escrito Enseñanza de la alimentación de 1850, el filósofo y antropólogo alemán Ludwig Feuerbach.
La alimentación es, así considerada, una necesidad y un derecho que debe ser garantizada para todas las personas. A la vez que un objetivo esencial para promover la construcción de una sociedad más justa, concibiendo que una alimentación sostenible es la base de la vida, fuente de bienestar y elemento empoderador.
Desafortunadamente, el número de personas que no puede alimentarse de forma adecuada en España es alarmante. Algo que la pandemia de la COVID-19 permitió visibilizar, con las imágenes de las colas del hambre. Una realidad que ya existía, pero que se acrecentó con nuevos perfiles de personas que perdieron sus empleos como consecuencia de la crisis sanitaria.
Y la situación se ha visto agravada, de manera especial, en el último año por la subida incesante de los precios. El año 2022 cerró con una inflación media del 8,3%, la tasa más elevada en 36 años. Más preocupante aún fue lo acontecido con el precio de los alimentos, que terminó el año subiendo hasta el 15,7%. Y algunos experimentaron subidas por encima de esta cifra, ya de por sí elevada. Los mayores incrementos se registraron en el azúcar (50,6%), aceites y grasas (38,1%), leche (37,2%), huevos (29,8%), cereales y pastas (22,6%), y en otros como el agua mineral, refrescos, zumos de frutas y vegetales y la carne.
Contenido exclusivo para personas o entidades suscritas. Para seguir leyendo introduce tus datos o suscríbete aquí. Si no los recuerdas, haz clic aquí
Economista y politólogo