¿Quién puede matar a un niño?

¿Quién puede matar a un niño?

No sé si os acordáis de la película de Narciso Ibáñez Serrador ¿Quién puede matar a un niño?, basada en una pareja de turistas ingleses, donde ella estaba embarazada, que llegaban a una pequeña isla española y descubren con el transcurrir del tiempo que los niños y las niñas habían matado a los adultos, tal vez porque los adultos en muchos lugares del mundo mataban a niños y niñas. En el momento de darse cuenta de lo que había ocurrido, intentan huir del lugar, procurando no hacer daño a ninguno de los niños o niñas, a pesar que los persiguen para matarlos. La película te pone ante el dilema si eres capaz de matar a un niño, aunque estemos en un escenario donde los niños y niñas están matando a las personas adultas.

La pregunta de quién puede matar a un niño tiene varias respuestas que reflejan el horror y la crueldad del mundo con millones de niños y niñas.

Los ejércitos de todos los Gobiernos, cuando entran en conflicto, matan a niños y niñas del país que consideran enemigo. Lo estamos viendo en Gaza, donde el ejército de Israel ha matado a miles de niños y niñas palestinas con las bombas e impidiendo que entre la ayuda humanitaria, alimentos, agua o medicina.

Muchos grupos armados entran en poblaciones matando a las personas que se van encontrando, incluido los niños y niñas. Lo vemos en el Sudán donde hay un genocidio y un desplazamiento de la población que supone la muerte de muchas criaturas.

Las multinacionales, junto con los Gobiernos corruptos, que acaparan de una manera depredadora los recursos naturales de un país con violencia, condenando a la población infantil a la pobreza y la miseria que se traduce en desnutrición por falta de alimentos, agua y atención médica.

Gobiernos dictatoriales que reprimen a la población, enriqueciendo a las élites y despojando a la mayoría de la ciudadanía de lo necesario para cubrir sus necesidades básicas, causando un gran sufrimiento a la población infantil.

Gobiernos considerados democráticos cuyas políticas conllevan la negación de los derechos a la atención médica o a garantizar el sustento básico a los niños y niñas, como vemos en Argentina o en Estados Unidos, que siendo una potencia mundial tiene una gran mortandad infantil.

Vemos muchas imágenes de rostros de niños y niñas que son la expresión de su inmenso sufrimiento por la guerra, la pobreza, la esclavitud infantil, los abusos sexuales… que recorren todos los rincones del mundo y nos llegan, pero no provoca ninguna reacción ni de Gobiernos ni de una mayoría de la ciudadanía.

FOTO | Niña gazatí trasladada al Hospital Al-Shifa. Vía ONU

La mirada de estas criaturas con el rostro aterrorizado, horrorizado, con la mirada perdida, con la mirada vacía de vida y llena de dolor no provoca indignación. Al hilo de esto, veo bebés a mi alrededor de mi familia o de amistades que son queridos, protegidos y que sus progenitores trabajan con ilusión y motivación para darles un buen futuro y no sienten la amenaza de una guerra o el expolio de una multinacional; no sienten que las bombas, las balas, la falta de alimento o de agua o la falta de atención sanitaria les puede arrebatar a los que más quieren, a su hijos e hijas. De hecho, cuando vemos una criaturica tan pequeña, tan vulnerable, pensamos quién puede hacerle daño.

Siento que hay muchas personas, desde la política, lo militar y lo empresarial, que sí pueden matar a un niño o una niña sin sentir ningún remordimiento y hasta se vanaglorian de ello. Pero veo también la cantidad de personas, de organizaciones sociales, congregaciones o grupos religiosos de cualquier credo que siguen luchando porque la infancia viva en paz, en un ambiente de armonía, en una situación de protección y desarrollo integral; que puedan sonreír, jugar, ir a la escuela o a un hospital si lo necesitan. Es la lucha porque todos los niños y todas las niñas crezcan en un ambiente de libertad, de justicia, de ternura y de fraternidad y que nadie les arrebate sus derechos y sus vidas.