Bermúdez: “La Iglesia va a remolque de la sociedad en discapacidad, mujer y orientación sexual”

Bermúdez: “La Iglesia va a remolque de la sociedad en discapacidad, mujer y orientación sexual”
Felipe Bermúdez Suárez, doctor en Teología y miembro del equipo directivo de la Fraternidad de Personas con Discapacidad (FRATER) de la diócesis de Canarias, abordará, este martes 28 a las 19:00 horas, el tema “La inclusión de las personas con discapacidad en la sociedad y en la Iglesia” en la Escuela de Formación Sociopolítica y Fe Cristiana. Según el ponente, “la gente frágil podemos enseñar mucho a la gente que se cree potente, poderosa y autosuficiente”.

¿En qué te vas a centrar en tu ponencia?

Es un tema interesante. No es el primer problema que tiene la humanidad actualmente, pero sí es un problema que nos afecta a todo el mundo, y del que cada uno de nosotros podemos hacer algo. Abordaremos el cómo buscar una sociedad inclusiva, que incluya también a las personas con discapacidad. Y también hablaremos de una Iglesia que asuma el reto de la inclusión.

¿Cómo ha evolucionado la situación de las personas con capacidad en la sociedad en los últimos 50 años?

Este ha sido un punto en el que la humanidad ha dado un avance bastante significativo. En este medio siglo, los colectivos de personas con discapacidad se han ido organizando de manera admirable en todo el mundo. Han conseguido que las leyes protejan nuestros derechos aprobados por Naciones Unidas, la legislación europea y por distintos estados. En tercer lugar, se ha conseguido una mayor conciencia social, en general y, en cuarto lugar, se han conseguido logros en los medios de comunicación sobre la accesibilidad universal. No es por igual en todos los continentes, en todos los territorios, en todas las culturas. Por ejemplo, ser una persona con discapacidad en el centro de África es muy distinto a serlo en Alemania o en Bélgica.

¿Esos pasos se han dado en la Iglesia también?

La Iglesia ha ido a remolque de la sociedad en este sentido e igual que en otros como la mujer, las personas con otra orientación sexual. En todos esos temas la Iglesia ha ido a remolque. Y, en ese aspecto, podemos decir que muchos logros que se han conseguido en la sociedad civil todavía quedan pendientes en la Iglesia, aunque el panorama en las últimas décadas ha ido cambiando. El Concilio Vaticano II ha ayudado mucho en el impulso de una Iglesia renovadora, que asuma los retos sociales, pero queda mucho por andar.

¿Cómo se ha situado la FRATER en la lucha por la inclusión?

Nosotros tenemos la suerte de ser un movimiento organizado de personas con discapacidad con la doble dimensión: hacemos presente dentro de la Iglesia esta problemática y, curiosamente, al ser personas creyentes hacemos presente, de alguna manera, el Evangelio y la Iglesia en el mundo de la discapacidad. Nuestra participación en esta movida en las últimas décadas ha sido importante. La Frater, a nivel español, ayudó mucho, cuando vino la democracia, hace cuarenta y pico de años, en la elaboración de la Ley de integración social de los minusválidos de 1982 y, después, en la Ley Canaria de 1995 de accesibilidad. A nivel social, la Frater, junto con otras muchas organizaciones, han jugado un papel importante. También dentro de la Iglesia nos ha tocado dar la batalla siempre. Lo hicimos en el sínodo diocesano de 1987 a 1992, logrando que muchos planteamientos se integraran, y más tarde ahora, con ocasión del sínodo universal del papa Francisco, hemos tenido una actuación destacada.

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¿Qué ha significado la participación de la Frater en el sínodo?

Ahora que se está hablando del Jubileo, para nosotros ha sido un período jubilar, ha sido totalmente una gracia, una bendición por la participación. Hay que tener en cuenta que desde el principio, cuando salió la idea del sínodo, la Frater tomó un papel muy activo. Hemos caminado de sorpresa en sorpresa. La primera fue que desde la Secretaría del Sínodo se creó una consulta especial para escuchar a las personas con discapacidad. Curiosamente invitaron a la Frater Intercontinental a participar con otras 30, quedándose cinco representándolas, siendo uno Enrique Alarcón, entonces presidente de la Frater de España. Se entregaron dos documentos —La Iglesia en nuestra casa y Alegría sin límites-– a la Secretaría y al Papa personalmente. Después, el Papa elige a Enrique Alarcón para la asamblea sinodal, y ahora, una vez que ha terminado el documento final con nuestras aportaciones, se ha creado un grupo de estudio número dos Escuchar a los pobres y a la tierra, presidido por una laica australiana, en el que se ha creado un subgrupo llamado Discapacidad, invitando a Enrique Alarcón como su presidente.

¿Y qué supone eso?

Que la Frater está comandando a nivel mundial un grupo sobre discapacidad que se va a plasmar en un observatorio eclesial de la discapacidad que se presentará al Papa en junio. La Frater está entusiasmadísima con lo que se está realizando.

¿Cuáles son los retos para la sociedad?

En el mundo de la discapacidad vivimos la vulnerabilidad, la fragilidad como algo no solo de algunas personas, sino como algo inherente al ser humano. Somos constitucionalmente frágiles y vulnerables. Nosotros podemos ayudar a la humanidad a comprender la fragilidad y a vivirla a través de los cuidados. Se habla mucho de caminar hacia una sociedad de cuidadanos, donde nos cuidemos unos a otros, donde juntos cuidemos la tierra, que es la casa común. También tenemos mucho que aprender. La inclusión nos va a beneficiar a todos: a las personas con discapacidad porque recibimos muchas cosas de la sociedad y a esta porque recibe muchas experiencias específicas de la fragilidad. La gente frágil podemos enseñar mucho a la gente que se cree potente, poderosa y autosuficiente.

¿Y cómo tendría que avanzar la Iglesia canaria?

La gran novedad respecto a las personas con discapacidad en la Iglesia va a venir desde arriba. El sínodo es un proceso de ida y vuelta. Esperamos de Roma unas orientaciones muy interesantes y tenemos que estar atentos para hacerlas vivir aquí en la Diócesis. Es un momento de esperanza.