Frontera Sur griega: los tres sueños rotos de las personas refugiadas

Frontera Sur griega: los tres sueños rotos de las personas refugiadas

Un grupo de cuatro personas de la Asociación Amigos de Ritsona estuvimos en Atenas compartiendo un trozo de vida con las personas refugiadas y con las diversas ONG. que aún se mantienen sobre el terreno. El tiempo beneficia a los poderosos en su violencia y en su codicia, pero, merma la capacidad de solidaridad y permanencia por la falta de recursos económicos.

Hay varias ONG. que ya no están por falta de apoyos económicos y las que permanecen se han visto obligadas a reducir sus actividades con lo que significa que no poder acoger y acompañar desde una perspectiva humanitaria plena. Una activista nos decía, con el corazón desgarrado, que dos muchachas que quería muchísimo tenían que abandonar el proyecto por cumplir la mayoría de edad y que no encontraba continuidad de acompañamiento, con lo cual, posiblemente, su futuro sería la prostitución. Su impotencia y su sufrimiento eran inmensos.

Cada vez hay más silencio sobre este drama de las personas que huyen de las guerras, las violencias, el hambre, la sed y la falta de atención médica. La indiferencia social se encarga de invisibilizar el grito de las personas refugiadas. Pero, también pongo en valor a las personas que siguen luchando a contracorriente y siguen siendo esperanza para esas personas refugiadas que sienten que sus sueños se han roto. Son tres sueños rotos.

El primer sueño roto fue en su tierra, en sus pueblos, en sus ciudades cuando un día inesperado comenzaron a caer bombas y había disparos por las calles. La vida se rompió sin saber que en algún despacho alguien decidió provocar una guerra para saquear los recursos naturales de su país. Alguien puso el dedo en el mapa y debajo de ese dedo estaban millones de personas que solo querían vivir, que soñaban con una vida normal.

Sueños rotos llenos de muerte y destrucción: hijos e hijas muertas, sus viviendas destruidas, personas heridas que no podían ser atendidas y que fallecían retorcidas de dolor, sin agua, sin comida. Se quedaron sin vida y el único camino era sobrevivir.

El segundo sueño roto fue cuando llegaron a Grecia, pensando que iban a tener una acogida desde la empatía, la ternura y la solidaridad. Se encontraron muros, campos de personas refugiadas convertidas en cárceles, donde la comida era asquerosa y el trato es inhumano, donde las violaciones de los derechos humanos se producen diariamente con toda impunidad. Había una pregunta que salía de lo más profundo de su corazón: Venimos huyendo del horror de una guerra que no hemos provocado ¿por qué nos tratáis como si fuéramos una amenaza?

El tercer sueño roto es que su deseo de volver a su país cuando haya paz y se produzca el proceso de reconstrucción se aleja.

Cuando empezó la guerra y pudieron llegar a Europa, además de los millones de desplazados, pensaban que la guerra llegaría a su fin en un tiempo limitado, pero, han pasado años y todo indica que esta situación adquiere un tinte de permanencia porque es un conflicto entre las grandes potencias que luchan por la hegemonía mundial. Sienten con angustia que el final de la vida los va a alcanzar antes que puedan regresar.

Son sueños rotos y sienten el olvido, eso nos manifestaban, el maltrato del gobierno griego siguiendo la política de la Unión Europea, pero, siguen luchando con todas sus fuerzas y con sus resquicios de esperanza por el amor hacia sus hijos e hijas; sienten que no pueden desfallecer y que tienen que luchar por darles el mejor futuro posible, un futuro que le arrebataron los países poderosos y sus multinacionales. Sueños rotos y aliviados por las personas que los acogen, que los acompañan, que los quieren, que muestran su amistad y que forman parte de sus vidas. Muestran un agradecimiento que no hay palabras para describirlo.

Pasa el tiempo y los nubarrones del abandono y el olvido están presentes, pero, siguen saliendo pequeños rayos de esperanza porque las personas refugiadas siguen luchando por sus vidas y hay gente que sigue extendiendo sus manos y los abrazan.