Seguimos en camino
Terminada la fase de recogida de aportaciones en España al proceso sinodal y realizada la síntesis, comprobamos con cierta tranquilidad los avances producidos, frutos del discernimiento, el diálogo y el buen hacer de algunas diócesis, congregaciones y movimientos (54 diócesis y 20 realidades eclesiales). Vamos avanzando en este discernimiento común a pesar de todo. Y digo a pesar de todo por las manifiestas dificultades habidas en el proceso.
Es cierto que las madres y padres sinodales, a tiempo y a destiempo, han estado trabajando para animar y entusiasmar, a cuantos más mejor, invitándoles a hacer una última reflexión sobre lo ya planteado en el Informe de síntesis de la asamblea de octubre pasado en Roma. También lo es el esfuerzo de algunas diócesis, realidades laicales y de sus obispos en seguir dando vida a este proceso. Pero, en general, ha sido poco el apoyo sostenido, poca la apuesta mantenida en el tiempo. Entendiendo la importancia de este momento no todas las diócesis se han involucrado o han priorizado la tarea de construir sinodalidad.
Sin embargo, este sigue siendo el tiempo de construcción de la Iglesia de los próximos siglos con la participación de todas las personas bautizadas. Una Iglesia, “otra” que dice el papa Francisco y que ha de poner acentos diferentes. Una Iglesia que empieza a dibujar líneas muy claras de cómo se quiere construir para ser más comunitaria y corresponsable, más evangélica y encarnada.
El documento de trabajo elaborado en nuestro país, Hacia octubre de 2024, recoge con claridad temas que podemos considerar esenciales para llevar a cabo este avance como son:
— El protagonismo de los pobres en la Iglesia: Según dice “para ser testimonio auténtico para el mundo”. Una Iglesia que “debe denunciar las causas de la pobreza y levantar la voz ante situaciones de injusticia donde no se respete la dignidad de la persona”.
— Las mujeres en la vida y en la misión de la Iglesia. En el texto se reconoce la importancia del papel de la mujer en la Iglesia para la credibilidad del mensaje evangélico, pero sobre todo para ofrecer un rostro adecuado de Dios.
— Una Iglesia que es misión. y, por tanto, “ha de concentrarse en cada sector y ambiente de la pastoral”, lo que exige “fortalecer la corresponsabilidad”.
— Una Iglesia que escucha y acompaña. Partiendo de “estar atentos a la realidad que nos rodea”, procurando “crear espacios donde acoger a todos, creyentes y no creyentes insistiendo en el cuidado y acompañamiento; el mayor protagonismo, la escucha y la cercanía con los jóvenes; el compromiso de los fieles laicos en los distintos ambientes sociales, culturales y laborales”.
También se recogen iniciativas para compartir dones y carismas, ejercer la corresponsabilidad, trabajar la complementariedad y entender que todos somos pueblo de Dios y tenemos igual dignidad.
Está claro que en diálogo sinodal hemos avanzado y es una buena noticia. La cuestión está, visto el poco interés de muchos, en si conseguiremos el suficiente impulso para mantener vivo el entusiasmo y seguir adelante con esta tarea.
Sabemos que otras comunidades y otros territorios no pueden avanzar al mismo tiempo, pero es triste comprobar que en España no se ha puesto el suficiente empeño. Confiamos en el Espíritu al que seguimos invocando para que todo esto encuentre caminos que quizá a nosotros se nos escapen y tiempos en los que ir construyendo la sinodalidad que en esencia somos.
Presidenta general de la HOAC