Enrique Lluch: «Debemos pasar de una sociedad que busca el éxito a otra que dé fruto»
El colaborador de esta revista y profesor de Economía en la Universidad CEU Cardenal Herrera, Enrique Lluch acaba de publicar El espíritu del economicismo, en el que bucea en el mapa de sentido de esta ideología y propone cultivar una espiritualidad que promueva el cambio personal necesario para organizar la economía de otra manera.
¿Qué lecciones se pueden extraer de la evolución económica de la anterior legislatura, donde se tomaron medidas muy diferentes a las que se adoptaron para superar crisis anteriores?
Ha habido dos grandes medidas económicas en la anterior legislatura con circunstancias nada habituales, como la pandemia y la elevada inflación. Una, la subida del salario mínimo que no ha tenido los malos efectos que anunciaban los agoreros y que ha mejorado la vida de un pequeño porcentaje de la población. La otra ha sido la política de gasto, con un endeudamiento mínimo, con las ayudas de la Unión Europea. Estos dos factores han tenido resultados positivos. Pero también es verdad que tenemos la tasa de desempleo más alta de Europa, aunque sea más baja de la que teníamos hace años. Todo esto se ha combinado con la inflación, que genera un efecto recaudatorio importante, sobre todo del IVA.
Ahora, sin embargo, soplan de nuevo vientos de austeridad en la Unión Europea, que ha planteado un nuevo pacto de estabilidad para reducir la deuda y el déficit de los Estados…
El endeudamiento y el déficit del Estado no es redistributivo, favorece a los que más tienen y perjudica a los que menos tienen. Los intereses que hay que pagar por pedir prestado, por gastar más de lo que ingresa, van a los que más tienen y te condicionan la política que quieres hacer. No solo porque tienes que destinar parte de tu presupuesto a los intereses, en vez a medidas sociales, sino porque aquellos que te prestan, los mercados internacionales, te lo van a dar si les gusta lo que vas a hacer con ese dinero. A mí me parece que una buena política sería sanear la economía para luego hacer lo que creamos que debemos hacer. Otra cosa es cómo vas a hacer esto: qué quito del presupuesto, qué estoy haciendo para mejorar la recaudación, si hay acuerdos para evitar la evasión fiscal…
Entrando en la materia que abordas en tu último libro… ¿Qué entiendes por «espíritu» de economicismo? ¿Es posible que una corriente política y económica tengan espíritu?
El espíritu es la esencia íntima de algo. Cualquier creencia, cualquier ideología tiene un espíritu que luego se convierte en una manera de vivir y de organizar la economía. Si no vamos a la esencia, no solo no entendemos lo que pasa en profundidad, sino que es más difícil cambiarlo.
El economicismo es poner la economía por encima de todo y tiene tres características esenciales: la búsqueda del máximo crecimiento, del máximo de bienestar y del máximo beneficio, porque somos autorreferentes, estamos totalmente centrados en nosotros y esto es lo que determinar nuestra manera decidir lo que queremos.
El endeudamiento y el déficit
del Estado no es redistributivo, favorece
a los que más tienen y perjudica a
los que menos tienen
Estamos, lo llamo así, «enmimismados». Una persona ensimismada de repente se distrae, pero lo que digo es que estamos siempre «en mí mismo»: en mis deseos, lo que yo quiero… Si baso mi vida en esto, en conocerme mejor, en satisfacer mis deseos, todo lo de alrededor se borra. El objetivo entonces es tener más para poder elegir y para poder cumplir cada vez más deseos.
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Redactor jefe de Noticias Obreras