Los temas de las primeras sesiones del sínodo son las mujeres, los pobres y los migrantes

Los temas de las primeras sesiones del sínodo son las mujeres, los pobres y los migrantes
FOTO | Vía @vaticannews_es
El papa Francisco ha entregado a los miembros del Sínodo dos reflexiones en las que les invita a combatir contra la “mundanidad espiritual” que, según precisa, es “paganismo disfrazado de ropaje eclesiástico”.

Los trabajos, entre la tarde de jueves y la mañana del viernes, de los 351 miembros de la asamblea del sínodo sobre la sinodalidad, divididos en 35 círculos menores se han centrado la formación “de todos”, empezando por los seminarios, luego de sacerdotes, laicos, catequistas; el papel de las mujeres, de los laicos, de los ministerios ordenados y no ordenados; la centralidad de la Eucaristía; la importancia de los pobres “como opción de Iglesia”.

Y de nuevo, los dramas de la migración, de los abusos, de los cristianos que viven en condiciones de persecución y sufrimiento. Empezando por los ucranianos, a quienes también se dedicó un aplauso en el Aula Pablo VI.

La sesión de este viernes, en la que estuvo presente el papa Francisco, se ha dividido en dos partes: la primera con 18 informes de los relatores de los distintos grupos a la asamblea y una segunda con 22 intervenciones individuales. Tres minutos fue el tiempo asignado a cada una en esta fase. En cada cuatro intervenciones ha habido una pausa para el silencio y la oración.

Los ilustró en la sesión informativa de este viernes, en la Sala de Prensa vaticana, el presidente de la Comisión para la Información, Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación.

“Hay ganas de caminar juntos”

Por su partes, la secretaria de la Comisión para la Información del Sínodo, Sheila Leocádia Pires, ha destacado que “la gente empieza a conocerse… Caminamos juntos de verdad”. Un ambiente, sobre todo, de “alegría” aunque, por supuesto, “no faltan las tensiones”. Lo más interesante, subraya la joven sudafricana, es el hecho de que en cada grupo se reúnan personas de distintos continentes: “Por ejemplo, en mi grupo hay gente de Asia, África, Norteamérica y Europa. Hay diversidad, hay espíritu fraternal, hay ganas de caminar juntos”.

Pires, al igual que Ruffini, enumeró a los periodistas algunos de los temas que habían surgido en estas dos últimas sesiones, destacando en particular la reflexión sobre “la Iglesia como familia que acoge a todos”. “Este -dijo- ha sido uno de los temas recurrentes”. Luego, también el ecumenismo y el diálogo interreligioso, así como el reconocimiento de los jóvenes y la importancia de la participación de las mujeres.

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El prefecto de Comunicación explicó que en un círculo se hizo hincapié en “una revisión de las estructuras de la Iglesia, como el Código de Derecho Canónico, la dimensión de la Curia y, de nuevo, la formación”.

También se centró en el tema de la relación Oriente-Occidente, citando a Juan Pablo II y su histórica frase sobre que la Iglesia debe respirar con “dos pulmones”.

En cuanto al fenómeno de las migraciones, se reiteró la necesidad del acompañamiento de los migrantes y el servicio del obispo como pastor, “fundamental en este acompañamiento”.

Mientras que sobre el papel de la mujer, se volvió a insistir en la importancia de potenciar la figura femenina en la Iglesia y su participación activa en los distintos procesos. La misma preocupación se dirigió a los jóvenes y a los pobres, a los que se instó a superar ciertas ‘lentitudes'”.

Santos, no mundanos

El papa Francisco ha entregado a los miembros del Sínodo dos reflexiones en las que les invita a combatir contra la “mundanidad espiritual” que, según precisa, es “paganismo disfrazado de ropaje eclesiástico”.

“La lucha que combatimos como seguidores de Jesús es, ante todo, contra la mundanidad espiritual, que es paganismo disfrazado de ropaje eclesiástico. Aunque se camufle bajo una apariencia sagrada, es una actitud que acaba siendo idolátrica”, ha señalado el Papa.

En concreto, el Papa les ha entregado un volumen que publica este viernes la Libreria Editrice Vaticana y que reúne dos de sus discursos, un artículo de 1991 titulado Corrupción y pecado, reeditado en 2005 cuando era arzobispo en Buenos Aires, y uno de este año, la Carta a los sacerdotes de la diócesis de Roma.

Con estos textos, el Pontífice explica que quiere invitar a los miembros del Sínodo a “permanecer vigilantes y luchar, con la fuerza de la oración, contra cualquier claudicación ante la mundanidad espiritual”. Y ha añadido que “esta lucha tiene un nombre: se llama santidad”.

 

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