Actualizar la Acción Católica
Cuando Pio XI promovió la Acción Católica no intentó crear una nueva congregación religiosa ni una institución eclesial más. Quiso que los laicos cristianos participaran con responsabilidad, en comunión con los obispos, en la misión evangelizadora de la Iglesia.
Lo expresó muy bien Ángel Herrera, presidente de la Junta Central, en 1934: «La AC es necesaria para la Iglesia. Pensando en los instrumentos poderosos de deshumanización puestos en juego, se comprende que la defensa adecuada no podrá ser encomendada solamente a los sacerdotes y órdenes religiosas. Son los mismos fieles en torno a sus jerarcas los únicos que pueden ser encargados de esta defensa, el ejército de conquista de las almas».
Ante el laicismo, liberalismo y materialismo había que reaccionar. La Acción Católica (AC) fue la réplica. Desde la fe y comunidad cristiana, en verdad de pensamiento y acción, abrió camino para el crecimiento colectivo de la humanidad; en el mismo suelo de la sociedad humana y asumiendo sus mismos recursos. En ese objetivo como versiones lógicas de la AC brotaron espontáneamente los movimientos especializados como por ejemplo, la HOAC.
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Teólogo