Trabajo y permisos para migrantes sin papeles
El Servicio de Empleo de Cáritas de Segorbe-Castellón organiza sesiones semanales para orientar a personas trabajadoras migrantes en situación administrativa irregular en la búsqueda de empleo, en los procesos de regularización y fomentar la autoayuda.
Desde febrero de este año, cuando se puso en marcha la iniciativa, han asistido 215 personas a las sesiones, un 70% de ellas llevaban menos de seis meses en España y solo un 15% más de dos años y medio. Algunos habían sido informados de la celebración de estas reuniones en la propia sede de Cáritas Diocesana, otros en los equipos parroquiales y varios a través del boca a boca.
Hacía tiempo que la organización humanitaria de la Iglesia en Castellón recibía demandas de apoyo de personas trabajadoras migrantes con pasaporte, pero sin los permisos de residencia y de trabajo, la mayoría procedentes de Colombia, Venezuela y Perú, que buscaban un empleo.
Dadas sus circunstancias no podían acceder a las bolsas de empleo, ni a los cursos de formación, por lo que se ha puesto en marcha un proyecto de orientación para “conseguir trabajo”, acceder a los trámites para la regularización, compartir información y ayudarse entre todos.
Tras un llamamiento a distintas entidades, entre ellas la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) diocesana, el equipo de voluntarios del Servicio de Empleo se reforzó con varias personas con perfiles distintos, a los que se les impartió formación específica y se les entregaron diferentes guías y materiales como soporte de las futuras sesiones informativas. Además, se presentó esta idea, junto con el resto de acciones que desarrolla este servicio, a las distintas Cáritas parroquiales. El equipo está formado por tres voluntarias, tres voluntarios y una técnica.
“Aquí no se ofrece ningún trabajo, no los incorporamos a ningún listado con la “esperanza” de ser llamados. Hablamos de los conceptos de trabajo y empleo, las diferencias entre esas dos realidades y la diferencia en el acceso a cada una de ellas”, explica una de las voluntarias, Marisa.
Eso sí, añade, “les damos información y les prevenimos sobre abusos y engaños frecuentes en el trabajo informal. Les insistimos en la necesidad de empadronarse, porque es un paso importantísimo que abre puerta a distintos servicios de ciudadanía como son la sanidad, la educación o los servicios sociales”.
En estos encuentros salen a relucir el maltrato, las dificultades y discriminaciones a las personas migrantes. Roberto, por ejemplo, explicó que estuvo trabajando en una obra, dos meses, pero solo le pagaron el primero. No puede reclamar, ya que no puede demostrar la existencia de la relación laboral con su empresa, mientras que Jonathan compartió su temor a que la policía requise su pasaporte, como le ocurrió a un amigo, y le abran un expediente de expulsión.
En las sesiones, se ofrece información para poder iniciar los trámites para homologar estudios, solicitar asilo o protección internacional, abrir una cuenta bancaria…, a la vez que se plantea la posibilidad de acudir a distintas entidades sociales en el caso de que encuentren dificultades en el camino.
En el caso de Margot, que vive en una habitación alquilada, sin contrato, ni justificante, tuvo que intervenir la policía local para que levantara acta de su residencia y así poder empadronarse. Otro compañero, Gabriel, narró cómo obtuvo en Correos una tarjeta prepago con IBAN asociado, con lo que ahora puede realizar algunas gestiones bancarias y recibir ayudas oficiales. Por su parte, Claudia compartió que empezó a relacionarse con otras mamás en la escuela de sus hijos, y a través de ellas consiguió un trabajo, cuidando unas horas a un anciano.
“Mantenemos un espacio abierto y de diálogo grupal, un espacio muy necesario y muy rico con personas que desde hace poco conviven con nosotros. Se comparten vivencias, estrategias de supervivencia, barreras y exclusiones encontradas, abusos padecidos… Pensamos que es un espacio muy útil para los participantes y para compartir y aprender mutuamente de sus experiencias. La mayor riqueza se da cuando entre las personas asistentes se cuentan cómo consiguieron superar alguna de estas trabas”, comenta Chimo, otro voluntario.
A las personas asistentes que cumplen mayor tiempo de estancia (alrededor de los dos años), se les complementa la sesión con una orientación más específica para iniciar los trámites de regularización y poder obtener el permiso de residencia y trabajo. Tras esta primera atención estas personas disponen de un itinerario diferente y una atención directa desde la asesoría jurídica.
Al final de la sesión se reparte una hoja con un resumen de lo dialogado y algunas direcciones de asociaciones y recursos a los que pueden recurrir, y siempre se les pregunta si les ha sido útil la sesión.
Las personas participantes manifiestan su interés y su agradecimiento por la acogida, la información y la oportunidad de dialogar…
En el equipo de voluntarios queda un sabor agridulce por haber compartido tantas situaciones injustas, y al mismo tiempo agradecimiento por la lección de vida que nos dan cada semana las personas participantes.
Redactor jefe de Noticias Obreras