La pandemia deja más trabajadores pobres y más empobrecidos

La pandemia deja más trabajadores pobres y más empobrecidos
“Se ha producido un empeoramiento de las condiciones de trabajo que genera más trabajadores pobres, trabajadores más pobres y menos realizados”, según Raúl Flores, secretario técnico de FOESSA, durante la presentación del informe Evolución de la cohesión social y consecuencias de la Covid-19 en España.

La crisis originada por la pandemia ha hecho que el desempleo total familiar (todas las personas activas en paro) llegue a casi dos millones hogares, el doble que antes de la aparición del coronavirus.

Además, unas 800.000 familias han visto cómo la persona que aporta la fuente principal de ingresos se encuentra en paro de larga duración. De ellas, 600.000 familias carecen de algún ingreso periódico, predecible, que permita una cierta estabilidad y capacidad de generar proyectos vitales, a pesar del esfuerzo realizado por incrementar la protección social.

Dado que el empleo supone la principal fuente de ingresos de los hogares españoles, la crisis sanitaria no ha hecho más que agudizar aún más la desigualdad. En términos de renta, la diferencia entre la población con más y menos ingresos ha aumentado más de un 25%, mucho más que durante la crisis de 2008.

Se han agudizado las tensiones existentes

“Lo que empobrece a muchos trabajadores no solo es un salario insuficiente, sino muchas veces trabajar una jornada de tres horas cuando podrían y desearían trabajar una jornada completa, o la temporalidad y estacionalidad de los contratos”, ha advertido Raúl Flores, coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas y secretario técnico de FOESSA, que ha recordado que nuestro mercado laboral estaba ya “alcanzado por tensiones que han destruido empleo, los ERTE y la paralización de las dinámicas laborales”.

A pesar de los diez meses consecutivos de descenso del desempleo, conforme se iba recuperando la actividad económica, que han supuesto que 900.000 personas salieran de las colas del paro, las consecuencias de la crisis se notan en la cantidad, distribución y calidad del empleo disponible. Esta crisis ha profundizado dos tendencias que ya existían, en opinión de Raúl Flores: aumenta la inseguridad laboral y el desempleo se cronifica.

Sobre la cualidad del empleo en España, Flores ha comentado que “se ha producido un empeoramiento de las condiciones de trabajo que genera más trabajadores pobres y trabajadores más pobres y menos realizados personal y socialmente.

De ahí, que haya alertado de que “el aumento del salario mínimo interprofesional es una medida necesaria, pero no suficiente para mejorar las condiciones de trabajo de los más vulnerables”.

Según sus palabras, “es preciso superar el trabajo a tiempo parcial indeseado, la inseguridad laboral grave, la inestabilidad que hace que muchas familias tengan que vivir 12 meses tan solo con el trabajo de siete u ocho o que tengan que pasar el mes con trabajos de media jornada de tres o cuatro horas”.

Cronificación del paro de larga duración

Pero es que, según el experto de Cáritas, “se han hecho más altas las barreras para acceder al trabajo para una parte de los desempleados de nuestro país, lo que genera una peligrosa tendencia a cronificar el desempleo”. La cantidad del empleo recuperado o generado no alcanza a quienes están en peor situación social.

Según ha detallado, el periodo de crisis ha frenado los procesos de incorporación laboral de personas que se encontraban paradas antes de la COVID, se ha alargado el tiempo de desempleo acumulado, se ha reducido la protección al desempleo y se han suspendido procesos de mejora de la empleabilidad. “Ya se han cronificado situaciones de desempleo que podrían haberse resuelto en una dinámica laboral positiva”, ha resumido.

Por si fueran pocas las dificultades en el acceso al empleo para las personas con mayores dificultades, el investigador de Cáritas ha añadido otros factores que reducen sus posibilidades de integración en el mercado laboral, como “el proceso de transformación de diferentes sectores productivos, el cambio tecnológico que están dejando sin posibilidades aparte de las personas desempleadas…”, en medio, de “la falta de incentivos y de sensibilidad social para crear oportunidades para personas que han pasado por procesos vitales complejos, personas que llevan mucho tiempo fuera del mercado laboral”.

La distribución de las desventajas laborales, como no, también ha sido muy desigual. “La precariedad, el desempleo de larga duración y el desempleo total familiar encuentran su mayor impacto en los sectores más vulnerables: las personas jóvenes, las personas de origen inmigrante y las personas en situación de exclusión social”.

No hay que olvidar, que “son personas que ocupan sectores profesionales menos cualificados, empleos más temporales, empleos más precarios, empleos con mayor exposición a enfermedad durante la pandemia y con mayor proporción de despidos”.

El mercado de trabajo se ceba con los más vulnerables

“Los que ya eran más vulnerables, han sufrido más los despidos”, ha apuntado Flores, “los datos recopilados desvelan que tres de cada cuatro personas de estos colectivos dependen de un contrato temporal y no han podido acogerse a medidas protectoras como los expedientes de regulación temporal del empleo (ERTE). Así, los despidos han sido el doble entre la población de origen inmigrante que entre la población nativa.

Las bajas se han cebado también con los jóvenes y las trabajadoras mujeres, “fundamentalmente porque estas personas ocupan puestos de trabajo y sectores productivos con tasas más alta de temporalidad, de parcialidad y con mucha mayor sensibilidad a las coyunturas económicas”. En consecuencia, ha confirmado el experto sociólogo que “los ERTE no han sido un esquema de protección para los sectores más vulnerables”

Preguntado en rueda de prensa sobre la reforma laboral, el investigador ha celebrado la intención de atajar la precariedad y la temporalidad, a través del necesario consenso para asegurar medidas a largo plazo duraderas, al tiempo que ha advertido que los problemas de nuestras relaciones laborales “no pueden quedar resueltos por una norma” sino que además hace falta “un cambio modelo productivo, de sistema económico capaz de generar empleos menos temporales, menos estacionales y menos dependientes de las coyunturas económicas”.

Hacen falta, en su opinión, “promover empleos más inclusivos y condiciones de trabajo más dignas para toda la población”.