«La caridad no cierra»
Un pequeño virus nos ha desmontado nuestra vida y nos hace encontrarnos con nuestra fragilidad, impotencia, miedo e incertidumbre, pero también ha puesto de manifiesto la grandeza y solidaridad del ser humano.
No teníamos certeza de qué estaba ocurriendo ni cómo teníamos que actuar. Recuerdo aquellos días de trabajo intenso y difícil, jornadas interminables con emociones y sentimientos encontrados que ensanchaban y encogían mi corazón.
En previsión de lo que venía lanzamos la campaña «Tu vecino de apoyo», ¿qué puedo hacer por ti?, para promover la solidaridad y los cuidados desde la proximidad vecinal, porque «La Caridad no cierra». Ese mismo día 13, el arzobispo de Madrid escribió la carta pastoral «Dios es nuestra esperanza». En ella, invitaba a «adentrarnos en la confianza absoluta de Dios» y a «cuidarnos, permaneciendo especialmente pendientes de quienes más lo necesitan».
Me impresionaban las calles vacías con un silencio penetrante. Cuántas personas heridas junto al camino… y cuántos «samaritanos», personas, comunidades, grupos y entidades. Cuatro personas de una familia habían llegado a Madrid antes de la pandemia, les acogimos en un centro residencial y pasados los primeros meses de la pandemia les llamaron desde Cantabria para trabajar, les contesté por WhatsApp: «Muchas gracias por todo lo que nos habéis enseñado y compartido. Reconocemos la presencia del Espíritu de Jesús en vuestras vidas. Volad amigos. Vuestra familia de Cáritas siempre os acompañará. Que Dios os bendiga».
Viví la oración y la Eucaristía como encuentro y diálogo con Dios, fuerza y sentido de mi compromiso. La oración con la que saludo al Señor Jesús todos los días adquirió un sentido muy especial: «Te ofrecemos todo el día, nuestro trabajo, nuestras luchas, nuestras alegrías y nuestras penas. Concédenos… pensar como tú, trabajar contigo y vivir en ti. Danos la gracia de amarte con todo nuestro corazón y de servirte con todas nuestras fuerzas… María, Madre de los pobres, ruega por nosotros».
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HOAC Madrid