Compensar las desventajas de partida
Aliviar las desventajas de partida que lastran la educación inclusiva es el objetivo que persigue, desde hace cuatro años, el proyecto Fondo Social del Colegio Vedruna del barrio madrileño de Carabanchel.
Unas 50 familias, que abarcan a unos 150 alumnos y alumnas en situaciones de especial dificultad, participan en este proyecto que trata de dar respuestas adaptadas a sus necesidades educativas y formativas particulares, su situación económica y sus circunstancias sociales.
Los mecanismos socioeconómicos que profundizan la brecha entre las personas y los procesos de exclusión requieren medidas alternativas, desde el interior de la propia escuela, para que la educación pueda cumplir el viejo sueño de garantizar la igualdad de oportunidades a todas las personas y promover el desarrollo integral e inclusivo de cada persona.
El Colegio Vedruna desde su fundación, hace más de 50 años, apostó por la educación inclusiva, porque nadie se quede fuera, atrás, y ha ido aprendido de experiencias fallidas, buscando nuevas respuestas a una sociedad cambiante, a las nuevas demandas y nuevos retos.
La comunidad educativa Vedruna, dependiente de la Fundación Vedruna Educación, ante la realidad del alumnado y sus familias, ha puesto en marcha, entre otros, este proyecto solidario, resultado de mucha reflexión y diálogo, intercambio de experiencias entre educadores y personal de administración y servicios, impulsado por el equipo directivo y llevado a cabo por un equipo de seis profesores y profesoras, alguna jubilada, que van más allá de sus obligaciones laborales. Además, colaboran algunas empresas, principalmente entre los proveedores habituales, realizando donaciones económicas.
El claustro dispone de un protocolo de identificación de los alumnos y alumnas con necesidad de acompañamiento cercano y personalizado de familias en dificultades derivadas del desempleo, la violencia familiar, el alcoholismo, el estatus de refugiado o migrante, la amenaza y ejecución de desahucios…
Cualquier educador, orientador, persona de administración y servicio, cuando detecta una de estas carencias puede derivar a la familia al Fondo Social siguiendo el protocolo establecido. Para ello, es importante saber mira la realidad con «ojos de Evangelio», compartir la sensibilidad necesaria y actuar de modo diferenciado, en virtud de las circunstancias familiares.
Es necesaria la sensibilización paulatina de toda la comunidad educativa para avanzar en ese «saber mirar», que identifica lo que permanece, muchas veces, oculto bajo una aparente «normalidad» conseguida con esfuerzos insostenibles de las familias que acaban por alejarse de la realidad escolar al sentirse diferentes, sin posibilidades, en desventaja. Ayudar a vivir el colegio como un espacio propio, capaz de acoger y dignificar es también un objetivo del proyecto.
Cada una de las personas del equipo voluntario de profesores se encarga de acompañar a una o varias familias, en estrecha colaboración con sus tutores. Según cada situación, se diseñan las medidas a llevar a la práctica, exigiendo el compromiso del acercamiento de las familias a los educadores, para fortalecer el proceso educativo.
Este proyecto ayuda a que se haga realidad
que la opción esencial es por la persona,
por una educación que dignifica
Las orientaciones y el empeño están dirigidas a la aproximación a los servicios sociales y asociaciones de apoyo especializadas, planes de pago personalizados para evitar una morosidad vergonzante, condonación de deudas, cuando se verifican pasos claros de implicación y apoyo al estudiante y la situación familiar lo requiere, invitación expresa a participar en talleres formativos, donde abordar aspectos básicos de la organización familiar y la educación de los menores que, a veces, se dan por supuestos, y fundamentalmente, generar un sentido de pertenencia a una comunidad que les tiene en cuenta, valora y apoya.
Los talleres formativos, en grupo pequeño, casi personalizados, han resultado un punto clave para las familias. Se centran en cuestiones como la planificación económica, la organización doméstica, los límites en la crianza, el marco legal educativo español y, en ocasiones, se convierten en un resorte milagroso para mejorar la autoestima, sentirse atendidas y escuchadas, como no lo habían hecho antes, y empezar a tejer vínculos afectivos y de apoyo mutuo.
Este proyecto se complementa con otro existente en el centro, el proyecto de estudio dirigido, que consiste en ofrecer un tiempo y espacio fuera del horario escolar para resolución de dudas, realización de actividades, creación de hábitos, en definitiva, tiempos y espacios para poder trabajar con el material suficiente y los recursos necesarios que no se tienen en el hogar.
Está atendido, además de por algunos profesores, por padres y madres del centro, exalumnos y estudiantes de bachillerato voluntarios que atienden de modo individual a sus compañeros de primaria.
La evolución de las familias y el alumnado atendido se analiza periódicamente en equipo para proponer aquellas medidas que puedan apuntalar el proceso de superación de las causas que provocan la situación de vulnerabilidad. Algunas familias abandonan el programa una vez conseguido los objetivos iniciales, mientras que otras son invitadas a abandonar el proyecto cuando no inician paso alguno ante las orientaciones planteadas.
Es notorio el cambio en algunas personas que pasan de la exigencia constante de atención y recursos, de negar los problemas u ocultarlos, a emprender procesos de mejora de la autoestima, de dignificación personal, de implicación y agradecimiento.
Una de las familias, cuyos hijos mayores encontraron empleo, manifestó su renuncia a seguir recibiendo más ayudas, para que las que ella recibía, pudieran repercutir en otros y se ofreció a colaborar e idear cómo hacer su particular aportación.
Desgraciadamente, no se llega a todas las familias que en teoría podrían ser atendidas, ante la limitación de los recursos, pero se ha ido avanzado y aprendido de la experiencia. Es más, la cuestión económica, que siempre es acuciante, queda relativizada para insistir más en la implicación y el protagonismo de las familias, su propia dignificación y su capacidad, a pesar de las carencias, de hacer su aportación original.
Anualmente se elabora una memoria, que recoge las donaciones y su destino, el número de familias atendidas y su evolución, la calidad y eficacia de la respuesta, contactos y colaboraciones con asociaciones y servicios sociales, los avances y dificultades que se encuentra el proyecto y posibles líneas para seguir avanzando. Esta información se pone en conocimiento del Consejo Escolar, el Patronato, los donantes y el claustro de profesores de manera adecuada a cada destinatario.
Este proyecto, entre otras muchas iniciativas del colegio, ayuda a que se haga realidad que la opción de la educación Vedruna sea la persona, por una educación que dignifica, acompaña, incluye y promueve la igualdad de oportunidades, independientemente del punto de partida. Ninguna familia en el colegio debería sentirse con menos posibilidades y sentir la seguridad de que la comunidad la acoge y ayuda.
De algún modo, el centro educativo sigue siendo fiel al legado de la congregación, cuya fundadora expresó su sueño de «remediar las necesidades de todos los pueblos», lo que en el ámbito educativo significa apostar por una escuela que incluye, acompaña, atiende y genera mecanismos de compensación, aquí y ahora. •
Colaboradora del Fondo Social del Colegio Vedruna (Carabanchel, Madrid)
T | @colegiovedruna