Felipe Bermúdez: “Se trata de pasar de una Iglesia clerical a una sinodal”

Felipe Bermúdez: “Se trata de pasar de una Iglesia clerical a una sinodal”
Felipe Bermúdez Suárez, doctor en Teología y miembro del equipo directivo de la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad de Las Palmas (FRATER), dará la ponencia Iglesia que camina. El proceso sinodal, en la Escuela de Formación Sociopolítica y Fe Cristiana, este martes 25 de noviembre a las 19 horas en la Casa de la Iglesia, pudiéndose seguir también en Zoom. Para el ponente, “hay diócesis que no acaban de entrar en el proceso sinodal por miedo, por prejuicios”

¿Cuáles son las ideas centrales de tu charla Iglesia que camina. El proceso sinodal?

Mostraré el momento que se está viviendo en toda la Iglesia y a nivel de las diócesis. Es un proceso sinodal que no ha acabado, sino que ahora inicia una tercera fase que se llama de implementación, de puesta en práctica. No se ha parado, porque hay una sensación en algunos lugares de que ya se acabó el Sínodo. En la Iglesia sigue estando convocado el Sínodo. Y eso afecta a todo el mundo.

Centrados en el proceso sinodal impulsado por el papa Francisco, ¿cómo valoras lo realizado en Canarias hasta la Asamblea de octubre de 2024?

En Canarias se vivió intensamente al principio, en octubre de 2021, cuando se inició el proceso en toda la Iglesia. Se formaron grupos se hicieron propuestas y se llegó a una asamblea diocesana. Tengo la impresión de que, a partir de entonces, el proceso ha aflojado. Se sigue hablando de proceso sinodal, de sinodalidad, pero lo que es el caminar común que se estaba haciendo me parece que se ha ido diluyendo un poco. Y ahora es el momento de toda la Iglesia de retomar el proceso.

¿Qué nos dejó planteado el papa Francisco?

Es algo que ha pasado un poco desapercibido. Cuando estaba en el hospital Gemelli de Roma, a punto de morirse, el papa, consciente de la situación en que vivía, tuvo una iniciativa muy interesante: proclamar una Asamblea Eclesial que se va a desarrollar en octubre de 2028. Ha readaptado el proceso tres años más. Esa es la gran aportación novedosa del papa Francisco. El papa León ha confirmado este proceso y, por tanto, seguimos en proceso sinodal. La idea es que el Documento final, fruto del trabajo de los tres años anteriores del 21 al 24, ahora se convierte en punto de partida para preparar no otro sínodo de los Obispos, sino una Asamblea de toda la Iglesia.

El pasado mes se celebró en Roma el Jubileo de los Equipos Sinodales en el que estuviste. ¿Qué significa en este proceso sinodal?

Precisamente la Secretaría General del Sínodo, presidida por el cardenal Mario Grech, quería que seamos los impulsores de esta última etapa de implementación en toda la Iglesia. Nosotros fuimos cuatro personas, entre ellas mi mujer Mimina y yo, de aquí de Canarias representando al movimiento intercontinental de la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad, no en nombre de la Diócesis. Nos llamaron a Roma para que cada uno de nosotros en nuestros espacios impulsemos el trabajo desde ahora hasta 2028.

¿Cuáles son los retos propuestos para la implementación del Sínodo?

Se trata de pasar de las palabras a los hechos. No se trata de seguir hablando siempre de sinodalidad, sino de hacer hechos y experiencias o bien profundizando en las que ya existen, o creando nuevas experiencias, de ir poniendo en práctica eso de caminar juntos y juntas. El reto es hacerlo y, después, ponerlo en común con el resto de la Iglesia. En la Fraternidad estamos preparando 10 temas de trabajo y compartir esta experiencia de caminar juntos, para compartirlo con otros movimientos y otras iglesias. Ya hay una experiencia positiva en la Conferencia Eclesial de la Amazonía, que la preside un cardenal, con cuatro vicepresidentes en los que hay un obispo y tres laicos. Otro ejemplo es que el Consejo Episcopal de una Diócesis no lo formen solo cinco o seis curas como ahora, sino que sea un sacerdote, alguna religiosa, algún religioso y unos laicos, porque el Consejo no tiene que ser una cosa clerical, sino que tiene que ser una cosa eclesial.

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¿Por qué cuesta tanto pasar de esa Iglesia jerárquica a la comunidad de hermanos y hermanas planteada ya en el Concilio Vaticano II?

Hay mucha reticencia porque supone un cambio. Ciertamente el documento final del Sínodo habla de que hay que hacer una conversión de mentalidad, de actitudes, un cambio de estructuras y eso cuesta mucho. Es más fácil seguir con lo que siempre se ha hecho. Esa resistencia no existe solo en nuestra Diócesis, sino en toda la Iglesia. Hay diócesis que no acaban de entrar en el proceso por miedo, por prejuicios. Hay gente que piensa que el proceso sinodal va a acabar con la Iglesia. En realidad no se trata de acabar, sino de buscar, como dice Cristina Inogés, pasar de una Iglesia clerical a una Iglesia sinodal, ese es el paso. Y eso cuesta, igual que pasó con la aplicación del Vaticano II. Lo que intentó hacer el papa Francisco y que sigue el papa León, es seguir poniendo en práctica la reflexión del Concilio: vamos a vivir como pueblo de Dios. La Iglesia no es ante todo los obispos y los curas, sino la Iglesia es, ante todo, es aquello que nos une como pueblo, donde dentro están los pastores, no al revés.

¿A qué invitas a la Diócesis de Canarias y a los grupos eclesiales en esta nueva fase?

Invito, primero, a conocer el Documento final del Sínodo de 2024; segundo, a hacer cosas concretar para ponerlo en práctica; y, tercero, entrar en el proceso. Si ahora no cogemos el proceso en el momento que está, a finales de 2025, cuando llegue 2027 o en víspera de la Asamblea Eclesial del 28, descubriríamos con pena que no hemos participado en el proceso. Hay que participar y formar parte de la implementación del Sínodo en todos los ámbitos en que estemos.