El Estado del “biencuidar” como alternativa al colapso social y ecológico

Para evitar el colapso social y ecológico al que se encamina la “sociedad del desasosiego” actual, la Fundación FOESSA plantea avanzar hacia el “Estado del biencuidar“.
“Debemos girar la mirada del mero bienestar hacia el biencuidar”, ha señalado el secretario técnico de la Fundación FOESSA y coordinador del IX Informe sobre exclusión y desarrollo social en España, Raúl Flores.
“Cuidarnos mutuamente y cuidar nuestro entorno es la base de una democracia del cuidado que enfrente la desigualdad y reconstruya la cohesión social”, ha defendido Flores, durante la presentación de esta radiografía integral de nuestro país y hoja de ruta hacia una sociedad más justa, equitativa y sostenible en que se han convertido los informes FOESSA.
La secretaria general de Cáritas Española, Natalia Peiro, ha reconocido que no solo se trataba de hacer “un análisis riguroso” que ayude a interpretar los procesos en curso, sino también una invitación “a tocar esas palancas que pueden cambiar el rumbo de la sociedad”.
Así, ha aclarado que este “esfuerzo intelectual comprometido” tiene también como objetivo fomentar “la reflexión, el diálogo y la búsqueda conjunta de soluciones”, no solo mediante la implantación de “políticas públicas” sino también con la movilización de “las conciencias”.
“Tras dos décadas de crisis encadenadas, las fases de recuperación no han cerrado la brecha”
El coordinador del estudio, Raúl Flores, ha querido insistir en que el país atraviesa un proceso “inédito de fragmentación social”, con la erosión de las clases medias llevando a muchas familias a estratos inferiores. Tal y como ha afirmado, “tras dos décadas de crisis encadenadas, las fases de recuperación no han cerrado la brecha”.
Esto se traduce en que la integración social se ha reducido y la exclusión social se sitúa en 2024 un 52% por encima del 2007, lo que condena a 4,3 millones de personas a vivir en la exclusión severa. Así, España mantiene “una de las tasas más altas de desigualdad de la Unión Europea”, que “el crecimiento económico por sí solo no corrige”, sino que puede hacer que aumenten.
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Precisamente, ha señalado, “la desigualdad es l0 que genera y perpetúa la pobreza y la exclusión” cuyos efectos se dejan sentir en “la vivienda, el empleo, la salud y la protección social”. Sin embargo, Flores ha identificado la situación de la vivienda y el empleo como los principales motores de la exclusión. La primera “expulsa a las familias del territorio y la vida digna”, mientras que “el empleo ha perdido su capacidad de rescartalas”.
El sistema está fallando
El sistema educativo no parece estar cumpliendo su función como escudo contra la exclusión. El riesgo de caer en exclusión severa se multiplica por 2,7 si no se completan estudios superiores como el Bachillerato o la Formación Profesional, mientras que la atención sanitaria no está dando respuesta a los colectivos empobrecidos.
El el 6% de las familias vulnerables con enfermedades graves no recibió atención médica en el último año, el doble que la media nacional, mientras que quienes se encuentran en situación de exclusión severa padecen el doble de depresión y ansiedad que el resto de la población.
La exclusión grave afecta cada vez más a los hogares encabezados por mujeres, que ya representan el 42% de los excluidos graves, un aumento de más de 15 puntos desde 2007. Las familias monoparentales han pasado del 12% al 29% de exclusión en ese mismo periodo. La falta de corresponsabilidad en los cuidados y la precariedad laboral son factores clave.
Aunque el 69% de las personas en exclusión son españolas, el informe destaca que el 68% de las personas extracomunitarias en situación irregular vive en exclusión. La lentitud de los trámites y la falta de una política de integración efectiva agravan esta situación. La discriminación étnica se ha duplicado desde 2018, afectando especialmente a la población africana.
Un tercio de la exclusión severa corresponde a menores de edad, con una tasa de pobreza del 29%
Un tercio de la exclusión severa corresponde a menores de edad, con una tasa de pobreza del 29%, una de las más altas de Europa. La juventud también sufre: 2,5 millones de jóvenes enfrentan precariedad estructural, con salarios entre un 15% y un 30% inferiores a los de generaciones anteriores. “No es una crisis juvenil, es una crisis de sociedad”, que está hipotecando el futuro de la sociedad, advirtió el coordinador del estudio.
Las redes comunitarias de apoyo se han debilitado justo donde más necesarias son. No tener a quien llamar en busca de apoyo ante el infortunio ya es una realidad para el 16,6% de la población en exclusión severa, cuando en 2018 era el 3%. A. tiempo, las oportunidades de superar la exclusión se han reducido para estas familias en un modelo social en el que pesa más el código postal y la mochila familiar pesan más que el esfuerzo individual.
“Está en nuestras manos cambiar las cosas”
El informe, elaborado por 140 investigadores de 51 instituciones, advierte que continuar con los modelos y políticas actuales, seguir haciendo lo mismo de siempre, conduce al colapso social y ecológico. Frente a este preocupante diagnóstico, la investigación ha querido arrojar luz y ofrecer alternativas esperanzadoras. Al fin y al cabo, como decía la secretaria de Cáritas, “está en nuestra mano cambiar las cosas”
Nada más y nada menos que contiene 85 propuestas concretas con capacidad para traducirse en políticas sociales, planes o programas de intervención diferenciados por ámbitos y procesos de exclusión —empleo, vivienda, garantía de ingresos, educación, salud, alimentación, familia y cuidados, lucha contra la discriminación, igualdad de género, transición energética, entre otros—.
Eso sí, apunta el estudio, no basta con poner en marcha una política diferente, por urgente que sea, sino que hace falta el concurso de las personas e instituciones, entre ellas los movimiento sociales, para corregir las desigualdades estructurales y prevenir nuevas formas de exclusión, como las de carácter tecnológico o ambiental. De ahí el llamamiento de Peiro a “reflexionar estas cuestionar en nuestra corazón, cambiar nuestras actitudes, mejorar la vida y transformar la sociedad”.
Hace falta “un nuevo pacto social basado en valores diferentes que ponga en el centro la interdependencia, la ecodependencia y el cuidado”
“Necesitamos un cambio radical de paradigma civilizatorio, un nuevo pacto social basado en valores diferentes que ponga en el centro la interdependencia, la ecodependencia y el cuidado. No somos individuos aislados y autosuficientes. Dependemos los unos de los otros y dependemos de la naturaleza”, ha insistido Raúl Flores, el coordinador del IX Informe FOESSA.
Esto supone también girar la mirada del mero bienestar, a menudo reducido al consumo material individual, hacia un concepto más profundo y colectivo: el “biencuidar”. “Cuidarnos mutuamente y cuidar nuestro entorno, es decir, avanzar hacia “una democracia del cuidado”, ha añadido.
Después de todo, como ha planteado el papa León XIV, y ha recordado Peiro, “resolver las causas estructurales de la pobreza es una cuestión que no puede esperar”, no tanto como “una exigencia pragmática y de orden social”, sino como respuesta a la lógica del buen samaritano que pide a todas las personas “ve y haz tú lo mismo”.
“Podemos seguir por el camino actual, el del individualismo, la desigualdad y la insostenibilidad, que nos lleva a una sociedad del miedo. O podemos elegir un cambio de rumbo valiente, construir un nuevo imaginario social basado en el cuidado mutuo, la justicia y la responsabilidad compartida. Ese es el camino que, desde FOESSA y Cáritas, creemos posible y necesario”, ha concluido Flores.

Redactor jefe de Noticias Obreras



