El milagro es la normalidad en nuestro cuerpo

El milagro es la normalidad en nuestro cuerpo
Nuestro cuerpo, a pesar del poco espacio que ocupa en la vastedad de un cosmos inmenso y de límites aún no alcanzados ni conocidos, si es que los tiene, es de una complejidad tan sobrecogedora como maravillosa.

En cada latido, en cada respiro, en el parpadeo involuntario que humedece nuestros ojos, se esconde un universo de precisión cósmica. La normalidad, en nuestro cuerpo, no es ausencia de milagro, sino su manifestación más asombrosa. Su funcionamiento habitual cotidiano, lo que damos por hecho, es el resultado de una coreografía de billones de células, moléculas y átomos danzando en perfecta armonía.

Siento que cada gesto o movimiento del cuerpo es como «el concierto de las pequeñas cosas» en el que cada órgano o parte es como un instrumento que interpreta una misteriosa y maravillosa partitura con una exactitud y precisión que desafía toda probabilidad.

Es este milagro cotidiano, en su sobrecogedora complejidad, el que nos sugiere la existencia de un director de orquesta, de una conciencia creadora o mantenedora de un orden que irrumpe y se hace presente por delante de un caos tan posible como inusual.

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