El camino de la paz

La carrera armamentística en el mundo, a la que Europa se ha sumado de inmediato, aleja al mundo de la cultura de la paz y del encuentro por la que abogó el papa Francisco. En este Tema del Mes, la especialista Tica Font plantea alternativas, más civilizadas y con menos coste en vidas humanas y sacrificios inútiles, para dirimir los conflictos y apuntalar la seguridad compartida.
«Si Europa quiere evitar la guerra, Europa debe prepararse para la guerra». Así es como la presidenta de la Comisión Europea ha anunciado la fijación de 2030 como plazo para alcanzar el mayor plan de rearme desde la Segunda Guerra Mundial.
Es una variación de la receta clásica: «Si quieres la paz, prepárate para la guerra», contraria a la propuesta de Federico Mayor Zaragoza: «Si quieres la paz, prepárate para la palabra», «si quieres la paz, prepara la paz».
El pensamiento de que las armas proporcionan seguridad y paz sigue arraigado; y la doctrina de la disuasión, amenazar y coaccionar como estrategia para atemorizar al adversario, permanece vigente.
Cada domingo, de forma insistente, el papa Francisco ha rezado por la paz, ha pedido que se acaben las guerras y ha tenido presente el dolor y el sufrimiento de las personas que viven inmersas en las guerras y de aquellas que se ven forzadas a desplazarse huyendo de la violencia armada.
Ha mostrado su empatía con el sufrimiento de las víctimas de las guerras, ha mantenido su corazón junto a ellas, humanamente entrelazado con la humanidad de quienes sufren.
Al mismo tiempo, ha instado a los gobernantes y a toda la humanidad a construir esperanza, a construir puentes de diálogos y reconciliación, a contribuir a la confianza mutua.
«Toda guerra se revela como un fratricidio (…) La paz y la estabilidad internacional son incompatibles con todo intento de fundarse sobre el miedo a la mutua destrucción o sobre una amenaza de aniquilación total; solo es posible desde una ética global de solidaridad y cooperación al servicio de un futuro plasmado por la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana» (Mensaje de Francisco para la 53ª Jornada Mundial de la paz, 1 de enero de 2020).
La estrategia de la disuasión
Pero los políticos se alejan de las personas y sus sufrimientos para adentrarse en conceptos abstractos como «la estrategia de la disuasión», todos los presidentes y ministros de la UE hablan de la necesidad de armarse para disuadir a Rusia de invadir cualquier país europeo.
La disuasión es una estrategia psicológica en la que el disuasor muestra a su adversario que dispone de más capacidades destructivas, que su poder es superior y que el adversario, o el disuadido, debe desistir de llevar a cabo una determinada acción o, por el contrario, tendrá que asumir el coste y los daños que conlleva. El objetivo último de quien ejerce la disuasión es influir en el cálculo de riesgos/beneficios de la otra parte, para que reconsidere las posibles actuaciones.
La disuasión comporta retórica amenazadora y coercitiva, para que las amenazas sean creíbles debe mostrarse fuerza y mayor capacidad destructiva que su oponente. La dinámica de la disuasión comporta una escalada de la conflictividad, declaraciones, amenazas, coacciones y una carrera armamentista. Ambos bandos deben diseñar nuevas armas e incrementar las inversiones para producir y almacenar más armas.
La credibilidad es un factor esencial de la disuasión, el adversario debe pensar que la amenaza es creíble, que es muy probable que se lleve a cabo. La estrategia de la disuasión es muy similar al juego del póker, muy masculino. Cada vez la apuesta es más elevada y se confía en que será el otro el que cometa un error.
La disuasión comporta retórica
amenazadora y coercitiva. Para que
las amenazas sean creíbles debe
mostrarse fuerza y mayor
capacidad destructiva
que su oponente
El punto álgido de esta estrategia se dio en la Guerra Fría y hay que recordar que acabó cuando la economía rusa no pudo seguir la espiral armamentista, el sistema económico colapsó. Ahora 35 años después, los 27 gobiernos de la UE plantean la misma receta, la estrategia de la disuasión como instrumento de paz y volvemos a prepararnos para futuras guerras y a aplicar una estrategia que nos puede llevar al desastre.
Frente a la estrategia de la disuasión, tenemos que optar por hablar de la estrategia de la distensión. Parar la espiral armamentista y la retórica amenazante y abrir las puertas las dialogo, a la negociación, a los acuerdos.
Rusia es un país vecino y con los vecinos es conveniente establecer vías de diálogo, que tanto la UE como Rusia expresen sus preocupaciones de seguridad, que expresen sus demandas hacia el otro, que lleguen y que respeten los acuerdos. La seguridad tiene que ser compartida, tanto Rusia como Europa tienen que sentirse seguras, para plantear peticiones o dirimir intereses hay que contar con organismos de diálogo, espacios de negociación y diplomacia.
Tenemos que disminuir o eliminar el leguaje amenazante y el de las armas. También es conveniente revisar las narrativas y empezar a hablar de cómo podría ser la seguridad europea común o compartida, que no sea ofensiva y no provocativa.
El papa Francisco nos recordaba: «Para conseguir la paz, se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra. Se necesita valor para decir sí al encuentro y no al enfrentamiento; sí al diálogo y no a la violencia; sí a la negociación y no a la hostilidad; sí al respeto de los pactos y no a las provocaciones; sí a la sinceridad y no a la doblez. Para todo esto se necesita valor, una gran fuerza de ánimo».
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Investigadora voluntaria del Centro Delàs de Estudios por la Paz e integrante de varios foros mundiales donde presta sus conocimientos y compromiso a favor de la resolución no violenta de conflictos, la educación para la paz y el desarme.