Cuatro días de Jubileo vacante

Tras la muerte del Papa Francisco hace unos 10 días, la actualidad informativa y las miradas mediáticas de todas partes del mundo se tornaron hacia Roma, y hacia la vida de la Iglesia católica. Pocas veces en la última década había percibido esta atención, hasta ahora compuesta por un puñado de titulares nutrido de escándalos por abusos, malversaciones en el seno de la institución, alguna declaración episcopal de tintes políticos, y un lento pero constante runrún sobre el magisterio y acción del papa Francisco.
Sin prever este acontecimiento, hace varios meses buena parte del grupo del Consejo Asesor de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española entre el que me incluyo como presidente de la Juventud Obrera Cristiana (JOC), nos compramos billetes para asistir al Jubileo de los Trabajadores coincidente con el 1 de Mayo. Una fecha especialmente atractiva para este grupo de representantes de cientos de militantes en diversos ambientes creyentes obreristas, que no somos sólo representantes, si no también militantes hambrientos de vida eclesial y social.
Evidentemente, el triste fallecimiento del papa Francisco ha supuesto el peor empañamiento de este viaje. Por un lado, la pérdida del líder y promotor de esta primavera eclesial que venimos olfateando desde hace 12 años. Y por otro lado menor, pero algo aparatoso, la cancelación de los actos programados para esta semana jubilar consagrada a los trabajadores. Inmersos en el luto oficial, las misas novendiales y las congregaciones de cardenales que preparan el cónclave… casi cualquier otra actividad eclesial en el Vaticano se ha desvanecido ante el especial momento.
Al encontrarnos con personal de los dicasterios, nos hicieron saber lo que ellas mismas acababan de aprender. En este momento de sede vacante, los cargos vaticanos no tienen Papa en nombre de quién hablar, así que… no hay que hablar. No hay doctrina que explicar ni análisis que desarrollar, ni, en este Jubileo tan “social” (por no decir casi político) aventurarse a manifestar nada. Sí que ha habido, de forma más comprensible y entendible, un hondo recuerdo del magisterio y la palabra del Papa Francisco, en ese sentido.
El 1 de Mayo probablemente nos equivocamos a no asistir a la misa novendial celebrada por el cardenal Fernández, probablemente la voz de mayor rango eclesial que podríamos escuchar estos días en Roma hablar sobre esta señalada fecha para el mundo del trabajo. Afortunadamente, para lo que queríamos el rango nos importaba poco, y nos hemos impregnado de otras voces, quizás no purpuradas pero sí diversas del mundo eclesial y cercanas a esta realidad social.
El pasado día 2 visitamos el Dicasterio del Desarrollo Humano Integral, una visita de la que rescato una llamativa impresión: la mayor parte del personal eran mujeres, y la mayor parte del personal se corresponde a una edad adulta joven. La Dra. Smerilli, la cual ofreció en la pasada Jornada de Pastoral Obrera una de las formaciones más brillantes que recuerdo sobre el pontificado del papa Francisco, ha sido muy prudente con nosotros. Pero al despedirnos nos ha dicho una frase que valía enormemente “necesitamos que continuéis con vuestra tarea”. Una frase que es un espejo en el que los agentes de Pastoral Obrera necesitaríamos mirarnos más a menudo: nuestra labor es valiosa cualitativamente, y debe ser continuada y comunicada para traducirse en un impacto cuantitativo.
La misma Dra. Smerilli pronunció un saludo al inicio de la larga tarde que la ACLI ha preparado en el salón de actos del colegio agustiniano. Un reguero de tres mesas redondas al más puro estilo académico italiano, es decir, hablar y hablar. Sin embargo, mesas redondas pobladas de ponentes diversos, testimonios que por su origen se complementaban, y que destacaban con apenado agradecimiento el bello parque doctrinal del papa Francisco, en el que florecen vistosamente citas de una rejuvenecida Doctrina Social de la Iglesia.
El momento estelar y culminante de la tarde fue la última mesa redonda, en el que junto al presidente de la ACLI, Emiliano Manfredonia, y Bruno Bignami, encargado de la Pastoral Social de la CEI, se han sentado los tres secretarios generales de los sindicatos mayoritarios italianos. Un diálogo que ha basculado en distintos grados de pasión por un análisis de la realidad social y laboral italiana, con menciones a la unidad de acción, la siniestralidad, el futuro político, y nuevamente, la doctrina social y pastoral de Francisco. Nos íbamos preguntando si esto era replicable en España, algo que se nos antoja difícil, pero que en cierta manera pienso que sí podríamos hacer. También salí preguntándome cómo de ancha y profunda es la falla que separa estas placas tectónicas con alto contenido académico y eclesiopolítico, del resto grueso del pueblo italiano. Una brecha que creo que en España conocemos bien, por mucho que en los movimientos “de base” intentemos torpemente cerrarla.
Los posteriores paseos en Roma fueron alternando curiosidad cultural con significación de especiales sitios: la reciente tumba de “Franciscus” en Santa María la Mayor, el Moisés de Miguel Ángel, el Gèsu y la barroca tumba de San Ignacio de Loyola, los deliciosos mosaicos de Santa Práxedes… El día 3 decidimos asistir a la octava misa novendial en San Pedro, pero antes me encuentro en las columnatas vaticanas con varias compañeras de la GiOC de Italia. Me alegro mucho de compartir unos minutos en los que nos ponemos al día, pero también me entristece mucho porque ese pequeñito rato podría haber sido más, si los actos no se hubiesen cancelado, o sí se hubiese planteado desde la Santa Sede un encuentro más intenso y más continuo durante estos cuatro días.
En definitiva, eso ha sido lo peor, la ausencia de un encuentro con otros grupos de personas trabajadoras cristianas. La Puerta Santa en San Pedro la atravesaban variopintos grupos, incluso personas que libremente hacían el recorrido. Era difícil identificar a aquellos que visitaban Roma con motivo de este “Jubileo de los trabajadores” descafeinado. Los encuentros que nuestro grupo estatal tuvo con otras personas, fueron preparados o propuestos por nuestros propios miembros. Y la tristeza de la sede vacante ha anulado cualquier tipo de arenga, pronunciamiento, envío o ánimo. Sólo el recuerdo al papa Francisco y a su doctrina sobre el trabajo alivia la sensación de olvido sobre este tema del trabajo que nos convocaba.
Vuelvo de este viaje satisfecho por la visita a la Ciudad Eterna, admirado por las visitas y paseos, feliz por la convivencia entre los miembros del Consejo Asesor, poder aprender un poquito más sobre los entresijos vaticanos y romanos, y probar la saltimbocca. Pero también vuelvo pensando en cómo podemos seguir dando pasos como Pastoral del Trabajo, para que esta opción de presencia, acompañamiento y doctrina sea un elemento vivo y dinámico para la Iglesia.

Presidente de la Juventud Obrera Cristiana (JOC)