Sentido y vigencia de la pastoral obrera de toda la Iglesia

Sentido y vigencia de la pastoral obrera de toda la Iglesia

En este mes de noviembre se cumplen treinta años de la aprobación de La pastoral obrera de toda la Iglesia. Fue en la LXII Asamblea Plenaria de los obispos españoles celebrada del 14 al 18 de noviembre de 1994, cuando aprobaron por amplia mayoría este documento.

Fue fruto de reflexiones y encuentros en los que se recogieron las experiencias de los militantes obreros cristianos de los movimientos especializados de Acción Católica, la experiencia de religiosas y religiosos en barrios y de tantos militantes que orientados e impulsados por la Doctrina Social de la Iglesia, entregaron su vida para anunciar a Jesucristo y su mensaje al mundo obrero en momentos muy difíciles y, en muchas ocasiones, con recelos e incomprensiones.

En estos treinta años transcurridos, los frutos de este empeño son bastante evidentes, ha sido la brújula que ha orientado nuestro quehacer. Muchas de sus orientaciones y propuestas siguen teniendo plena vigencia hoy.

El mundo obrero y del trabajo es muy distinto hoy al de hace treinta años, su rostro ha cambiado, importante presencia de trabajadoras y trabajadores migrantes, aumento creciente de los nuevos nichos de trabajo, teletrabajo, plataformas de transporte, mensajería, cuidados…

Aunque el mundo obrero ha cambiado las grandes lacras que azotan a los trabajadores y trabajadoras son en esencia las mismas que sufrían hace treinta años, incluso agravadas, aumento de los trabajadores pobres y la desigualdad, precariedad laboral, gran siniestralidad laboral, explotación y marginalidad de la mayoría de los trabajadores inmigrantes, chabolismo, etc.

Por todo ello, la pastoral del trabajo sigue teniendo pleno sentido y vigencia, no solo eso, es una pastoral esencial para acrecentar el dinamismo misionero de la iglesia, para salir al encuentro de los hombres y mujeres del mundo del trabajo. Para sanar heridas, tender puentes, tejer redes, fomentar y fortalecer la amistad social. El trabajo es un tema central para las personas, ha de ocupar un lugar central en la pastoral de la Iglesia. Es transversal, atraviesa, conforma y configura la vida de las personas. Están implicados y afectados muchos espacios personales y sociales de la persona. 

Por otra parte, la Iglesia nos habla del cuidado, de la cultura del encuentro, el diálogo y la fraternidad. Del lugar central de las personas empobrecidas porque, para el Pueblo de Dios, no hay otro lugar ni otra manera de recrear el amor del Padre que mediante el amor al hermano y a la hermana más necesitada. Por eso, los retos que nos planteamos a la hora de de seguir caminando en la celebración de este 30 aniversario son los siguientes:

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— Animar a que la Iglesia ejercite el análisis, la denuncia y el anuncio. Esto pasa necesariamente por la conversión, apoyando medidas para corregir las situaciones injustas que afectan a las relaciones laborales o violan los derechos fundamentales de los trabajadores y de las trabajadoras.

—  Priorizar la acción con las personas trabajadoras que se encuentran en los márgenes del mundo del trabajo, la encarnación en la vulnerabilidad del mundo obrero y promueva el acompañamiento de los trabajadores pobres, precarios y descartados.

— Promover el cambio de mentalidad. Imprescindible en esto, afrontar el diálogo sobre las causas y frente a la creciente desvinculación social, crear redes de comunión y pertenencia que nos hagan experimentar otra forma de vida posible. Promoviendo la cultura del encuentro, la vida y el cuidado. 

— Trabajar junto a las organizaciones sindicales y asociaciones de víctimas de accidentes laborales en el acompañamiento de las víctimas y sus familias. Acompañarlas en el duelo y en la reconstrucción de sus vidas.

— Colaborar con las organizaciones sindicales y las asociaciones de víctimas de accidentes laborales en la difusión y concienciación para una cultura de la prevención y la seguridad en el trabajo, el trabajo es  para la vida.

La Iglesia tiene que seguir siendo “hospital de campaña” para los hombres y mujeres del trabajo, que sufren la precariedad, la pobreza, la lacra de los accidentes laborales, la enfermedad y el desvalimiento… Ha de acompañar, sostener, animar e impulsar a las personas y a las familias a salir de la postración y la pobreza, luchando por tener una vida digna.