José María Segura: “Difícilmente el neocapitalismo liberal va a ser compatible con el bien común”
El jesuita y director general de las fundaciones Ecca Edu y Ecca Social, José María Segura Salvador, impartirá la conferencia “La justicia social y el bien común” en la inauguración del nuevo curso de la Escuela de Formación Socio Política y Fe Cristiana, que coincide con el 30 aniversario de su puesta en marcha tras la celebración del IX Sínodo de la Diócesis de Canarias. El acto lo presidirá el obispo José Mazuelos Pérez y lo presentará la coordinadora de la Escuela, Cristina Vega Martín, este martes a las 19 horas en la Casa de la Iglesia. Para Segura, “la justicia social es cómo hago yo para que el último viva decentemente”.
Este martes va a dar una charla sobre Justicia Social y bien común. ¿Qué ideas centrales va a desarrollar?
Expondré cómo la Iglesia, desde la concepción cristiana de la vida, desde los comienzos, entiende que el bien común y la justicia social no solo son esenciales con el mensaje que tiene que transmitir e invitar a vivir, como modelo de vida con sentido, sino que son inseparables. Eso se traduce, hoy en día, en una responsabilidad política de los cristianos, diría monseñor Romero, no solo porque sean bautizados, sino porque ejercen en la sociedad. Hay que reconocer que la Iglesia no lo inventa todo, ni falta que hace, hay muchos que hablaron de esto, aunque sea brevemente. Con nuestros teólogos y teólogas contemporáneas, esto se traduce en cómo vivimos y en cómo compramos, cómo nos relacionamos con el medio ambiente.
¿En qué consiste la justicia social?
La justicia social y el bien común son inseparables, porque la justicia social lo que entiende es que tenemos que vivir de tal modo que todos podamos vivir, sobre todo los que menos tienen. Y como dicen los filósofos modernos, es como si yo partiera el pastel no sabiendo lo que yo me vaya a comer del pastel. De esa manera yo intentaré que haya una redistribución equitativa de todos los recursos a todos los niveles. Al final eso es la justicia social: cómo hago yo para que el último viva decentemente. Mi compromiso como cristiano es ser decentemente. Si eso lo pongo yo en el centro, qué implicaciones éticas, ciudadanas y políticas tiene, para que todos puedan vivir decentemente
“Tenemos que vivir de tal modo
que todos podamos vivir,
sobre todo los que menos tienen”
El concepto de bien común es entendido de diversas maneras y muchas veces opuestas. ¿Cómo lo define usted?
El bien común se defiende como el objeto central de la política y de la organización social. De hecho, se entiende a los políticos como servidores del bien común. En la teología cristiana se refuerza la idea de que el bien común tiene que ser pensando en el bien compartido y colectivo de toda la sociedad, que tiene que ser el axioma desde el que yo me plantee si esta acción que voy a tomar, esta política que yo voy a emprender, va a beneficiar a la mayoría de mis conciudadanos y conciudadanas, pensando especialmente en los más pobres, en los más desfavorecidos, en los que menos oportunidades tienen, sí o no.
El bien común tiene que ser lo que me sirva a mí para determinar si una acción en política y ciudadana va a hacer que las personas que estén peor estén mejor. Porque si eso funciona para las personas que estén peor, funcionará para toda la sociedad. El bien común sería el conjunto de condiciones sociales que permiten a todos los individuos de una sociedad, a todos y a todas sin dejar a nadie, a alcanzar un desarrollo pleno de manera integral y sostenible.
¿La justicia social y el bien común tienen cabida en el capitalismo o el neoliberalismo, sistemas que mata como manifiesta el Papa?
En la Fratelli tutti, donde aborda el bien común y la justicia social, el Papa habla de una fraternidad universal, como diría Luther King Junior, la comunidad del amor, ¿cómo yo tengo los ojos abiertos a los más pequeños, a los que no tienen nada? El neocapitalismo liberal dice que tú tienes derecho a coger todo lo que puedas, entendido exageradamente, que yo me merezco todo aquello que pueda conseguir por mis propios medios y el que no pueda hacer eso que se aparte, que se aguante, que no se queje.
El bien común, como lo entiende la Doctrina Social de la Iglesia, pide una economía que no deje atrás, ni, como dice el Papa, deje fuera ni a los jóvenes, ni a los mayores. Difícilmente un neocapitalismo liberal o un preliberal va a ser compatible con el bien común. ¿Qué está haciendo Europa ahora mismo? Nos sobran migrantes, externalizamos las fronteras. Eso es una barbaridad, pero a Europa le da igual, lo está haciendo también Estados Unidos.
¿En qué sentido la Doctrina Social de la Iglesia lleva la delantera a los sistemas sociales y económicos existentes?
Lleva la delantera en el sentido de su preocupación radical. Desde el mismo Jesús de Nazaret, la preocupación por los más pobres, por los que no tienen, por los que queden excluidos, el anuncio de la liberación que tiene que ser para los pobres, los pequeños, las viudas, los huérfanos, esa es la esencia de lo que es para la Iglesia la justicia social y el bien común. En una ocasión, un rico que fue pobre se pone ese ejemplo porque está en la comunidad y, quizás, se reconvirtió en militante. Cuando pregunta qué tiene que hacer para ser bueno, Jesús le responde con los mandamientos que tienen que ver con el prójimo. Eso es la justicia social y el bien común: ¿cómo te estás comportando con tu próximo, cómo estás atendiendo a tu prójimo? Y, a la pregunta de quién es mi prójimo, la respuesta es quien no tiene nada, quien está en los márgenes, empieza por ahí. Eso lo lleva la Iglesia en su propio corazón, desde el Evangelio.
¿Cómo avanzar hacia una sociedad justa y fraterna?
Con la sinodalidad. Si de verdad funcionamos y ponemos en juego la sinodalidad, si de verdad todas las entidades sociales de la Iglesia nos preguntáramos cómo están mis proyectos, mis programas, cómo está eso ayudando a construir ciudadanos y ciudadanas, cómo estamos trabajando para que esas personas puedan comer y dormir, que en muchos lugares no es poco, cómo estamos haciendo para que se insertan en la ciudadanía, cómo estamos haciendo que las periferias vengan al centro, y el centro a las periferias, estaremos en la buena dirección.
Pues con esta sinodalidad tomada en serio estamos señalando un camino. El papa Francisco con la Iglesia y todos los movimientos sociales que le acompañan están indicando el camino y se llama sinodalidad, porque cuanto más participen las personas, cuando miremos las instituciones con los ojos de las personas a las que decimos que deberíamos atender, servir y representar, más estaremos ayudando a ser una comunidad fraterna, y a ponernos en acción, con obras, más que por las palabras y así demostrar que creemos en esta fraternidad.
Periodista y militante de la HOAC de Canarias