La población trabajadora de España sigue sin protección suficiente ante el calor

La población trabajadora de España sigue sin protección suficiente ante el calor
A pesar de la emergencia climática y del incremento de las olas de calor, no existe un marco legal adecuado para proteger a la población trabajadora, ni se aplican de modo generalizado las medidas básicas preventivas.

El año pasado fue el segundo año más cálido registrado en Europa (1,02 °C, -1,12 °C por encima de la media), con un número récord de días con “estrés térmico extremo” en los que las temperaturas sobrepasaron los 46 °C.

Las olas de calor son las causantes del mayor número de muertes de todos los fenómenos relacionados con el cambio climático en Europa. En concreto, el 90% de las 142.101 muertes asociadas al calentamiento global, entre 1980 y 2000, estaban relacionadas con episodios de estrés térmico.

Cada año, la exposición al calor excesivo en el trabajo causa casi 23 millones de lesiones laborales, cerca de 19.000 muertes y la pérdida de más de 2 millones de años de vida ajustados por discapacidad.

“Aunque en el momento de la aprobación del RD 4/2023 valoramos positivamente que por fin se legislara para mejorar la protección frente a las condiciones climáticas en los trabajos al aire libre, creemos que ha llegado el momento de reformarlo para su mejora”, ha planteado el secretario de Salud Laboral de CCOO, Mariano Sanz Lubeiro.

En España, según ha revelado el estudio europeo Adapheat, liderado por la Fundación 1º de Mayo de CCOO, y centrado en cinco países europeos (además del nuestro, Italia, Hungría, Países Bajos y Grecia), no existen políticas específicas para contener el riesgo de estrés térmico en el trabajo. En España, salvo excepciones, no se ha abordado este asunto en la negociación colectiva, lo que ocurre igualmente en el resto de Europa.

Mejorar el sistema de alerta

Recientemente, se ha reformulado el sistema de alertas por altas temperaturas del Ministerio de Sanidad, Meteosalud, que incluye criterios de salud en función de zonas isoclimáticas.

Para el sinidicato, este nuevo indicador debería incorporarse a la prevención de riesgos laborales, al ser “una referencia más apropiada”, por lo que debería modificarse el real decreto sobre riesgos laborales por estrés térmico.

Los sistemas de alertas  deben ser fáciles de consultar y deben incorporar no sólo registros de temperatura, sino también de humedad y mortalidad por calor. Cualquier sistema de alerta deberá calibrarse en función de la carga metabólica que implican las actividades a realizar en el lugar de trabajo y el grado de transpirabilidad de la vestimenta o EPI correspondiente.

“La negociación colectiva y el diálogo social deben profundizar aún más de lo que los vienen haciendo en la protección de los trabajadores contra el calor, que está incrementando fuertemente sus efectos en la salud debido al cambio climático. Para ello, la legislación debe desarrollarse en estableciendo valores límite claros científicamente informados y asegurando el derecho a la participación de los trabajadores en materia de prevención contra el estrés térmico en todos los países de la UE”, ha señalado Sanz Lubeiro.

Según el estudio, las políticas de seguridad y salud en el trabajo en Europa siguen ofreciendo una “respuesta insuficiente” a los desafíos del cambio climático sobre la salud de los trabajadores, y, aunque el cambio climático y sus efectos han entrado en la agenda política, hasta el momento se ha abordado fundamentalmente como un problema de salud general, y no como un asunto de salud ocupacional.

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El informe sindical, con la participación de la Fondazione di Vittorio (Italia), el Instituto Heleno para Salud y la Seguridad Ocupacional (ELINYAE, Grecia), la Universidad Libre de Amsterdam (Vrije Universiteit Amsterdam, Países Bajos) y el sindicato húngaro Magyar Szakszervezeti Szövetség – MASZSZ (Hungría), contiene algunas recomendaciones.

Como, por ejemplo, que los sistemas de alerta de olas de calor se adapten a la realidad concreta del lugar de trabajo, con evaluaciones del calor y la vigilancia de las condiciones ambientales precisas y continuas.

También propone la elaboración participativa de protocolos de acción contra el calor vinculantes que garanticen un entorno de trabajo seguro o que se refuercen las cláusulas de salud y seguridad en los convenios colectivos.

El objetivo debería ser adaptar los lugares de trabajo aplicando una serie de medidas preventivas y protectoras que hagan compatibles las necesidades fisiológicas del cuerpo humano con unas exigencias climáticas cada vez más severas y acuciantes.

Graves efectos de la falta de prevención y protección

Los episodios de calor provocan quemaduras, heridas, laceraciones, amputaciones y diversas enfermedades como las de tipo renal. Durante las olas de calor los riesgos laborales se disparan un 17,4%.

Cuando la temperatura corporal supera los 40,6 °C (“golpe de calor”), aumenta considerablemente el riesgo de daños orgánicos, de pérdida de conciencia y, en última instancia, de muerte. Los órganos vitales pueden fallan cuando el cuerpo no es capaz de regular la temperatura interna.

El calor desencadena también otras respuestas fisiológicas como inflamación, citotoxicidad, isquemia, coagulación intravascular diseminada, rabdomiólisis, capaces de dañar órganos vitales del cuerpo humano como el cerebro, el corazón, los riñones, el hígado, los intestinos, los pulmones o el páncreas en diversos grados.

El calor agrava asimismo patologías respiratorias, renales y cardiovasculares, provoca partos prematuros y menor peso al nacer, altera el estado mental y provoca afecciones sistémicas asociadas a un proceso de termorregulación alterado (fiebre, escalofríos, náuseas, mareos, confusión), etc.

La sobrecarga térmica también afecta a la capacidad cognitiva y a los reflejos, aumentando el tiempo de reacción y, a su vez, provoca un mayor riesgo de accidentes.
También se ha relacionado el calor con la mayor absorción de sustancias tóxicas por el aumento de la frecuencia respiratoria y el mayor riesgo de deshidratación.

Las personas que sufrieron un golpe de calor en el pasado tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares graves en los 14 años posteriores al suceso

A menudo, los efectos del calor no son evidentes para los propios afectados hasta que es demasiado tarde, por lo que se ha calificado al calor como un asesino silencioso.

Quienes realizan actividades físicas al aire libre expuestas al calor, trabajaban en la economía informal por bajos salarios, inmigrantes y mujeres principalmente están dentro de los grupos de riesgo por estrés térmico en sus empleos, lo que a menudo se agrava por carecer de medidas de protección adecuadas y disponer de menos medios para hacer frente al calor fuera del trabajo (viviendas mal aisladas y sin aire acondicionado, lo que implica menos descanso, peor recuperación, etc.).

 

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