La improrrogable necesidad de una transición hídrica justa
Pese a que, de acuerdo con la Directiva Marco del Agua desde 2015, todas las masas de agua (ríos y manantiales, acuíferos, humedales, deltas, estuarios, aguas costeras) debían estar en buen estado, la realidad es que el 44% de nuestras masas de agua están en mal estado, principalmente por sobreexplotación, contaminación y alteración de cauces. Veamos las causas de todo ello.
El regadío utiliza en España el 80% del agua disponible, cifra que se eleva a más del 90% si nos referimos a consumo neto, es decir, considerando los retornos de los distintos usos. La gran expansión de los regadíos es la responsable de que en muchos territorios el índice de explotación hídrica (WEI+), es decir, la proporción de recursos hídricos renovables que son consumidos en los diferentes usos supere el umbral del 40%, indicador de estrés severo.
En el caso de la cuenca del Segura, el WEI+ supera el 100% de los recursos disponibles, situación que se mantiene a costa de la sobreexplotación de los acuíferos y el consumo de las aguas de reserva (fracción no renovable), junto a una alarmante reducción de los caudales circulantes.
A lo anterior hay que añadir que casi la mitad de las masas superficiales sufren contaminación puntual (44%), procedente de los vertidos urbanos e industriales y contaminación difusa agraria (43%), por fertilizantes, pesticidas y ganadería intensiva. En el caso de las aguas subterráneas la contaminación es mayoritariamente agraria, afectando a más de la mitad (54%) de las masas subterráneas.
Por otra parte, España es uno de los países del mundo con un mayor número de grandes presas por habitante y también por kilómetro cuadrado. Los ríos españoles soportan más de 171.000 barreras de diferentes tipos, casi una por kilómetro de río, lo que altera el régimen natural de caudales e impide el movimiento de la fauna, especialmente la piscícola, con muchas especies amenazadas o en peligro de extinción.
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Doctora en Biología, es directora técnica de la Fundación Nueva Cultura del Agua, donde coordina la actividad científico-técnica de dicha entidad.
