Conocer a Jesús y mostrarlo

Conocer a Jesús y mostrarlo
Foto | Vinh Sino (vecteezy)
A pesar de los buenos propósitos que pretendemos al inicio del recién iniciado año nuevo, somos conscientes de nuestras limitaciones porque tenemos experiencia de ellas.

Esa experiencia quizá llegue a desalentarnos ante tan gran tarea de evangelizar. El Evangelio de la Epifanía nos recuerda que, siendo conscientes de nuestra pequeñez –y precisamente desde ella–, nuestros comportamientos han de ser como los de Jesús, el Buen Pastor que nació en la más pequeña aldea de Judea (Mt 2, 1-12). Belén sí que era «la más pequeña» (sin mención en el Antiguo Testamento), pero no va a ser la más insignificante sino la más significativa: en ella nace humano Dios.

El propio Jesús es quien nos ha bautizado con su Espíritu Santo. Toda persona cristiana estamos sumergidas (eso significa «bautizar») en la potencia creadora del amor que es Dios. Y todas conocemos cuáles son los frutos del Espíritu de Dios: amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, modestia y templanza. ¿Conocen, mediante nuestra vida militante, esos frutos quienes viven a nuestro alrededor? Entonces Dios también te ha escogido, como escogió a Jesús (Mc 1, 7-11).

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