El verano como regalo de Dios
La llegada del verano me ha traído algunos recuerdos de mi infancia, como la alegría de una mujer, que a gritos rezaba: «¡Dios mío, que bueno es, para los pobres, el verano! ¡Hasta comer es más fácil!». Sí. El verano, también puede ser un gran libro en el que aprender a humanizarnos y en el que descubrir las huellas de Dios.
El verano, puede ser un regalo de Dios, si afrontamos, acompañados por el Evangelio, algunas de las cuestiones que dificultan ser lo que estamos llamados a ser, como:
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Consiliario de la HOAC de Sevilla