8M, feminismo y centros de trabajo

8M, feminismo y centros de trabajo

A la hora de encarar este 8M de 2023 me viene a la cabeza una cita que a menudo se le atribuye a la activista feminista y filósofa estadounidense Angela Davis: “El feminismo es la idea radical de que las mujeres somos personas”. Y es que, efectivamente, nuestra lucha, la de las mujeres, no es otra que lograr el reconocimiento y, sobre todo, el ejercicio efectivo de todos los derechos que como personas y ciudadanas tenemos.

El derecho a vivir una vida libre y autónoma, con independencia económica, sin violencias, con la potestad de decidir sobre nuestros cuerpos y nuestro futuro, sin tener que encajar en los estrechos roles de género que nos empujan a vivir en función de los demás, de los hijos e hijas, de la familia, de tantos y tantos hombres.

En la medida en la que el trabajo es el elemento central que vertebra nuestras sociedades, las sindicalistas sabemos bien que esta idea radical del feminismo no puede realizarse si no intervenimos en las empresas, en los centros de trabajo. Pese al negacionismo de una ultraderecha que, por desgracia, se encuentra cada vez más presente en el espacio público e incluso en nuestras instituciones, la realidad que muestran los datos es clara. Y no solo en lo que respecta la violencia y las asesinadas (1.192 desde 2003, 10 en lo que va de año).

También las brechas laborales son de carácter estructural y son enormes. Persiste una brecha de 10 puntos en actividad, en parte porque muchas mujeres, las mal llamadas “inactivas”, se ven obligadas por la división sexual del trabajo a hacerse cargo de los cuidados. Y para las que sí estamos en el mercado laboral también se mantienen importantes brechas. Sufrimos mayor temporalidad, peores salarios, más jornadas parciales (tres de cada cuatro jornadas a tiempo parcial las desempeñan mujeres). Sufrimos una segmentación laboral que nos sitúa en los sectores y ocupaciones con peores remuneraciones. La brecha salarial, según el último informe de CCOO, sigue rozando el 21%, con 4.721 euros de diferencia en el salario medio anual entre mujeres y hombres. Y esto pese a que las subidas del SMI y del salario mínimo de convenio han reducido la diferencia de manera significativa en los últimos tiempos.

Por otra parte, también las violencias machistas se manifiestan en el ámbito laboral, a menudo de manera subrepticia, totalmente invisibilizadas. Pese a la falta de estudios oficiales sobre esta materia, por la Macroencuesta de Violencia contra a la Mujer de 2019 sabemos que más de 8 millones de de mujeres en España han experimentado acoso sexual en algún momento de sus vidas, y de ellas, una de cada cinco en el trabajo.

Nuestra prioridad en el día a día y en este 8M no puede ser otra que seguir trabajando para erradicar las violencias y las desigualdades entre mujeres y hombres en el ámbito laboral, con dos propuestas fundamentales. Por una parte, estamos promoviendo un Pacto Estatal por los Cuidados, que suponga un importante refuerzo de los servicios públicos para que los cuidados no recaigan en los trabajos no pagados de las mujeres. Por otra, sabemos que es imprescindible atravesar la Negociación Colectiva con una perspectiva de género y aprovechar los instrumentos y herramientas que la normativa pone a nuestro alcance para operar una transformación profunda en el mundo del trabajo.

Ya hace más de 15 años que la Ley orgánica 3/2007, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres por un lado, y la Ley 5/2015, de 12 de abril, del Estatuto Básico del Empleado Público, por otro, obligaban a empresas y a la Administración General del Estado a negociar planes de igualdad. Pero esta obligación se circunscribía a empresas de más de 250 personas trabajadoras. El Real Decreto-Ley 6/2019, de medidas urgentes para garantía de la igualdad de trato y de oportunidades en el empleo y la ocupación, y los posteriores reglamentos 901/2020 y 902/2020 han supuesto un importante refuerzo que, no solo ha ampliado exponencialmente el número de empresas obligadas a negociar un plan de igualdad, sino que recogen años de práctica sindical para establecer cuáles son los requisitos mínimos de un buen plan de igualdad e introduce un concepto importante, el de “trabajo de igual valor”. Efectivamente, a menudo no se están valorando (ni retribuyendo) habilidades adscritas a puestos de trabajo normalmente desempeñados por mujeres. Y esto hay que revisarlo.

Ya en 2022 subrayamos en la campaña confederal de CCOO la importancia de los planes de igualdad, que son sin duda la herramienta del feminismo en los centros de trabajo. En este 2023 decimos algo más: la igualdad es un plan que funciona. Y es que, si los planes están bien hechos, si se basan en un diagnóstico certero y ajustado, si incorporan objetivos y medidas concretas y evaluables, si la comisión de seguimiento se reúne para hacer las evaluaciones pertinentes, los planes pueden transformar las vidas de las trabajadoras y los trabajadores.

En un plan de igualdad se pueden negociar medidas de corresponsabilidad, como horarios flexibles de entrada y salida o bolsas de horas, se pueden implementar ayudas económicas para las víctimas de violencia de género, se pueden establecer porcentajes de contratación de mujeres en puestos masculinizados, formación en igualdad en horario laboral, medidas que impidan que la reducción de jornada perjudique a la hora de promocionar… Además, los planes deben ir acompañados de protocolos para prevenir y tratar el acoso sexual y por razón de sexo, de manera que cualquier mujer que pueda verse afectada sepa dónde acudir y cuente con todas las garantías en cuanto a confidencialidad, seguimiento, medidas cautelares que aparten a la persona denunciada de la víctima, etc.

Por supuesto, para que todo esto sea posible es necesaria la implicación de las patronales, que deben tomarse en serio la materia, asumir su responsabilidad social y empresarial, y no limitarse a querer “resolver el expediente”. Para ello tienen que compartir con la Comisión Negociadora toda la información necesaria para hacer los diagnósticos e implicarse luego en la implementación de las medidas acordadas y su evaluación.

Comenzaba con una cita y termino con otra que este año incorporamos en nuestro manifiesto. Decía Simone de Beauvoir que “mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa”. En CCOO, con nuestro feminismo sindical, luchamos para hacer del trabajo ese espacio de libertad y de derechos para todas las mujeres.