Trabajadores cristianos solicitan al Gobierno que firme el Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares

Trabajadores cristianos solicitan al Gobierno que firme el Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares
La HOAC, movimiento de trabajadores y trabajadoras cristianas, se adhiere a la campaña de apoyo del Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares de la ONU y solicita la petición para que el Gobierno lo firme y ratifique.

A través de la campaña de apoyo de la Iglesia española que está impulsando la Comisión General de Justicia y Paz, entidad con la que comparte sinergias en la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) se ha unido a la campaña de adhesión al Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) de la ONU.

“Como movimiento de Pastoral Obrera para la Acción Católica e integrantes de la Iglesia católica en España, nos comprometemos a exponer los argumentos morales a favor del TPAN y a pedir al Gobierno de España que firme y ratifique este tratado histórico, ya que consideramos que la abolición de las armas nucleares es un bien público mundial de primer orden y un paso esencial para promover la seguridad y el bienestar de todos los pueblos”, afirma Maru Megina, presidenta general de la HOAC.

La Comisión General de Justicia y Paz viene desarrollando, desde hace algunos años, una tarea de sensibilización y concienciación para abolir las armas nucleares en el marco de una campaña internacional (ICAN). A esta campaña se han adherido los obispos Fernando García Cadiñanos, de Mondoñedo-Ferrol; Jesús Fernández González, de Astorga; Joseba Segura Etxezarraga, de Bilbao; Sergi Gordo Rodríguez, obispo auxiliar de Barcelona; Javier Vilanova Pellisa, obispo auxiliar de Barcelona.

Tratado multilateral vinculante

El objetivo del TPAN, que entró en vigor en el 22 de enero de 2021 después de que fuera ratificado por 49 Estados, es prevenir la propagación de las armas nucleares y la tecnología armamentística, promover la cooperación en la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos e impulsar el objetivo de lograr el desarme nuclear y el desarme general y completo. El TPAN es el único tratado multilateral que representa un compromiso vinculante para los Estados poseedores de armas nucleares respecto del objetivo del desarme.

Este apoyo representa el compromiso de trabajar por difundir la campaña y de solicitar al Gobierno de España, que se adhiera al Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares y lo ratifique. A pesar de que hay un compromiso político explícito de firmar este tratado, la situación actual es que España apoya la retención y potencial uso de armas nucleares en su nombre, tal y como indica su respaldo a varias declaraciones de alianza de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que es miembro.

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Además, ha votado sistemáticamente en contra de una resolución anual de la Asamblea General de la ONU desde 2018 que da la bienvenida a la adopción del tratado y pide a todos los estados que lo firmen, ratifiquen o se adhieran a él “en la fecha más temprana posible”, según se puede leer en la web de ICAM.

Uso y posesión inmoral

La Santa Sede, uno de los Estados que ha ratificado este tratado, subraya que las armas nucleares son instrumentos inadecuados e inapropiados para responder a las amenazas a la seguridad en el siglo XXI y que su posesión es inmoral. Su uso, además de producir consecuencias humanitarias y medioambientales catastróficas, amenaza la existencia misma de la humanidad. Entre las armas que la humanidad ha producido, las nucleares son motivo de especial preocupación.

En un mensaje del papa Francisco, en la primera reunión de todos los Estados miembros del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, celebrada en Viena en junio de 2022, habló de “inmoral” el uso y la posesión de armas nucleares e instaba a respetar los acuerdos de desarme, tras defender que es algo “engañoso” y “autodestructivo” pensar que la “seguridad de unos está desconectada de la de otros”. “El precio del incumplimiento se paga inevitablemente en número de vidas inocentes y se mide en términos de carnicería y destrucción”.

El pontífice clamó por “silenciar todas las armas y eliminar las causas de los conflictos mediante el recurso incansable a la negociación”. “Los que hacen la guerra… se olvidan de la humanidad”, aseveró. Del mismo modo, consideró que la paz es un bien “indivisible” y que para ser “verdaderamente justa y duradera, debe ser universal”. “Es un razonamiento engañoso y autodestructivo pensar que la seguridad y la paz de unos está desconectada de la seguridad y la paz colectiva de otros”.