«Eucarísticos memoriosos»

«Eucarísticos memoriosos»
«El cristiano debe ser siempre un hombre eucarístico que camina entre memoria y esperanza» (Francisco).

El «Amor», centro del Triduo Pascual, es el corazón de la «memoria» y de la «esperanza» del militante cristiano. Un Amor expresado, el jueves, en los gestos y palabras de Jesús en la entrañable última cena, demostrado, en grado máximo, el viernes, al dar la vida para bien de la humanidad y celebrado, el sábado, como Vida nueva y plena.

La Eucaristía nos hace «eucaristía» y «memoria» del Dios, hecho hombre, que ha amado a los suyos hasta el extremo. Dos sentimientos embargan a Jesús: la certeza de su muerte inminente y su confianza total en el reino de Dios, al que ha dedicado su vida. Su actividad como profeta y revelador del reino de Dios va a ser violentamente truncada, pero su ejecución no va a impedir la llegada del reino que ha estado anunciando a todos. Movido por esta convicción, Jesús, se dispone a contagiar a sus discípulos su «esperanza», se pone en pie, toma en sus manos pan, lo trocea y a cada uno ofrece un trozo. Todos conocen aquel gesto. Pero, en esta ocasión, hace algo nuevo. Mientras les reparte el pan, va diciendo algo que les sorprende: «Esto es mi cuerpo». Yo soy este pan.

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