La hoja de ruta de Laudato si’

La hoja de ruta de Laudato si’
El documento En camino para el cuidado de la casa común, elaborado con motivo de 5º aniversario de la Laudato si’, ofrece una pedagogía y unas pistas de acción para contribuir a la necesaria conversión integral, cuidando del planeta y de cada uno de nosotros.

El Vaticano es consciente de la necesidad de un permanente trabajo de difusión, de profundización y de concreción de la encíclica de Francisco. Este es el sentido del documento que recoge algunas propuestas operativas orientadas a la acción y dirigidas a las Iglesias locales, a sus comunidades, a los responsables de la «plaza pública», y a todas las personas de buena voluntad que quieren unirse en el cuidado de la casa común y de las personas.

La propuesta aparece en un contexto de crisis sanitaria y socioeconómica que amplifica la crisis ecológica y moral, señalada en Laudato si’. Esta experiencia, no exenta de miedo y preocupación, es respondida por Laudato si’ proponiendo un camino de conversión, escuchando el clamor de la tierra y de los pobres. Camino posible para quienes se comprometen, que experimentan y provocan cambios.

La experiencia de estos primeros cinco años de Laudato si’, muestra que debemos seguir dejándonos conmover por el sufrimiento de las personas y del planeta, apostar por el desarrollo integral en armonía con la tierra, con los demás y con uno mismo. Una mirada que parte del acompañamiento de la vida sufriente para, desde ahí, construir la buena noticia del Evangelio, actuando en favor de un desarrollo que no agota todas las formas de vida; educándonos mediante el diálogo y las prácticas cotidianas de respeto y sobriedad. Y por último, «celebrar, es decir, recordar la promesa inscrita en cada uno de nosotros, con nuestros talentos y nuestras experiencias. Y ofrecer lo que hemos compartido, nuestras penas y la alegría simple, pero a la vez fuerte, de la solidaridad».

El trabajo decente

En doce actividades humanas se concreta la propuesta de desarrollo humano, desde la perspectiva de la ecología integral, en clave de ver-juzgar-actuar. La alimentación, el agua, la energía, los ecosistemas, el mar y los océanos, la economía circular, las finanzas, el urbanismo, las instituciones públicas, la sanidad, el clima y, como no podía ser de otra forma, el trabajo.

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Un epígrafe que comienza con el número 125 de Laudato si’, y sigue con su contextualización como necesidad humana, clave en el cuidado de la creación y en el futuro de la humanidad. Continúa con una batería de textos de referencia para el discernimiento, que incluye el magisterio social desde el Concilio Vaticano II y pasa, con especial hincapié en los diversos y principales textos de Francisco (Cf. No os dejéis robar la dignidad, Ediciones HOAC, 2018).

Finaliza con algunas referencias explícitas de buenas prácticas y algunas pistas de acción, entre las que destacan: la promoción del trabajo decente y el respeto a los trabajadores y las trabajadoras. Garantizando un salario justo y la conciliación con la vida familiar, el tiempo de descanso y recreación espiritual y cultural. Combatir la economía sumergida y aflorar trabajo digno. Orientar el trabajo agrícola para ser cada vez más «aliado» del medio ambiente (…), respetando el ritmo y ciclos naturales. Promover la creación de empleo para jóvenes que les brinde la oportunidad integrarse en el mundo del trabajo, poner sus habilidades en beneficio de la sociedad y construir su propia familia. La promoción de una economía inclusiva (…) hacia la integración socioeconómica, la autonomía y asunción de responsabilidad, no limitada a la asistencia. Mejorar el papel educativo y económico de quienes trabajan en el cuidado de hijos y mayores. Promover el valor socioeconómico de la maternidad, para que esté mejor protegida. Permitir que los trabajadores se organicen y hagan oír su voz, facilitando las relaciones con los empresarios basadas en la participación, la confianza, la subsidiariedad y el reparto de responsabilidades, entre otras consideraciones.

Un camino, una invitación, a recorrer el pueblo de Dios tendiendo puentes con el mundo.