Doce velas y buenas noticias. Para atravesar el año con una paz desarmada

Vamos a encender doce velas, doce,
porque el año será largo
y la noche no es uniforme.
Las encendemos no para huir del mundo,
sino para habitarlo con esperanza organizada.
Primera vela y buena noticia:
Dios se ha hecho amor,
para quienes tienen el corazón roto
por la guerra, la exclusión y la intemperie.
Y con ellos, para todos.
Segunda vela y buena noticia:
Dios se ha hecho libertad,
para los pueblos sometidos,
para quienes trabajan sin derechos
y no renuncian a organizarse.
Y con ellos, para todos.
Tercera vela y buena noticia:
Dios se ha hecho consuelo,
en la mujer trabajadora,
en su lucha invisible,
en su cansancio sostenido con dignidad.
Y con ellas, para todos.
Cuarta vela y buena noticia:
Dios se ha hecho justicia,
mesa compartida,
cuerpo entregado,
cruz atravesada por la Resurrección.
Y con los crucificados, para todos.
Quinta vela y buena noticia:
Dios se ha hecho pan y vino,
ocho horas de trabajo,
ocho de descanso,
ocho de cultura y vida.
Y con quienes defienden el trabajo digno, para todos.
Sexta vela y buena noticia:
Dios se ha hecho arlequín,
rompiendo lenguajes únicos,
derramando dones en Pentecostés
para entendernos, servir y cuidar.
Y con los diversos, para todos.
Séptima vela y buena noticia:
Dios se ha hecho uno de nosotros,
llamándonos —como Ignacio—
a ser militantes derramados de Cristo
en la historia concreta.
Y con los enviados, para todos.
Octava vela y buena noticia:
Dios se ha hecho grito,
en la tierra herida,
en los cuerpos desplazados,
en la juventud que no se resigna.
Y con quienes claman, para todos.
Novena vela y buena noticia:
Dios se ha hecho alianza,
puente frente a la polarización,
diálogo frente al odio,
convivencia cuidada día a día.
Y con quienes tejen paz, para todos.
Décima vela y buena noticia:
Dios se ha hecho pobre,
sin armas, sin privilegios,
desarmando la lógica del poder
con la fuerza de la fragilidad.
Y con los últimos, para todos.
Undécima vela y buena noticia:
Dios se ha hecho memoria,
de los pueblos heridos,
de las mujeres víctimas de la violencia,
para que el olvido no vuelva a matar.
Y con ellas, para todos.
Duodécima vela y buena noticia:
Dios se ha hecho don encarnado,
presencia que permanece,
paz desarmada y desarmante,
esperanza que no se apaga.
Y así, Señor,
atravesamos el año encendiendo la vida.
Recibe, Señor, este 2026.
Y haznos testigos humildes
de una esperanza organizada.

Consiliario de la HOAC de Bilbao



