La esperanza que me enseñaron los pobres

En este Tema del mes, el jesuita Darío Mollá Llácer ofrece, en estos tiempos precarios e inciertos, algunos rasgos de la esperanza cristiana, a partir de lo que aprendió en su cercanía con personas pobres.
Para responder a la petición que me ha hecho Noticias Obreras, he preferido, más que repetir o hacer exégesis de textos de la teología o del magisterio sobre la esperanza, partir de mi experiencia de vida con personas que, de entrada, por su historia y horizonte podríamos pensar que ya no tienen nada que «esperar». Y, sin embargo, tienen una profunda esperanza de fondo, que tiene mucho que ver con la esperanza de los anawim bíblicos o de los pobres evangélicos.
Eso es lo que quiero compartir con quienes lean estas páginas. Doy por supuesto todo lo que la teología católica dice de la esperanza y, por supuesto, las profundas reflexiones de los dos últimos Papas (Benedicto XVI y Francisco) sobre la esperanza.
Durante cinco años (2016-2021) viví en Valencia en una comunidad dependiente de la Pastoral Penitenciaria de la diócesis. Vivíamos en ella tres jesuitas y seis compañeros más, presos en la cárcel valenciana de Picassent, en situación de tercer grado penitenciario.
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Jesuita y teólogo