El recuerdo de Juan Mari Lechosa refuerza el compromiso cristiano por la dignidad del trabajo

El acto de homenaje a Juan Mari Lechosa comenzó el sábado 4 de octubre en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Rekalde en un ambiente de recogimiento, con una oración guiada por Manu de las Fuentes, quien evocó la carta a los Colosenses y recordó al sacerdote como “mensajero querido, don de Dios para la Iglesia servidora del Reino”. Desde ese inicio, la celebración tuvo un tono de agradecimiento y compromiso.
El presidente de la HOAC de Bizkaia, Jorge Torralbo, destacó el “ejemplo de militancia y esperanza” de Juan Mari, agradeciendo su compromiso con las personas empobrecidas del mundo obrero y su empeño en situarlas siempre en el corazón de la vida eclesial. Recordó cómo “la HOAC le marcó profundamente” y cómo, desde ella, acompañó a tantos en la vivencia de una espiritualidad encarnada.
Subrayó también su capacidad para hacernos partícipes del deseo de avanzar en la conversión de la propia Iglesia, invitando a vivir la fe desde la gracia, la responsabilidad y la alegría. “Nos adentró en la vivencia de la contemplación, acercándonos a nuevas experiencias”, dijo, antes de evocar su faceta más humana y cercana, amante de la pelota, el fútbol, los toros, la pintura, la montaña y la música clásica.
El ámbito familiar estuvo presente en las palabras de Juanra Bizkaia, sobrino de Lechosa, quien relató su infancia y la trascendencia de su figura en la familia, señalando cómo “era el menor de los hermanos y siempre fue nuestro referente ético y social” y cómo sus homilías, más que doctrinales, eran cercanas a los problemas reales.
“Para nuestra familia Juan Mari siempre ha representado la imagen misma de la religiosidad, entendiendo como tal todo lo relacionado con sentimientos y creencias profundas, acerca del sentido de la vida, su propósito en la misma y su relación con los demás”, compartió el sobrino.
El acto contó con Javi Madrazo como presentador que fue dando paso a los diferentes testimonios. Desde su vocación sacerdotal, recordó Madrazo, “eligió seguir a Jesús en la Iglesia desde la opción por el mundo obrero empobrecido, alejándose del clericalismo y ejerciendo un ministerio basado en la cercanía, la humildad y el respeto.
También Joseba, compañero de seminario, puso en valor su actitud de búsqueda, amistad y confianza, así como “su fe en los pequeños grupos cristianos como fermento de una Iglesia nueva y de una sociedad más justa”.
Joseba Egiraun, cura de Rekalde y compañero de Juan Mari en el seminario recordó que ya en ” sus inicios en el seminario mostraba como una característica suya su deseo de buscar y conocer que para mí era la actitud de un líder”. Destacó el sentido de la amistad y de su disponibilidad en un contexto de confianza y generosidad. “Confío en los pequeños grupos cristianos como fermento de una nueva iglesia y no sólo como renovación de la Iglesia sino como fermento del cambio en la sociedad”.
Otro de sus grandes amigos, Javi Vitoria, rememoró los años compartidos desde el seminario y su ordenación en 1965, en pleno Concilio Vaticano II, “el acontecimiento más importante de la Iglesia en los últimos siglos”. Vitoria confesó que este mes (octubre) “hace 66 años que se conoci a Juan Mari, me lo encontré en el seminario, forjando entre nosotros una profunda amistad que ha crecido y permanecido hasta el día de su muerte”. A lo largo de su testimonio, Javi Vitoria desgranó diferentes puntos en los que el Concilio fue decisivo para “lo que quisimos ser”.
De Juan Mari dijo que “su figura humana tuvo el aire de Jesús de Nazaret, recordaba a Jesús de Nazaret, tenía capacidad de transparentarle, era un don de Dios”. Añadió que “fue una figura con autoridad carismática fruto de su profunda experiencia de encuentro con el Dios de Jesús.”
Hubo unos momentos en los que se escuchó un vídeo de una conferencia, organizada por el Instituto Diocesano de Teología y Pastoral, sobre su apuesta por una Iglesia sinodal y corresponsable.
Sebastián Trujillo relató los orígenes de su compromiso con la Pastoral Obrera, marcada por unas jornadas en Begoña cuando Juan Mari tenía apenas 24 años. “En la intervención de despedida un Juan Mari expresó su voluntad de dedicarse durante todo su sacerdocio, de manera especial, a la pastoral obrera y acabó con esta frase que a mí me impresionó: si algún día percibís que traicione este compromiso, denunciarme”
Lo definió como “una de las mentes más lúcidas de la diócesis”.”Fue un estudiante interesado, integrante, incómodo como Jesús con los sabios del templo y con el statu quo.”
En el acto también se destacó no solo su vocación pastoral sino la contemplativa: mantuvo una estrecha relación con las Clarisas de Donamaría en Navarra, quienes también enviaron un mensaje lleno de cariño.
Ana Pérez Pons, responsable diocesana en la Pastoral de la Salud, rememoró sus años de trabajo compartido en el Hospital de Basurto, subrayando su sabiduría, cariño y fe: “No había día que no aprendiéramos algo de él tanto en las visitas que hacíamos juntos a los enfermos y a los familiares como en los ratos de descanso en los que él se tomaba su té, o su galleta, o su chocolate”.
Pérez terminó su testimonio diciendo: “Aunque su ausencia pesa su amor nos acompaña porque sembró en cada uno de nosotros algo que sigue creciendo: la compasión, la entrega, la luz”.
Txabi Ikobaltzeta, por su parte, cura diocesano que vivió con él en Lutxana en su primer destino, lo evocó como alguien que “no optó por los pobres, sino que se hizo pobre”
Recordó aquellas madrugadas en las que “Juan Mari se levantaba a las cinco de la mañana para ir a la imprenta, porque quería compartir y cultivar toda esa vida que tiene la pobreza”.
Añadió que “había días que Juan Mari hablaba con el silencio, días que hablaba con la palabra; siempre tuvo buena puntería, acertaba, y eso nos venía bien a todos los seminaristas”.
Carmen Carcedo, miembro de su equipo de Rekalde recordó sus tres décadas de acompañamiento como consiliario en la militancia de la HOAC, “siempre centrado y centrando nuestras reuniones, daba luz al Evangelio desde su ser cura obrero, desde su ser HOAC, desde su ser militante cristiano; siempre desde el hacer de este mundo algo mejor y más fiel a los valores del Evangelio”.
Sus palabras, cargadas de emoción, recordaron también su despedida: “El Dios Padre-Madre decidió llevarte a su lado. Te fuiste como viniste, trabajando, construyendo y luchando por un mundo mejor. Nuestras reuniones y nuestra vida hoy penan por tu ausencia, pero tu ser y tu espíritu nos animan y ayudan”.
El acto concluyó con las palabras de Kerman López, vicario general de Bizkaia, quien condujo el paso del recogimiento al gesto público de Iglesia por el Trabajo Decente en la plaza, “al estilo de Juan Mari”. Recordó su enseñanza sobre la oración como experiencia vital, invitando a los asistentes de la iglesia a ver, juzgar y actuar frente a la injusticia, con una mirada puesta en quienes sufren, desde Gaza hasta el mundo obrero más precarizado.
“Fue un maestro de oración para muchos de nosotros e insistía que el material de la oración es la vida. La oración no va a suplir nuestra responsabilidad de decidir cada actuar concreto pero sí puede purificar los condicionantes de nuestra toma de decisión”, rememoró el vicario las palabras de Lechosa.
López hizo una llamada a apostar “por la defensa del trabajo digno y en condiciones de las personas más precarizadas del mundo obrero, de aquí y allí, en todas partes . Realicemos ahora un gesto público para expresar que queremos defender el trabajo decente y sigamos ensayando acciones concretas contra las estructuras injustas procurando evitar efectos colaterales que generen más indefensión a los que más necesitan nuestra solidaridad y cercanía”
El homenaje no solo fue un recuerdo, sino también un compromiso colectivo: seguir el ejemplo de Juan Mari en la defensa de la dignidad del trabajo y en la construcción de una Iglesia cercana, encarnada y al servicio del Reino.

Periodista
Militante de la HOAC de Bilbao