El presidente de la CEOE, Garamendi, ¿ha llamado gandules a la clase trabajadora?

El presidente de la CEOE, Garamendi, ¿ha llamado gandules a la clase trabajadora?

Llevamos un tiempo largo que el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi, acuse al Gobierno y a los sindicatos de romper el diálogo social, porque se aprueban leyes y medidas que no cuentan con el apoyo de la patronal. Esta postura tiene otra lectura muy distinta y es el derecho a veto que cree tener la patronal cuando se propone algo que consideran que puede ir en contra de los beneficios empresariales; la codicia no tiene límites.

Se quiere subir el salario mínimo interprofesional en una cantidad determinada, siempre insuficiente por el nivel de vida en España, la patronal muestra su disconformidad, por tanto, no debería aprobarse, según este planteamiento, porque siempre necesitaría el aval y la conformidad de la patronal. Lo que quiere la patronal es gobernar sin llegar al gobierno porque tienen esa mentalidad de que quienes tienen el capital son los que deben mandar e imponer su voluntad. No hay que olvidar que sin trabajadores y trabajadoras no hay empresas por mucho dinero que se tenga.

Garamendi, en relación a la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, se opone frontalmente y utiliza como argumento que “muchos no quieren trabajar”. Además, pone el ejemplo de Carlos Alcaraz como modelo de la cultura del esfuerzo. No sé las horas de trabajo que echa Carlitos cada día, pero sí sabemos que hay millones de personas trabajadoras que echan más de 8 horas diarias, más algunas extraordinarias, que tienen que añadirle el tiempo de transporte para llegar a su puesto de trabajo y no digamos nada si hablamos de las grandes capitales como Madrid y Barcelona.

Y, todo ese inmenso esfuerzo para tener un sueldo bajo que le impide tener una vida digna y poder realizar su proyecto de vida personal y familiar. Muchas horas para que al final del mes no puedan o casi no lleguen a pagar la hipoteca o el alquiler o poder darles un futuro a sus hijos e hijas que pasa por tener, en muchos casos, unos estudios adecuados. No hay que olvidar que hay miles de jóvenes españoles y españolas que se han marchado de nuestro país a otros lugares porque han encontrado un empleo de mayor calidad. Seguro que conocemos a alguna familia que tiene un hijo o una hija trabajando fuera de España, con lo que supone de desarraigo y de sufrimiento esta separación.

La clase trabajadora no es gandula, no es que no quiera trabajar, lo que sí quiere es tener un trabajo que sea digno, que le permita vivir. Si a un empresario o empresaria le ofrecen un negocio y, después de hacer números, lo rechaza porque tendría pérdidas, no es que sea una clase empresarial gandula o quiera vivir de las ayudas del Estado, sino que no quiere perder dinero, no quiere arruinarse. Este planteamiento también se hace extensible con la clase trabajadora, porque hay trabajos tan mal pagados y en unas condiciones tan pésimas que el trabajador o trabajadora tendrían más gastos que sueldo.

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Produce indignación estos comentarios del presidente de la CEOE que tiene un sueldo de 391.000 euros. No solo hace estos comentarios, sino que también arremete contra el control de horarios porque así se controla las horas extras y no quieren. En este sentido, también cuestiona el gasto social, excepto la ayuda a los mayores de 55 años porque no los contratan, entiende la patronal que en esta situación sí hay que ayudar. Ellos mismos reconocen que no van a contratar a gente mayor de 55 años.

Todos recordamos el boom inmobiliario que hizo que muchos estudiantes dejaran sus estudios para poner ladrillos, en un trabajo de la construcción muy duro y lo hacían porque tenían un sueldo de más de 3.000 euros.

La clase trabajadora quiere un trabajo digno, que le permita vivir, no sobrevivir apenas, que le permita poder realizar su proyecto de vida personal y familiar, que le permita estar con la gente que quiere y cuidar a su familia. Se trabaja para vivir, no se vive para trabajar y mucho menos para un trabajo que te explote y tenga una vida sin vida y no es ninguna redundancia.