Trabajo decente: derecho, no privilegio

Trabajo decente: derecho, no privilegio
La Jornada Mundial por el Trabajo Decente del 7 de octubre expresa una reivindicación y un compromiso fundamental de justicia, porque el trabajo en condiciones dignas (el trabajo decente) es un derecho fundamental de toda persona trabajadora. Un derecho, no un privilegio.

Sin embargo, ese derecho es violado sistemáticamente. La gran mayoría de las personas trabajadoras del mundo no trabaja en condiciones dignas. Y ese hecho es causa fundamental de empobrecimiento, exclusión social, desigualdades que rompen la fraternidad, negación de la salud y seguridad en el trabajo, negación práctica de la dignidad de las personas. Los informes anuales de la Confederación Sindical Internacional, el Índice global de derechos, muestran esa sistemática violación de los derechos laborales y, además, su progresivo deterioro en todas las regiones del mundo. Esta situación es el resultado de una economía capitalista global que, en palabras del papa Francisco, es una economía que mata. Una economía que ha convertido el trabajo en una mercancía de la que obtener la máxima rentabilidad. Y al hacerlo ha convertido a las personas en una mercancía, porque el trabajo es inseparable de la persona que trabaja.

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