El cierre de Marie Claire deja una comarca huérfana de industria y esperanza

La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Segorbe-Castellón ha mostrado su apoyo a la plantilla de la empresa textil Marie Claire, en Vilafranca, finalmente desaparecida, tras una larga agonía, en su propósito de cuidar a las personas trabajadoras, más en este caso que han sufrido las consecuencias de la todopoderosa razón económica.
La textil Marie Claire cerró definitivamente en febrero de 2025, cortando los hilos que conformaron durante décadas el tejido social y económico de Vilafranca y de todo este territorio del interior norte de Castellón que limita con Teruel.
El movimiento de trabajadores cristianos ha acompañado en lo posible a la plantilla y ha mostrado su solidaridad en los difíciles momentos que han atravesado. Queda en la memoria la lucha conjunta, la defensa de la dignidad del trabajo y un valioso aprendizaje, por más que no se pudo evitar la desaparición de la empresa.
“Con Marie Claire prácticamente se repite la historia de la textil Ferry’s de Canals (Valencia) y su clausura en 2007. Generalmente las empresas cierran por una mala administración y aquí desde el cambio a los ingleses la gestión ha sido pésima en cada una de las sucesivas direcciones”, expresa una trabajadora que se lamenta de la situación.
Marie Claire nació como empresa familiar en 1907 con la producción de medias. Llegó a contar con más de un millar de trabajadoras y trabajadores. Su momento álgido fue la década de los 80 cuando ya se había popularizado en revistas y televisión el lema publicitario “un panty para cada mujer” o “no son medias, son enteras”.
Cambios en la propiedad y en la estrategia
En los 90 sus dueños vendieron parte de la compañía al grupo británico Harston, lo que les permitió crecer, expandirse y diversificar la producción (lencería, moda baño, pijamas…). En 2005 Norgestion, un grupo de capital riesgo, se hizo con el control mayoritario de la sociedad.
Posteriormente, tres directivos de la empresa la compraron al grupo por el coste de la deuda. Para entonces, la industria textil ya era uno de los sectores que sufrían de pleno el incremento de las importaciones de productos de fabricación china. En 2009 la obtención de un aval de dos millones de euros de la Generalitat Valenciana y la Diputación Provincial de Castellón permitió evitar el concurso de acreedores. Con una plantilla de 1.200 trabajadores el movimiento supuso desprenderse de cerca de 100 empleados de la unidad productiva de baño y pijamas ubicada en Castellón.
Al año siguiente, se planteó por parte de la empresa un ERE de 235 empleados que afectaba mayoritariamente a la planta de Vilafranca. Aquel hecho fue vivido como una auténtica “masacre”. Hubo una gran respuesta, no solo de los trabajadores, sino también apoyo masivo de la población en las movilizaciones que se convocaron.
Por parte de los sindicatos, con el fin de atenuar el impacto, se pidió que la aceptación del ERE fuese voluntaria, con personas cercanas a la jubilación o bien que en el resto de personal se tuviese en cuenta no afectar, si era el caso, a los dos miembros de una misma unidad familiar. Pero no se les hizo demasiado caso.
Este movimiento vino además acompañado de “un apretón del cinturón”, una reducción del 13% en los honorarios. En adelante continuaron manteniéndose las tablas salariales de 2008, sin prácticamente recuperación, lo que supuso, hasta el cierre de la empresa una merma acumulada de algo más del 30 % en los sueldos de sus empleados.
En los cálculos de los sindicatos se habla de que cada trabajador con lo no percibido hasta el cierre estuvo financiando a fondo perdido a la textil con unos 35.000 o 36.000€ de promedio. Consecuencia de ello también fue, a posteriori, la pérdida de poder adquisitivo de un 30% en las pensiones de jubilación. Se da el caso de alguna persona que con 48 años trabajados no llega a los 1.000 euros mensuales de pensión.
El balón de oxígeno que supuso la línea fabricación de medias con aplicaciones sanitarias y de salud tuvo su fin en 2018 con el final del contrato de fabricación para la marca Dr. Scholl de la multinacional Reckitt Benckisser. Se dispararon sus pérdidas y estuvo al borde del abismo.
En 2019 otro ERE voluntario, este de 100 trabajadores. Dos años más tarde, en abril de 2021, el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF) a través de un plan de financiación a cuenta de la lucha contra la despoblación, Think Textil adquirió la empresa. La plantilla cree que fue un error “no hacer seguimiento de las ayudas públicas”.
Marca consolidada con pedidos
“Es una lástima que todos los esfuerzos realizados no hayan servido de nada y todo se haya ido al traste. Porque esta empresa, aunque hubiese sido con muy pocos trabajadores, que es como había quedado, tenía pedidos y una marca consolidada en el mercado”, explica una antigua empleada.
Los nuevos gestores recibieron un préstamo de 21,5 millones de euros de ayudas públicas con los que hicieron frente fundamentalmente a la deuda contraída con trabajadores (seis nóminas, cuotas de seguridad social, deudas con Agencia Tributaria) y proveedores.
Las modificaciones de las condiciones laborales, una maniobra que podría calificarse como ERE encubierto, consiguió aligerar la plantilla hasta acercarse a los 300 empleados, indemnizando a cerca de 150 que marcharon voluntariamente.
Poco se pudo destinar al relanzamiento de la marca. El plan estratégico concentró producción y distribución en la unidad de Vilafranca, prescindiendo del centro logístico de Borriol por el alto coste del alquiler, pero no pudo hacer frente en años posteriores al alza de los precios de la energía, la escasez de materias primas consecuencia de la guerra en Ucrania y la ralentización de las ventas.
La reconversión de la empresa en la fabricación de mascarillas y material sanitario tras la pandemia tampoco fue suficiente para retomar una senda ascendente. Consecuencia de ello, en mayo de 2023 la empresa anunció su intención de presentar una solicitud de concurso de acreedores de forma voluntaria para extinguir la compañía. No se encontraron inversores y el 29 de junio se paró la producción de medias y calcetines.
En la negociación al inicio del proceso concursal se desvincularon de la empresa un número importante de empleados, continuando 78 de ellos afectados por un ERTE, con la esperanza de seguir adelante con la actividad si aparecía un nuevo comprador. Y efectivamente, llegó.
Se desestimaron dos ofertas iniciales y se aceptó la propuesta de la empresa For Men. Su administrador, Ángel Pío Sánchez, en la asamblea celebrada el 22 de mayo de 2024 anunció su intención de seguir adelante con toda la plantilla. A partir de septiembre un grupo de operarios emprendieron el trabajo en tareas de administración, seguridad, mantenimiento y el resto hasta completar la totalidad retomaron a duras penas la actividad productiva el mes siguiente.
La falta de suministro de agua y gas por impago condicionaba parte del proceso de fabricación. Tras un permiso remunerado de tres semanas en Navidad, forzado por las bajas temperaturas que se alcanzaban en las naves, los empleados volvieron a la calle. Al desgaste se sumaba el enfado y el descontento por el incumplimiento continuado de compromisos por parte de la empresa.
Finalmente, las puntadas no consiguieron zurcir el agujero y la compraventa acabó definitivamente con Marie Claire en unos meses. El nuevo propietario nunca abonó los 250.000 euros de la compra ni tampoco los jornales del personal en esos cuatro meses.
Recolocaciones y búsqueda
Los trabajadores y las trabajadoras de ahora la mayoría se están recolocando. Otros se han ido reciclando o han retomado estudios, reconoce la ya exempleada.
“Sí que es verdad, nunca lo habíamos conocido, nosotras íbamos siempre a trabajar en bicicleta o a pie… y ahora sabemos lo que es desplazarse y estar todo el día fuera de casa”, se lamenta una trabajadora.
“En parte, era un lujo lo que teníamos”, llegan a decir, a cambio de “cobrar poco”. “Pero teníamos una calidad de vida… y ahora mismo la gente ha tenido que salir hacia otras poblaciones más lejanas”. Ahora tratan de buscar “donde sea”, y “no siempre en las mejores condiciones”.
Existen en el pueblo algunas casas rurales, también inversión en actividades culturales, pero no existe una infraestructura fuerte que las respalde. Dónde comer o dónde pernoctar es ahora mismo una dificultad. Muestra de ello es que puede quedar desierta la subasta para adjudicar la gestión del camping de la localidad.
“La gente está vendiendo las casas. Otro hándicap es que, no existe cultura de trabajo cooperativo, no existe esa mentalidad y habría que formarla porque siempre se ha trabajado individualmente”, apunta alguien.
“Además los trabajadores al haber agotado el subsidio de desempleo posiblemente no estén en las mejores condiciones para capitalizar o financiar la creación de alguna cooperativa”, añade.
Se están dando pasos por parte de algunas instituciones como la mesa conformada por los alcaldes de la zona que junto con los sindicatos han estado valorando posibles alternativas futuras.
Han solicitado a una consultora un estudio de la situación en el que se ofrezcan alternativas para la zona. Pero, “el desgarro sufrido en el núcleo industrial más importante de la comarca va a ser muy difícil de reparar”, concluye.

Militante de la HOAC de Segorbe-Castellón