Contra las salidas en falso de la corrupción

Contra las salidas en falso de la corrupción
Ilustración de Nana Pez
La corrupción vuelve periódicamente a ser protagonista en nuestras democracias liberales representativas. El problema no parece resolverse, incluso en sistemas más consolidados y en sociedades más estructuradas y con menos picaresca…

Una y otra vez se propone como solución mayor control y, por tanto, mayor institucionalización de nuestras sociedades en la línea habitual del modelo jurídico-político liberal (compartido por la socialdemocracia). Evidentemente, un sistema de contrapesos que vigile la acción de los representantes políticos es esencial para un desempeño transparente de la Administración pública.

Ahora bien, en primer lugar, creo que aquí hay cuestiones que desbordan un enfoque meramente pragmático y que este problema no se resuelve solo con más controles. La dinámica de crear «más instituciones para vigilar a las instituciones» puede crear un dominó infinito siempre vulnerable a la caída de la última ficha, a veces corrompida por las anteriores o en ocasiones degenerada por sí misma («¿quién vigila al vigilante?» es una frase ya acuñada por el poeta romano Juvenal), además de los riesgos autoritarios que puede conllevar (técnicos supervisando representantes políticos podría parecer una buena idea, pero…).

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