Cardenal Omella: “La Iglesia está llamada a ser la voz de los sin voz”

Cardenal Omella: “La Iglesia está llamada a ser la voz de los sin voz”
Mujeres trabajadoras | Foto, Alberto Díaz
El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, reivindica el derecho a un trabajo digno en su carta dominical, en sintonía con la pastoral del trabajo y las movilizaciones del Primero de Mayo

“La Iglesia está llamada a ser la voz de los sin voz. No podemos desentendernos del clamor de tantos hermanos que no tienen cubiertas sus necesidades básicas”. Con esta afirmación, el cardenal Juan José Omella, reivindica en su carta pastoral publicada este domingo la urgencia de garantizar el derecho a un trabajo digno para todas las personas. Su texto se enmarca en la reciente celebración del día mundial de los trabajadores y las trabajadoras, el pasado 1º de Mayo, y se alinea con el compromiso de la Iglesia con el mundo obrero, especialmente con quienes viven situaciones de precariedad y exclusión laboral.

En la carta, titulada El derecho a un trabajo digno, Omella recuerda que esta jornada tiene su origen en las históricas movilizaciones de los obreros de Chicago en 1886, quienes lucharon y murieron por la jornada laboral de ocho horas. “Actualmente, estos derechos ya están regulados —reconoce el arzobispo de Barcelona—, sin embargo, todavía hay muchos trabajadores que viven en una situación precaria”.

Un compromiso evangélico

El cardenal, que esto días asiste a las reuniones preparatorias del cónclave, subraya que la Iglesia “considera de suma importancia hacer llegar los valores del Evangelio al mundo obrero” y señala que esta es una tarea de toda la comunidad cristiana, aunque con una especial responsabilidad de la pastoral obrera. Esta acción pastoral, asegura, “es la voz de la Iglesia que clama a favor de los derechos de los trabajadores, sobre todo de aquellos que se encuentran en situaciones difíciles”. “Lo hace por fidelidad a Cristo, amigo de pobres y descartados”, subraya.

Atención al trabajo sumergido

El cardenal se hace eco también del manifiesto elaborado este año por las delegaciones de pastoral obrera de las diócesis de Catalunya, junto con otros colectivos comprometidos con el mundo del trabajo. El texto denuncia las condiciones de quienes están atrapados en el llamado “trabajo sumergido”, es decir, “sin contrato laboral, sin cotización a la seguridad social y sin acceso a una pensión de jubilación”. Personas que, en palabras de Omella, “no acostumbran a cobrar un salario justo y trabajan sin las mínimas condiciones de seguridad”.

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A todas estas personas, insiste el purpurado, “la Iglesia quiere ofrecerles una palabra de esperanza”. Y apela al Evangelio y a la carta de Santiago para sostener su denuncia: “Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: ‘Id en paz, abrigaos y saciaos’, pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?” (Sant 2, 15-16).

Francisco y el deseo de un trabajo decente

Omella también recoge en su carta una escena relatada por el papa Francisco en la homilía del 1 de mayo de 2020. En ella, el Papa contaba el caso de un hombre que, al recibir comida en una parroquia, dijo que no le bastaba: “Lo que él realmente quería era ganarse el pan para llevarlo a su casa”. “A aquel hombre le faltaba un trabajo digno, un trabajo que ofreciera a su familia un futuro lleno de esperanza”, destaca.

Con tono esperanzador, el presidente del episcopado español invita a toda la Iglesia a unirse “a todos los hombres y mujeres que luchan por unas condiciones más justas en su trabajo”. Y concluye con una oración dirigida a san José, patrono de los trabajadores, para que “interceda por todos los trabajadores del mundo, y muy especialmente por todos aquellos que carecen de un trabajo digno”, concluye.